15. Accidente. Parte 2

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   —Viktor quiero regresar a casa—dijo el temeroso azabache

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   —Viktor quiero regresar a casa—dijo el temeroso azabache.

   —Yuuri... Mi precioso copito de nieve, eres tan adorable. Aún te falta mucho por conocer.

   —¿Cómo qué?

   —Como esto—dijo Viktor, extendiendo su brazo, dejando ver las pequeñas gotas de sangre—. Mira la belleza de la sangre, aspira su delicioso aroma, siente su tersa textura...

   El temeroso japonés estaba estático viendo a su maniaco novio decir aquellas palabras que le parecían absurdas y hasta cierto punto atemorizantes.

   Pero había algo que no podía negar, amaba a Viktor, su vida había mejorado considerablemente desde que  apareció, no quería alejarse de él.

   ¿Qué debería hacer? ¿Debería pasar por alto las extrañas actitudes de Viktor? Todo tenía una razón, aún si era solo diversión, su novio debía saber lo que hacía.

   El peliplata posó su dedo carmín sobre su mentón y su rostro se tormó pensativo.

   —¡Ya sé! Es muy poca sangre, lo que tú necesitas es algo más grande. ¡Vamos!—Tomó la mano del japonés y se pusieron en marcha.

   ¿Algo más grande? ¿A qué se refería? Ya no quería ver ni una gota más de sangre, pero sus deseos no serían escuchados.

   Ambos caminaron por varios minutos, abandonaron el parque y pasaron por unas grandes escaleras que llevaban a un puente.

   —¿A dónde vamos?—preguntó Yuuri.

   —A ver algo más emocionante.

   Llegaron a lo alto del puente, el viento soplaba con gran fuerza y la oscuridad de la calle hacía resaltar las luces de la ciudad. La vista era definitivamente hermosa, lo que hizo a Yuuri esbozar una sonrisa e ignorar por completo lo que hacía su novio.

   Mientras Yuuri disfrutaba de la vista, Viktor soltaba uno de los barrotes que conformaban el puente, la tarea era difícil pero pudo ayudarse bien gracias a la navaja que mantenía.

   Los ojos chocolate se posaron sobre el peliplata.

   —Viktor ¿Qué haces?

   Rápidamente el nombrado tomó su mano y se escondieron en una esquina del puente.

El sonido característico de un auto se escuchaba a la distancia.

   —Fíjate en esto.

   Un auto de color rojo pasaba a toda velocidad por la solitaria avenida. El ruso espero el momento justo, elevó el barrote por fuera del puente y lo soltó.

   Yuuri miraba con horror como el artefacto caía en el parabrisas del auto, haciéndo que éste perdiera el control, estampándose sobre la estantería de una tienda.

Inexistente [Terminada]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora