...la historia de aquel niño

1.2K 151 99
                                    

¡FELIZ AÑO A TODOS Y NO ABUSÉIS DEL ALCOHOL!

Ahora sí, os deseo lo mejor para este 2019, que os pasen muchas cosas bellas, que viváis Pura Vida, y lo más importante de todo, que tengáis todo el coraje que necesitáis para ser vosotros mismos.

Me despido hasta el año que viene,

Lunahuatl. Un fuerte abrazo.

***********************************************************************************************

Escuché a Miriam tomar aliento, histérica.

Y en ese instante su mano aferró mi antebrazo para detenerme. La mía ya se disponía a girar el pomo de la puerta que daba acceso a la habitación a donde habían trasladado a Luca cuando, después de todo, había logrado salir de la UCI.

Habían pasado 3 días desde que todos se marcharon, y gracias a la ayuda de Amy, Noko y Jonno logramos conseguir que, pese a la insistencia de los profesores, Miriam quedara en tierra y avisase a sus padres de que regresaría unos días más tarde por vacaciones y viajaría desde Italia.

Aunque a ellos, tristemente, poco les importaba.

Yo también me quedé.

Porque no tenía nada mejor que hacer y bueno, también porque Luca es mi mejor amigo, su madre había tenido que explicarle muchas cosas que seguro que lo estaban volviendo loco y sobre las que yo podía ayudar, y bueno... estaba claro que no iba a volver a Infierno Verde, así que estar donde me necesita alguien a quien quiero, supongo que es estar lo más cerca posible de encontrarme en casa.

La madre de Luca nos dejó alojarnos en un pequeño piso al que se había mudado de forma improvisada porque era incapaz de regresar a su antigua casa sin tener un ataque de ansiedad, lo que, por otra parte, era bastante comprensible. Y nos había indicado que, después de todo, aquella mañana Luca ya estaba entero como para que le visitásemos.

Y ella tenía que declarar sobre todo lo que había pasado, así que le veníamos especialmente bien.

Por supuesto, Luca no sabía nada de que veníamos.

Me giré para observar como mi amiga me miraba nerviosa, mordiéndose el labio inferior.

—¿Crees que estará listo para vernos? —preguntó, dejando ir toda su angustia en un suspiro.

Sonreí.

—Puede que sí o puede que no, pero ¿Prefieres que esté ahí solo mientras su madre testifica? —argumenté encogiéndome de hombros, para disimular tras mi sonrisa que yo también estaba nervioso.

Cerró los ojos y tomó aliento soltando mi antebrazo.

Los abrió y me observó, tratando de serenarse.

—Si tienes razón, joder, lo sé... es solo que...

—¿Crees que quizás no seas la persona a la que Luca más desee ver en este momento?

Es definitivo.

Adoro la capacidad de Miriam para asentir, negar y desesperarse al mismo tiempo sin articular una miserable palabra.

—Le has salvado la vida, Miriam —concluí con total convicción—. No creo que haya nadie a quien pudiera estarle más agradecido.

Para mi sorpresa guardó silencio.

Solo con eso supe qué era lo que pasaba.

—Te da miedo verle en el estado en que está —sentencié.

Sin que pudiera añadir nada más, sin la más mínima opción, y sin aviso previo, los ojos de Miriam estallaron en lágrimas.

Todo lo que pude hacer fue abrazarla, indeciso y torpe porque no esperaba que se rompiese en ese momento.

SLADERS (II). LA LLUVIA DE FUGACESWhere stories live. Discover now