Inexistente [Terminada]

25. Anormal

   Yuuri salió corriendo del salón. Corrió por los pasillos, empujando a todo aquel que se cruzará en su camino, no importaba el género ni la edad; él se abrió paso frente al mar de gente.

   Llegó al baño y se encerró en uno de los cubículos. Sus emociones eran confusas, se sentía muy avergonzado y con miedo de las consecuencias, sin embargo también se sentía curioso, quería saber porqué había hecho eso, siendo el chico tímido y retraído que era.

   Su respiración estaba desbocada al igual que los latidos de su corazón, se sentía realmente confundido. Sin embargo una imagen llegaría pronto para darle paz mental, una imagen que borraría todos los malos pensamientos que le estaban carcomiendo la conciencia: Viktor con una gran sonrisa, viéndole orgulloso, sabiendo que su pequeño Yuuri ya no dejaba que lo molestaran, no como en el pasado, no más.

   Deseaba desde lo más profundo de su ser que sus compañeros, desde el infierno lo vieran. Por un momento deseó que estuvieran con vida y así hacerlos pagar por si mismo, pero no importaba, su amado Viktor había por fin hecho justicia.

   ¿Estaba mal defenderse? No lo había hecho en el pasado, tal vez era momento de hacerlo ahora.

   Su pobre mente buscaba cualquier excusa para justificar su acto, en un intento desesperado por no enloquecer con la verdad, esa verdad que dejaba claro que se estaba convirtiendo justo en lo que tanto le aterraba de su novio.

   Respiró profundo un par de veces y guardo la navaja en sus calcetines, pues si Jean abría la boca se la quitarían y debía estar preparado.

   Con un nuevo aire de tranquilidad salió del baño y se dirigió de nuevo a su aula de clases, al llegar ya había llegado el profesor por lo que solo se sentó en ese lugar que había causado conflicto momentos antes y trató, lo mejor posible, de prestar atención a la clase.

   Las palabras de los maestros no significaban nada, ya nada de lo que le dijeran importaba pues su mente se había echado a volar y no se veía próxima a regresar.

   Solo pensaba en algo: lo orgulloso que se sentiría Viktor al saber lo que había hecho. Sentía escalofríos de solo imaginarlo, aunque quizá lo haría cometer actos mayores. ¿Se atrevería a hacerlo?

   Una sonrisa se posó en sus labios y miles de ideas cruzaron por esa mente que poco a poco se volvía más oscura.