Inexistente [Terminada]

47. Vivo

   El aburrimiento era claro en los ojos del azabache. La clase había comenzado y el profesor en turno no dejaba de hablar, todas sus palabras no significaban nada para él.

   ¿Cómo había terminado así? ¿Cómo pasó de ser alguien apasionado por aprender ...a alguien a quien le aburría? Parecía una persona diferente, a veces no podía reconocerse a sí mismo.

   Le hubiera encantado tomar las riendas de su vida, volver al camino del bien, cumplir los sueños que tenía de niño, pero su estado emocional era su mayor obstáculo.

   No tenía ningún ánimo de existir, no tenía ninguna meta en la vida, ni siquiera sabía si viviría mucho tiempo. Ya nada le importaba.

"¿Para qué esforzarme en algo si siempre fracasaré?"

  Pensaba. Daba vuelta atrás en sus recuerdos, confirmando que nunca había sido bueno en algo, ni siquiera en los estudios la cual era la única cosa que de verdad disfrutaba. Siempre justificó sus malas notas con el rechazo de sus compañeros, pero ahora que esa excusa ya no tenía validez se daba cuenta que en realidad era un inútil.

  Sonrió amargamente mientras veía al profesor hablar, no podía entender una sola cosa de lo que decía.

   Le causaba gracia y nostalgia el recordar cómo se visualizaba a futuro de niño: un adulto responsable, inteligente, apuesto y profesionista. Nada de eso estaba en camino de cumplirse, al contrario, la meta se veía cada día más lejana.

  Regresó su vista a la ventana, suspirando con resignación. Se sentía tan mal por fallarse a sí mismo de esa manera. Al menos aún no terminaba en un hospital mental o en prisión, ese sería el factor final para dar por muerta aquella meta que nunca tuvo una lucha.

  ¿Qué podía esperar de una vida sin metas y sin sueños que cumplir?

   Sin embargo, tenía una familia ¿Verdad? Tenía a esos dos niños que le generaban gran cariño y a Viktor, a quien amaba...

   Lo sabía, su subconsciente sabía que esas personas a las que llamaba "familia" parecían corderos y en su interior eran lobos, pero la lucha de su concientes por mantenerlo de pie nunca le permitiría aceptarlo.

   Suspiró aún más triste. Debía permanecer con ellos, ese era su destino, el destino que él mismo había elegido... Pero entonces ¿Por qué se sentía tan mal?

   El sonido del timbre notificó que la clase había terminado, pero no sería mucha la diferencia. La próxima clase siempre era libre debido a la ausencia de un profesor. Algunos de sus compañeros utilizaban el hueco en el horario para aventajar tareas, hacer sus actividades extracurriculares o simplemente para conversar; pero Yuuri no hacía nada.