66. Desesperanza

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   En una cama de hospital, con las sábanas tan blancas como las paredes, una figura contrarrestaba con ese puro color

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   En una cama de hospital, con las sábanas tan blancas como las paredes, una figura contrarrestaba con ese puro color. El azabache permanecía ahí, una de sus manos colgaba de la cama y se balanceaba de un lado a otro en el aire. Sus ojos estaban completamente perdidos; totalmente fuera de ese mundo.

   Varios hombres y mujeres de vestimentas blancas estaban reunidos al lado de aquel peculiar chico. Frente a ellos y hablando había una mujer de avanzada edad con misma vestimenta.

   —¿Quién se encargará del chico?—preguntó la mujer con expresión mal humorada mientras veía una tabla en sus manos.

   Todos comenzaron a murmurar, nadie quería cuidar al asesino más peligroso de Japón. Todos parecían intimidados por la presencia del chico, menos aquella mujer que tenía un aura inquebrantable.

   —Si no hay voluntarios elegiré yo...—Advirtió con un tono irritado. Fue entonces que alguien dio un paso al frente.

   —Yo me haré cargo del chico.—Una chica de baja estatura, cabello oscuro atado en un moño bajo, y ojos color ámbar había sido la dueña de esa voz.

   Todos enmudecieron, incluida la anciana quien la miró incrédula.

   —Alice... ¿Segura que podrás?—preguntó la mujer, pues esperaba que aquellos altos y fuertes enfermeros fuesen más valientes, pero no parecían querer ser voluntarios.

   —Sí, estoy segura—mencionó con una sonrisa mientras sus compañeros se dirigía a sus labores pues la tarea estaba asignada.

   —Ten cuidado niña—dijo la mujer mayor aún con incredulidad mientras le daba el expediente de su ahora paciente. Sin más, avanzó.

   La chica de oscuros cabellos se acercó al azabache. Éste seguía con su mirada apuntando a la nada, no emitía ningún sonido.

   Todos en ese hospital le temían. Un hospital con pocos recursos, todas las camas estaban juntas en filas, no había habitaciones para cada paciente, todos debían convivir, era por eso que hasta los mismos pacientes estaban alerta, como si ese chico fuese a levantarse y sacara una pistola para matarlos a todos. 

  Pero la chica no lo veía de esa manera. Se preguntaba cómo ese joven con rostro triste había terminado de aquella manera.

   —Me pregunto que pasará en tu cabeza...—Se dijo para sí misma, viendo con lástima al chico en la cama con la mirada perdida.

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Inexistente [Terminada]Where stories live. Discover now