53. Asesino

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Atención, el siguiente capítulo continente descripciones de violencia.

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   La tensión había disminuido en el hogar de los Katsuki. Hiroko buscaba entre los cajones de un viejo mueble en la sala de estar. Buscaba entre un sinfín de documentos totalmente desordenados, hasta que unos pasos le alertaron que no estaba sola.

   —¿Qué haces aquí, Mari?—La joven de cabellos semi rubios se sentó perezosa en el sofá y tomó el control remoto de la televisión.

   —No puedo dormir, ya lo intenté pero es inútil. ¿Tú tampoco puedes?—preguntó a su madre.

   —No, tu hermano ha dado tantas sorpresas el día de hoy que al menos para mí es imposible conciliar el sueño. Prefiero ahorrar tiempo y buscar sus documentos para mañana mismo llevarlo al hospital.

   —¿Al hospital?—Una gran sonrisa burlona se formó en su rostro—. ¿Tu hijo volvió a tener una noche "salvaje" y necesita reconstrucción allá abajo o algo así?

   —Mari ya estoy cansada de tus bromas de pésimo gusto.—La nombrada hizo un rostro amargo—. No esa clase se hospital, lo llevaremos a uno donde no podrá seguir avergonzando a nuestra familia.

   —Ya era hora, ese niño me genera muchas burlas en la facultad, dicen que parece un fantasma ¿No has visto la cara de cadáver que siempre tiene?—mencionó con fastidio.

   —Mañana termina el problema.—Hiroko tomó una caja de gran tamaño y se alejó de su hija—. Estaré en el estudio, no hagas mucho ruido, tu padre está durmiendo y merece descansar después de todas las emociones que hemos tenido hoy.

   —Sí, sí...—mencionó con fastidio y encendió el aparato. En cuanto su madre se alejó de la sala, subió el volumen del televisor; realmente no era la hija tan perfecta que sus padres siempre presumían, pero los Katsuki estaban tan decepcionados de su hijo menor que trataban por todos los medios de enaltecer el nombre de su hija, ya que a sus ojos; era la única por quién valía la pena preocuparse. 

   El sonido del televisor y las risas de Mari llegaron hasta el piso de arriba, donde una de las habitaciones se abría lentamente, del interior un azabache con la mirada clavada en el frente salió, en su mano derecha portaba un bate de béisbol de madera.

   Con confianza entró en la habitación de sus padres donde solo su progenitor dormía, tan plácidamente, tan tranquilo; lástima que esa paz estaba a punto de ser aniquilada.

   Se detuvo frente a la cama unos segundos, solo viéndole fijamente. Lo intentó, intentó buscar algo bueno en su padre, algo que interrumpiera el destino falta que estaba a punto de darle; vaya que lo intentó.

   Pero a su mente solo venían aquellas muestras de desinterés total, aquellos insultos y gritos que recibió por tantos años, aquellas muestras de odio donde le deseaba la muerte al ser a quien le dio la vida. Cada golpe, cada humillación, cada agresión se quedaron marcados no solo en su cuerpo, también en su mente, dejándole heridas que tal vez nunca sanarian.

Inexistente [Terminada]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora