62. Ciclo

194 25 21
                                    

   La luz del día era potente

Oops! This image does not follow our content guidelines. To continue publishing, please remove it or upload a different image.

   La luz del día era potente. El canto sonoro de las aves penetraba en sus oídos, generando una clara irritación.

   Levantó sus pesados párpados con un esfuerzo increíble y un dolor intenso en su abdomen. Tenía miedo y le dolía saber que un nuevo día comenzaba. Un nuevo día de ser fugitivo, un día más en la vida de un asesino.

   Se levantó de aquella vieja y polvorienta cama, a su lado no estaba su novio, aunque no era nada inusual, el peliplata solía salir a traerle comida aunque para él era lo mismo, comía solo para no morir que por gusto, no importaba qué fuera. 

   Vió la habitación totalmente difuminada, producto de la ausencia de sus gafas, llevaba tanto tiempo sin usarlas, aunque tampoco le importaba, aquella vieja y destruida habitacion lucía terrible difuminada, verla en alta definición debía ser aún más desagradable.

   Podía ver cosas cercanas pero de lejos todo eran sombras, pero ya se había acostumbrado a la ceguera e incluso la prefería, se pondría paranoico si pudiera ver el rostro de las personas, todas con una mirada apuntándole, aunque no es como si saliera mucho.

   Caminó hacia el destruido baño, el cual ahora ni siquiera tenía techo. Abrió el grifo pero como siempre no había agua.

   Suspiró desganado y optó por elevar su mirada hasta ese polvoriento espejo que luchaba por no partirse en pedazos. Tuvo que acercarse bastante para poder ver su reflejo, solo para bajar la mirada de nuevo en cuanto lo apreció.

   En el pasado cuánto hubiera deseado tener un delgado rostro, una máscara que reflejara madurez y no su infantil estampa, ser más alto, tener una mirada que no dejara ver su miedo al mundo.

   Ahora lo tenía, pero no quería verlo. Su rostro había cambiado, ahora no solo era delgado, sino demacrado, su pálida piel y grandes ojeras, así como la ausencia de sus gafas habían modificado su reflejo de manera colosal, aunque no positiva. Sus facciones finalmente se habían vuelto más maduras y no era para menos, pues ahora tenía diecisiete años.

   En dos años la policía no había logrado encontrarlo, ni a él ni a su "familia". Habían ido varias veces a esa casa, pero aquel escondite en el ático que tanto repudiaba siempre los salvó.

   Ahora tenía lo que tanto había anhelado, una familia, su cuerpo soñado, ya no recibía las humillaciones y el desprecio de sus padres y compañeros, entonces ¿Qué faltaba? Había algo en su realidad que no encajaba, algo que no estaba bien, pero no podía saber qué era. Estaba muerto y no sabía por qué.

   Salió de baño. Buscaría a Viktor o a los niños, al menos para no sentirse tan solo en aquella tétrica casa a la que nunca podría acostumbrarse.

   Al principio se cuestionó muchas cosas sobre él, pero ahora ya nada importaba, ambos eran asesinos ahora, ambos eran una basura. Su propio historial era conformado por víctimas repugnantes y el de su amado tenía algunas víctimas inocentes, y aún así se sentía igual de despreciable que Viktor. ¿Por qué? Porque la única persona inocente que asesinó hace dos años no le permitía sentirse de otra manera.

Inexistente [Terminada]Where stories live. Discover now