CAPÍTULO XII. EL JUICIO DE LA NEBULOSA

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¡Publico de nuevo Especial de Fin de Año! Tres capítulos de maratón para dar la bienvenida a 2020. Como diría Anet: "Nunca quise vivir para siempre, solo no tener tantos pájaros en la cabeza, así que ¡Os deseo un año nuevo en el que podáis hacer volar todos vuestros pájaros! Un abrazo a todxs. <3 pd: me encantan vuestros comentarios, es genial leerlos.

Pd2: esta es mi nochevieja, ¿Como va a ser la vuestra? ❤

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Faltaban escasos días para mi visita al oráculo de la Nebulosa.

Desde hacía dos semanas la Pax era mi hogar. Solo salía de allí para colaborar en misiones puntuales. Y apenas había hablado con los genios. Me sentía incapaz de responder los mensajes de Adamahy Kenneth, porque cada vez que su voz llegaba hasta mí las palabras de Galius retornaban y me recordaban que debía dejar de ser un completo egoísta.

Pero la realidad era que dolía. Dolía demasiado existir en ese momento.

Pasaba las horas estudiando los pocos libros de la biblioteca de Galius que me faltaban por memorizar. Y realizando simulaciones de máximo nivel en el área de entrenamientos. El resto eran momentos de soledad, encerrado en mi habitación. Una alcoba como cualquier otra en ese lugar. De las que cada vez había más, puesto que ahora no solo éramos personal de la Pax, sino que los refugiados se contaban por centenares.

Estaba tumbado en la cama, mirando al techo, que era un panel mágico que podías encantar para que adoptase la imagen que prefirieses. El mío era la nieve cayendo desde unas nubes negras. Y en una de las paredes, la que tenía el escritorio, había recreado la imagen de un bosque nevado.

La realidad era que aquello me hacía sentir en casa. Como si realmente todo hubiera terminado, tal y como estaba previsto cuando hacía ya casi dos años había emprendido mi viaje, y hubiera podido regresar a casa al término del segundo año. Como si mis padres todavía me estuvieran esperando en las aldeas. Como si Agnuk nunca hubiera muerto. Era una soledad que me resquebrajaba. Pero que necesitaba para sentirme vivo.

Recuerdo que observaba distraído la nieve precipitarse sobre mi cabeza. Tendido en la cama. Con la esperanza de que alguno de aquellos copos que se precipitaban desde el techo bajo de mi habitación pudiera llegar a rozarme. Tan necesitado del tacto de algo que valiera la pena sentir que por momentos me olvidaba de vivir y me refugiaba en los recuerdos, jugueteando con la pulsera de Galius entre mis dedos que se movían nerviosos.

En ese momento se abrió la puerta de golpe, y Han entró entusiasmado, digamos, con todo el entusiasmo que podíamos tener en ese momento. No una exageración, pero más de lo habitual. Era una suerte que hubiera regresado con vida de América.

― ¿No te enseñaron a llamar a las puertas? ―Le regañé molesto, incorporándome en la cama hasta sentarme en el borde.

Agitó unos papeles que tenía en la mano y que portaban el sello del oráculo. Y arqueó las cejas, expectante. Sentía su corazón latir rápido en su pecho. Hacía apenas dos semanas que él había regresado, y fue un milagro que siguiera con vida para presentarse a los exámenes de ciudadanía.

SLADERS (II). LA LLUVIA DE FUGACESWhere stories live. Discover now