La teoría del Caos

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¡Feliz domingo y por favor no olvidéis leer con la música si os es posible! Un abrazo, Lunahualt. 

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Suspiré e intercambié una mirada con Galius.

Me indicó que procediera.

—Una suerte de dragón de mar, una serpiente gigante, de escamas plateadas intraspasables, que controla el aire y el agua —expliqué, probablemente el reflejo que vi perdiéndose hacia la llanura abisal y que me puso los pelos como escarpias mientras estábamos allí abajo—. Se sabe que ha logrado borrar civilizaciones enteras del mapa, de hecho, se cree que fue la causante de la desaparición de algunas culturas antiguas de esta dimensión, como la Cretense, que pareció ser arrollada por un Tsunami y se borró de la faz de la tierra de un día para otro.

—Tiene sentido —admitió Miriam asustada.

—¿Cómo procede? —preguntó Amy pensativa.

—Se alimenta de carne humana, y cuando decide atacar un enclave geográfico no se conforma con cualquier cosa. Hace crecer el nivel del agua con algo parecido a un Tsunami que de súbito anega una gran superficie de tierra, como si el nivel del mar subiera cientos de metros... —expliqué—. Mientras tanto convoca una gran tormenta, la mayor que os podáis imaginar, y cataliza la electricidad hasta el agua, en donde electrocuta a todas sus víctimas, que se lleva retornando las aguas a su cauce normal, y devora los cuerpos humanos de forma masiva —suspiré—. No deja más rastro que el del agua y los restos de todos los seres que mueren durante el proceso, pero no eran su objetivo, como es el caso, me temo, de todos los cadáveres que encontramos a la deriva.

—Cientos de rayos caen en el mar y no electrocutan a las criaturas marinas —razonó Noko sin terminar de entender la magnitud del poder de ese monstruo.

—Créeme. No existe nada comparable a la intensidad de la tensión eléctrica que ese bicho es capaz de convocar... —sentencié, aterrado por mis palabras—. Nada podría sobrevivir a ella.

Se pasó las manos por la cara.

—Y ahora está libre, en algún lugar del Pacífico —resopló Alan.

—Eso es exactamente lo que creo —concluyó Galius con gravedad—. Y si mis cálculos no fallan, no va a ser la única criatura que se libere en los próximos meses.

—¿Hay más en la Tierra? —preguntó Miriam asustada— ¿Más microdimensiones?

—Piensa un poco Miriam —empecé— ¿Qué crees que pasó en Rusia, en donde un 90% de los habitantes de San Petersburgo murió mientras dormía?, ¿Te parece algo natural o que sea fácilmente explicable como fenómeno paranormal usual?

Cerró los ojos y no pudo más que negar con la cabeza.

—Es horrible —balbuceó, intentando contener a sus ojos, anegados en lágrimas—. Todo esto es una puta mierda.

—¿Podemos preveerlo? —preguntó Amy, intentando mantener la calma— ¿Podemos prever cuándo atacará?, ¿O cuándo se abrirá la próxima microdimensión?

—Sabemos las microdimensiones que hay en la Tierra, y qué contienen —concluyó Galius—. Aunque no conocemos su ubicación precisa, ni tenemos muchos mecanismos para enfrentar lo que custodian. Todo lo que podemos hacer es intentar alertar a los cazadores del lugar para que estén en alerta. Mañana mismo daré noticia de esto a mis contactos en otros continentes... pero no hay mucho más que podamos hacer —sentenció con gravedad.

—Respecto a la Kulsedra... —empecé—. Me temo que estar preparados para lo que pueda venir, y tener un plan de contingencia en la cabeza para salvar al máximo posible de personas en la zona.

SLADERS (II). LA LLUVIA DE FUGACESWhere stories live. Discover now