Demonio de Pandora (#1 Saga Devoción Inmortal) EDITANDO

71- Esta historia podrá no ser del todo feliz

En Sacred Sanctity los preparativos para la ceremonia ya estaban llevándose a cabo, LangXian estuvo en reposo por tres días en los que dio vueltas y vueltas en su habitación. No importaba cuánto intentara relajarse al tocar el GuQin, el resultado siempre era el mismo, sus dedos tensándose sobre las cuerdas y un chillido espantoso.

Varias mujeres le dieron prendas blancas, cortaron las puntas de su cabello dorado y lo asearon continuamente. Su piel blanca como la nieve era acariciada por los frágiles dedos de un par de mujeres. Ambas, al frotar su espalda lo hacían con suma delicadeza, aunque la curiosidad emergía en ambas, se mantuvieron calladas y ajenas en cuanto al par de grandes cicatrices. A LangXian realmente ya no le dolía ser tocado en esa parte de su cuerpo, sin embargo, recordar lo que alguna vez estuvo en esas heridas lo entristecía. Dibujaba en su rostro una sonrisa para agradecerles a las mujeres. Ellas habían escuchado terribles anécdotas del maestro sobre las montañas, pero al conocerlo y verle formar un gesto tan hermoso como una sonrisa humilde, no pudieron evitar enrojecerse y cuestionar los malos comentarios.

Siempre las despedía con gratitud y cordialidad. Pedía porque Amy llegara sana y salva al templo, o por lo menos que diera la vuelta a casa para dejarle cumplir a él con su deber. Prefería dar su vida que la de una chica inocente. Respiraba profundamente, se sumergía en insomnios eternos y aunque acariciaba las suaves sábanas blancas como las nubes, no podía cerrar los ojos o sentirse en paz.

Los del Buffet le hicieron practicar inedia por esos cuatros largos días, a él realmente no le afectaba pues ya lo había hecho anteriormente en las montañas. Cuando llegó el cuarto día y no escuchó nada sobre Amy, supo que el destino que le deparaba estaba justo ahí. Conllevaba su cuerpo y quizá su propia vida, aunque la última no parecía ser opción. Solo deseaba que su alma jamás desapareciera o vagara en el olvido. Si era consumida por el resentimiento, jamás podría sentirse en paz. No quería no tener un lugar en donde pertenecer.

—Es hora, maestro...

El miró sobre su hombro la silueta de la mujer más joven bajo el marco de la puerta, le hizo una reverencia con una mirada triste. Él dio media vuelta, esbozó una sonrisa y asintió con ternura. Pudo percatarse de las lágrimas de la doncella recorrer sus mejillas, sus labios temblorosos luchaban por mantenerse juntos, no deseaba pronunciar alguna palabra que le rompiera el corazón o rogara para que no lo hiciera.

Pero la decisión de LangXian ya estaba hecha, no daría un paso hacia atrás. Su padre lo había instruido a seguir adelante, siempre adelante. Con la frente en alto y el corazón en la mano. Había sido vestido con una túnica blanca que se arrastraba por el suelo, era ancha y muy pesada, los bordados en las mangas eran negros con dorado y sumamente elegantes. Su rostro había sido cuidadosamente lavado al igual que su cabello, en la frente le habían colocado un rubí pequeño, sus párpados habían sido maquillados con sombras rojas, perfectamente difuminadas. Pues el rojo representaba en su cultura la buena suerte y la larga vida. Además de atracción, fuerza y vigor. La parte superior de su cabello había sido sujetada por una pequeña pinza de oro al igual que unas horquillas con flores de loto hechas a base de rubíes. Su túnica tenía en la parte inferior de atrás un sinfín de plumas de pavorreal blanco con círculos rojos y en el medio negros. Eran extensas y delgadas, además de que se deslizaban por todo el suelo cuando caminaba. El pavorreal estaba relacionado con la belleza, gloria, sabiduría e inmortalidad. Finalmente fue cubierto con una capa blanca que llegaba de igual manera hasta el suelo, y su cuello fue enredado con una bufanda parecida a un velo. Era delgado y tenía brillos dorados.

Le hicieron cargar en las manos un collar de perlas preciosas unidas por un hilo rojo. Cuando finalmente terminaron de arreglarlo y cubrirlo adecuadamente, las mujeres lo guiaron en silencio al centro de la academia. Había una multitud esperándolo con ansias. Sería sentado en un trono de oro, en la posición correcta sobre la plataforma de mármol para ser alcanzado por la energía del bosque.