61. Hide and seek (Parte 3)

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   Era 24 de diciembre

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   Era 24 de diciembre. El pueblo de Hasetsu estaba en toque de queda a partir de las nueve de la noche debido a un misterioso asesino que llevaba ya bastantes víctimas en su haber. Aún no tenían un retrato claro del asesino y no había testigos, era como si ese tipo fuese un fantasma.

   Había un sospechoso, un adolescente cuya casa se había incendiado. Se habían encontrado los cuerpos de los integrantes de la familia menos el suyo y posteriormente se le había visto en una fiesta donde se cometieron otros dos homicidios por lo que todo apuntaba a él.

   Desgraciadamente no tenían ninguna foto del sospechoso pues el hogar se quemó con las muchas o pocas fotografías que ahí había. En su colegio había sido relativamente nuevo por lo que no alcanzó a entrar en el anuario escolar. Y su antiguo colegio también había ardido en llamas hasta los cimientos.

   Lo único que tenían era un diario. Un misterioso diario que no dejaba duda que él podría ser un asesino, autor de los 52 crimenes cometidos en los últimos dos meses en el pueblo, sumado a ello la sospecha de que él pudo iniciar el fuego en el anterior colegio al que asistió donde murieron al menos otras 50 personas entre las que estaban alumnos y docentes.

   Sin embargo en el pueblo vecino todo marchaba usualmente, tanto para las personas humildes como para las de altos ingresos.

   En una mansión de un área residencia apartada de la civilización, un hombre bastante mayor yacia en un sofá frente a la chimenea de su casa. Podía escucharse el sonido de niños corriendo y riendo. Sus pequeños pero eufóricos pasos bajaban por las escaleras dirigiéndose al frente de la chimenea.

   —¡Abuelo! ¡La cena está lista!—exclamó un pequeño de aproximadamente ocho años.

   —Voy enseguida.

   —No, no. Mamá me mandó por ti, dijo que te llevara al comedor.—Seguido de sus palabras tomó la mano del hombre de avanzada edad, ayudándole a levantarse.

   Ambos salieron del estudio, llegando al recibidor, donde se encontraron con una niña de aproximadamente diez años mirando fijamente por la ventana.

   —Kaori vamos, la cena está lista. Tu madre te espera—mencionó el hombre, pero la niña permaneció en el lugar, solo mirando a la ventana, lo que hizo que el hombre borrara su sonrisa.

   —Kaori ¿Qué estás mirando?

   Un silencio fúnebre inundó el lugar por unos cuantos segundos, los mismos que le tomó al hombre llegar hasta la niña que veía estática a la ventana.

   —Ahí.... La niña nos está viendo.—Fue lo único que dijo mientras señalaba la ventana.

   Fue justo en ese momento cuando las brillantes luces se apagaron y las canciones navideñas se detuvieron.

   —¡Mamá!—gritó el niño aterrado mientras salía corriendo del lugar. Sus pasos veloces se escucharon perderse entre el eco de la casa.

Inexistente [Terminada]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora