65. Destrozado

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   Por los pasillos oscuros y grises de una estación de policía,  caminaba un hombre con una bata blanca y un pequeño maletín en sus manos

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   Por los pasillos oscuros y grises de una estación de policía,  caminaba un hombre con una bata blanca y un pequeño maletín en sus manos. A sus costados dos policías lo resguardaban y detrás venía aquel hombre que había capturado y buscado al azabache por tanto tiempo.

   Tres días habían transcurrido desde que ocurrió la captura. Japón entero estaba en caos ante la noticia que había dejado en shock al país entero:

"Atrapan al asesino más prolífico y joven de Japón"

   Al leer aquella noticias la gente quedaba impactada, creían que tal vez era un joven que comenzó su vida delictiva desde joven, que era extremadamente peligroso, que era un total psicópata, que los policías lo tenían en una celda de alta seguridad y que el chico tal vez ya estaba planeando como salir para ir tras su siguiente víctima. Pero nada más alejado de la verdad.

   Los policías y el hombre de elegantes ropas se detuvieron en una celda. La puerta de ésta fue abierta, dejando ver en un rincón, sentado en el suelo y con las manos esposadas a su espaldas, un chico azabache que murmuraba cosas inentendibles.

   El hombre de vestimentas elegantes se acercó a él, pese a todo parecía tranquilo.

   —Yuuri. Soy el doctor Akiba. ¿Me recuerdas? 

   El nombrado ni siquiera le miró. Aquella mirada marrón estaba perdida en algún punto inexacto de la fría celda. Movía sus labios ligeramente, como si articulara palabras que solo él podía escuchar.

   —Yuuri...—volvió a llamarle, pero no hubo respuesta. Sus intentos por llamar su atención parecían inútiles, tal como los días anteriores. Justo cuando abandonaba toda esperanza de poder avanzar, el azabache le miró. —Yuuri ¿Puedes escucharme?

   —¡Shhhhhh! ¡Ellos nos van a encontrar! No debes hablar alto...—Sus labios se habían curveado en una sonrisa, siguiendole una escandalosa risa... o algo así. Su risa parecía una lucha entre morir de risa y un llanto desconsolado. De pronto toda reacción en su rostro desapareció, tan drásticamente como llegó—. Aunque... De cualquier manera... Nadie nos está buscando.

  Permaneció en silencio viendo al vacío por unos momentos, parecía que se había desconectado de nuevo, pero de pronto volvió a sonreír y habló.

  —¡Está bien! ...Ellos no lo van a hacer, no me van a dejar solo... Nunca voy a estar solo de nuevo...

   El médico le tomó de los hombros y lo hizo girar un poco, dejando ver sus muñecas sangrando, totalmente desgarradas, tal vez producto de todos los intentos que hizo por liberarse.

Inexistente [Terminada]Where stories live. Discover now