No somos héroes

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Nota: me moría de ganas de compartir este capítulo. Ojalá os emocionéis como yo me emocioné cuando lo escribía. Un abrazo y nos leemos el domingo. 

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Sonreí.

―No sé de qué...

―Voy a empezar yo ―aclaró, tomando mi hombro con una mano y asintiendo con firmeza―. Creo que te animaré. Y tendrás algo de tiempo para pensar en lo que dices. Recuerda que es tan importante como que de esto depende que en unos pocos días tengas que encerrarte en la Pax o puedas seguir viviendo una vida relativamente normal hasta que te marches dentro de un mes a... donde sea que te lleve tu espada ―suspiró.

― ¿No estás nerviosa?

Sonrió.

―Hablar nunca me pone nerviosa ―admitió de forma espontánea, y ambos rompimos a reír―. Solo procura ser tú mismo. Siempre lo haces bien ―Me animó.

Después se dirigió hasta el estrado en donde se encontraba el micrófono, y la gente comenzó a aplaudir.

Le llevó varios minutos de agradecimientos y súplicas porque parasen el conseguir el silencio.

No era una mala señal.

Después Miriam hizo una de aquellas cosas que le dejan a uno sin palabras. Las robó todas para hacer magia.

―Hola a todos y a todas ―saludó con timidez, pero segura de lo que decía. Mucha gente la saludó de vuelta―. Vengáis de esta o de otra galaxia ―Hubo risas entre el pelotón de la Pax, y también las hubo entre el público. Ella sonrió―. Vale, era broma. Ya sabéis todo el rollo de la dimensionalidad. Esto no es Star Wars. Es una locura un poco más grande ―suspiró―, ¡Pero es nuestra locura, amigos! ―exclamó con entusiasmo―. Hoy estoy aquí porque tengo algo muy importante que decirle al mundo. A todas las personas que tenéis una papeleta en este país para escoger al inútil que nos gobernará durante los próximos años ―De nuevo mucha gente aplaudió o rompió a reír―. Estoy aquí, como todos vosotros. Porque he sentido miedo de lo que algunas personas están dispuestas a hacer con este país que me ha dado tanto. Y porque conozco y quiero a demasiadas personas que podrían sufrir las consecuencias de esta locura que amenaza con engullirnos a todos ―sentenció con tristeza―. Por eso hay algo que quiero recordaros. Quiero haceros partícipes de una realidad. Algo que está ocurriendo a nuestro alrededor, y que muchos todavía ignoran y desprecian. Quiero recordaros quienes son los sladers y por qué están aquí.

Suspiró.

"La realidad es que muchos nunca conoceremos, ni recordaremos sus nombres ―empezó―. Ni tampoco seremos conscientes de que entregaron sus vidas para salvar las nuestras. No sabremos que sufrieron, ni que vivieron al borde de sus posibilidades para que nosotros no tuviéramos que hacerlo. No sabremos que amaron, o que tuvieron miedo cuando supieron que morirían. Y tampoco que no querían morir. Ni tan siquiera que no escogieron su destino.

La realidad es que ellos nunca serán famosos. Pero marcaron la diferencia y seguirán marcándola. Que solo existen para protegernos, y que nosotros los odiaremos y temeremos pese a que cada día son aniquilados para salvarnos, sin esperar nada a cambio. Mientras todo eso pasa por nuestras estrechas mentes, a ellos solo les queda asumir su papel con resignación. Aceptar que van a morir para garantizar nuestra supervivencia en el universo.

Mientras nuestra ignorancia los condene, ellos temerán en silencio su sacrificio hasta que dejen de respirar, y su tiempo se haya ido. Resignándose a una existencia en las sombras, temiendo amar y ser amados, porque desde el principio saben que, más tarde o más temprano, van a perderlo todo. Procurando amar la vida, y a las personas que los acompañan en este extraño viaje, cuyo nombre terminará por perderse entre tantas preguntas a las que nunca dará tiempo de responder.

SLADERS (II). LA LLUVIA DE FUGACESWhere stories live. Discover now