Inexistente [Terminada]

69. Penitencia.

   —¿...A dónde vas?—Se atrevió a preguntar un niño de piel morena.

   Aquella silueta se dejó ver entre los rayos de luz de la luna. Su figura era delgada, casi demacrada. Su piel era blanca como la porcelana... Como la de un cadáver, a excepción de unas marcadas ojeras en sus ojos. Su cabello era azabache y sus ojos eran marrones, sin embargo, daban un brillo más que malicioso.

   —¿No te dije que no podías salir de tu habitación?—Aquella inexpresiva voz le hizo entrar con miedo nuevamente.

   La escena cambia, se escuchan gritos, gritos sin fin. Hay una figura... Ese cuerpo ha terminando con las vidas de cientos de personas, ese no es él, ese era el ser a quien más amó, aquel al que le entregó todo sin saberlo, incluso su cuerpo.

"Tu espíritu logró saciarme de esa agonía que me invade..."

   Abrió sus marrones ojos, siendo el techo blanco de aquel lugar lo primero que vio.

   Frente a él estaba aquel policía que siempre lo vigilaba. A sus lados no había nadie, supuso que todos estaban en el jardín en alguna especia de terapia, pero él tenía prohibido salir de su cama.

   Se podía ver por las pequeñas ventanas que era tarde, debía ser un poco más de medio día.

   La chica de cabellos oscuros se acercó a él, con esa expresión cálida que siempre había tenido desde que la conoció. 

   —¿Ya no tienes sueño, Yuuri?—En respuesta el azabache se sentó sobre la cama y abrazó sus propias rodillas, negando con la cabeza.

   —Aquel medicamento me hace dormir por horas, me cansé de estar durmiendo... Tengo horribles pesadillas—aclaró, la chica solo suspiró.

  —¿Qué sueñas? ¿Realmente son tan malas aquellas pesadillas?—Él asintió. No tenía muchas ganas de hablar pero no vio el porqué no hacerlo, de cualquier modo ya no tenía nada que perder.

   —Sueño con todo lo que hice... Aunque yo nunca quise que las cosas fueran de esa manera. Yo nunca quise dañar a nadie—confesó sin elevar la mirada, siendo más que honesto con sus palabras.