III. Ultimátum

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Llegó tan agotada como cabreada y, nada más abrir la nevera para servirse un vaso de agua, las palabras de su padre retumbaron en su cabeza con casi tanta fuerza como lo habían hecho en la discusión que habían tenido en la oficina.

"O te comprometes ya con alguien, o voy a encargarme yo de que lo hagas".

Un ultimátum es lo que habían sido esas palabras. Lo que se traducía a que, o se buscaba una pareja de una buena vez o su padre iba a comprometerla con el primer cazafortunas que encontrase por ahí.

Y la idea no podía causarle más escalofríos.

-Madre mía— se espantó la Rafi al llegar a la cocina y advertir el portazo que dio la puerta del frigorífico—, ¿te has levantado hoy con el pie izquierdo?

Alba le lanzó a su madre una mirada que la hizo callar. La mujer suavizó la suya y se sentó frente a ella en la mesa de la cocina, observando la cabeza gacha de su hija y el vaso de agua cada vez más vacío.

-¿Has vuelto a discutir con tu padre?— adivinó.

La pequeña asintió levemente.

-¿Qué te ha dicho ahora?

-Que si no me busco novio, él se va a encargar de hacerlo— murmuró tan bajo que la Rafi casi no pudo oírla. Los nudillos se le estaban poniendo del color de la leche de tanto apretar el vaso, así que su madre estiró la mano y la colocó sobre la suya, para que aflojara el agarre.

Aquello la hizo suspirar. Miguel Ángel estaba siendo demasiado duro, puede que ella misma también se pasara a veces, pero sabía que su niña tenía una muy buena razón para no tener pareja. El problema era que no quería decírselo, así que ella se empeñaba en presionarla para que estallara de una vez.

Pero Alba tenía una paciencia tan fuerte como su carácter, y por mucho que la Rafi la presionara jamás iba a confesarle el verdadero problema. Su temor a las relaciones sexuales únicamente existía para Sabela, María y Julia. Nadie más sabía de él y seguiría siendo así por ahora.

Sabía de sobra que el confesárselo a su madre supondría ir de cabeza a un psicólogo y es lo que la muchacha llevaba evitando todo ese tiempo.

-No va a hacer eso— decidió calmarla.

-Sí que lo va a hacer, mamá— contraatacó la mayor de sus hijas—. Lo sé, lo vi en sus ojos, estaba decidido a hacerlo— se levantó cabreada de la silla para dejar el vaso en el fregadero—. ¿Y sabes qué? Por mí se pueden ir a la mierda él y su empresa— gruñó con rabia—, yo nunca he querido heredarla y él lo sabe.

Su madre se levantó para tranquilizarla.

-Mamá, que sólo tengo veintidós años...— susurró contra el cuello de la Rafi— Yo no quiero casarme todavía.

-Y no te tienes porqué casar, sólo echarte novio... o novia— la miró divertida, la mujer sospechaba que la razón por la que su hija no llevaba pareja a casa era su homosexualidad, teoría que se le iba a pique cuando la veía mirar a Carlos.

-Mamá, te he dicho muchas veces que soy hetero y que la tía del otro día ni siquiera es amiga mía— la regañó recordando cómo se había puesto cuando vio a Natalia dejarla en la puerta de su casa a través de la ventana.

-De acuerdo, de acuerdo, yo no digo nada— levantó las manos fingiendo inocencia—. Pero volviendo al tema, ¿por qué no sales con Carlos? Sé de sobra lo mucho que te gusta y lo mucho que tú le gustas a él...

Se abstuvo a rodar los ojos. Era evidente lo muy enamorada que estaba de su mejor amigo, y más evidente todavía que era correspondida, pero no se atrevía a lanzarse a la piscina por el fantasma que la rondaba todo el tiempo.

Rapport // AlbaliaWhere stories live. Discover now