37. Presentimiento

259 39 21
                                    

   Los ojos marrones no podían creer lo que estaban viendo

Ups! Ten obraz nie jest zgodny z naszymi wytycznymi. Aby kontynuować, spróbuj go usunąć lub użyć innego.


   Los ojos marrones no podían creer lo que estaban viendo.

   Detrás de la casa había un pequeño jardín, este se encontraba parcialmente calcinado, pero eso no fue lo que le heló la sangre. En el lugar había varios elementos bastante inquietantes: velas negras, un frasco con un contenido desconocido pero del cual podía aprecia un pico, tal vez de algún animal, al igual que algunos huesos, no había manera de saber si eran humanos, aunque no quería saberlo realmente, sin embargo lo que hacía más macabro el escenario era un desgastado y roto tablero ouija.

   Al parecer ese lugar había sido utilizado para algunos trabajos bastante oscuros.

   Yuuri retrocedió, con claro signo de temor, pero se detuvo al sentir a alguien detrás suyo. Inmediatamente volteó.

    —¿Qué pasa mamá? ¿Esto te asusta?—era Phichit, quién mantenía una maniaca sonrisa en su rostro, el cual poco a poco perdía la inocencia de un niño.

    ¿Acaso... ellos había hecho esto? No, no podía ser. ¿Acaso Viktor también estaba involucrado? Eran demasiadas las preguntas que carcomia su mente.

    El niño moreno pareció deducir los pensamientos del azabache y soltó una pequeña carcajada.

   —No mamá, no fuimos nosotros. Eso lleva años aquí.

    Al lugar se aproximaron Viktor y Yuko.

    El peliplata rompió en risas al ver la expresión de miedo de su novio.

   —¿Te sorprende eso, copito? No es más que basura, no tienes porque temer. Hay otras cosas que asustan más.

    Las palabras de su novio no ayudaban en absoluto.

    No quería estar ahí, algo en su interior le alertaba qué debía alejarse. Además si esos trabajos estaban ahí significaba que alguien lo tomó como su lugar predilecto para eso, por lo que los niños corrían peligro si seguían viviendo ahí.

    —Vamonos de aquí por favor—suplicó Yuuri, acercándose a Viktor y recostando se en su pecho—. Busquemos otro lugar pero por favor vámonos.

   —¡Yo no me quiero ir!—exclamó molesta Yuko.— Esta es mi casa y quiero que mamá esté con nosotros.

    —Yuko, no es seguro este lugar, podemos conseguir otro—insistió Yuuri.

    —¡NO! ¡Yo quiero estar aquí!—la actitud de la niña era un poco extraña pues comenzó a llorar y sin más se fue corriendo a la habitación con dos camas, cerrando la puerta estrepitosamente.

    Estaba confundido, ella no solía ser así. ¿Tan importante era esa casa para ella? ¿Deberían quedarse ahí?

   La sensación en su interior le decía que saliera corriendo de ahí con todo y los niños, pero si lo pensaba bien ¿A dónde irían? No podía pensar en llevarlos a su casa, y la casa del árbol no era un buen lugar, el estado crítico del invierno estaba por llegar y se congelarían ahí.

Inexistente [Terminada]Opowieści tętniące życiem. Odkryj je teraz