13. Festín carmesí

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   —Ahora, baja tu pantalón

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   —Ahora, baja tu pantalón.

   —¿Seguro que debemos hacer esto?—preguntó un temeroso azabache.

   —Yuuri, tú me amas ¿cierto? Por eso esto es necesario.

   Viktor tomó el cuchillo y se dirigió hasta la pierna al descubierto de Yuuri, éste cerró sus ojos fuertemente y esperó el filo en su piel.

   El peliplata posó el arma sobre la pálida superficie y se dispuso a correrlo, pero antes dio una ligera caricia, una caricia llena de cariño. Corrió el cuchillo de forma rápida y precisa, generando una herida algo profunda y que no tardó en soltar el líquido rojizo.

   Su sonrisa se extendió al ver lo que emana de la herida, dejando ver su sádico ser.

   El pequeño azabache comienzó a lagrimear, el mayor se percató de ello y le miró con pesar.

   —No llores Yuuri, mira la hermosura que ha salido de ti.—Viktor acercó su rostro hasta la herida recién hecha y aspiró el aroma, como un león olfateando su cena. Posó su dedo sobre ésta y removió el líquido, contemplándolo por unos segundos para después, llevárselo a la boca.

   El menor lo veía con nerviosismo a la vez que con intriga. No podía creer que Viktor le hubiera pedido algo así cuando hace tan solo unos días lo había reprendido por herirse. Aún más, no podía creer que su novio estuviese comportándose como todo un vampiro ante su sangre, era simplemente macabro.

   —M-me duele mucho, Viktor—mencionó aún con el rastro de las lágrimas sobre sus mejillas.

   —No llores, copito, solo será esta vez, necesito una prueba de que en verdad me quieres.

   Dichas sus palabras, el mayor se acercó y tomó ambas mejillas de su novio con sus ensangrentadas manos, llenándole un poco de carmesí, y depositó un beso en los pálidos labios.

   —¡Bien, tu turno!—exclamó con singular alegría mientras le entregaba el cuchillo.

   —¡¿Q-qué?! No me dijiste que debía hacerlo, me va a doler mucho, yo...

   —No te lo harás a ti, copito.—Soltó una ligera risa.

   —¿E-entonces?—tartamudeó, temeroso.

   Fue entonces cuando el peliplata procedió a bajar su pantalón, revelando sus piernas llenas de cortes.

   Es aquí cuando la mente de Yuuri colapsa. Ver tantas marcas en la piel de su novio lo hizo reflexionar sobre todo lo que Viktor estaba obligado a ocultar todos los días, no, no se refiere a las marcas, sino a sus sentimientos.

   Cualquiera que viera semejante escena pensaría que Viktor es de aquellos chicos que cortan su piel para desahogar sus penas, pero no. Yuuri acababa de comprobar que no era así. Al peliplata le encantaba la sangre y ahora lo creía capaz de cortar su propia pierna con tal de gozar del festín carmesí.

Inexistente [Terminada]Where stories live. Discover now