XXII. Caja de Pandora

17.5K 926 612
                                    

-Eh, Nat, ¿estás bien?

Levantó la cabeza buscando la voz perteneciente a quién le había hecho esa pregunta, y se encontró con los ojos verdes de su mejor amiga, que se había acercado a su lado y ni siquiera había llegado a darse cuenta.

-Sí— esbozó una sonrisa forzada—, ¿por qué no iba a estarlo?— murmuró intentando sonar más creíble, aunque sabía de sobra que eso con Alicia no funcionaba.

En su ceño fruncido se lo notó.

-No sé— su tono sarcástico le hizo desviar la mirada—, ¿porque antes no dejabas de sonreír y desde que has vuelto de la cocina sólo te has sentado aquí toda pensativa tal vez?— la preocupación brillaba en los iris oliva de la pelirroja— ¿Ha pasado algo con Alba?— preguntó en esta ocasión con la voz muy baja.

Natalia suspiró.

Qué no había pasado, pregunta mejor— pensó para sí misma.

Desde que la rubia le había pedido que se fuera de la cocina, esas palabras no dejaban de hacer eco en su mente, clavándose como una daga en su pecho cada vez que retumbaban en el interior de su cabeza.

No tenía ningún derecho a sentirse así sin embargo, que la valenciana hubiera despertado unos pequeños sentimientos en ella no significaba que fuera responsable de su dolor.

Pero tampoco podía hacer nada al respecto, por mucho que deseara no sentirse de esa forma, el repentino rechazo de la otra le había calado el alma. Sólo ella era la culpable de sentirse de esa manera y todo lo demás sobraba.

Ni siquiera debería haberse dejado llevar por sus emociones, ¿qué pretendía conseguir besándola? Hasta ahora sólo lo habían hecho para fingir o para curar la fobia de Alba, para nada más.

Era gilipollas.

-No es nada, Ali— volvió a formar una sonrisa forzada—. Sólo estoy un poco preocupada por el empiezo de la uni— se excusó a pesar de que sabía perfectamente que su amiga no le creería, no obstante, la voz de la protagonista de sus pensamientos interrumpió sus intentos por descubrir la verdad.

-¡Ayudadme con las palomitas!— gritó Alba desde la cocina.

Sabela y Julia se levantaron para socorrer a la artista, volviendo con los cuencos cargados de palomitas calientes. Olivia y Alicia compartieron uno, Sabela y Julia otro, la Mari cogió otro más y...

-Toma— levantó la vista hacia la chica con los ojos más bonitos que había visto jamás y vio en ellos algo que no pudo descifrar, parecía arrepentida. Desvió la mirada por su brazo hasta dar con el bol cargado de palomitas que le tendía—, son de mantequilla, como a ti te gustan.

La pequeña sonrisa que se abrió paso en su bonito rostro de porcelana le sacudió el corazón, haciéndola tragar duro y bajar la mirada antes de que la intercalara entre el bol que todavía le estiraba y sus ojos miel verdoso.

-Nat, se me va a cansar el brazo— se rió desde arriba, por lo que Natalia no pudo evitar perderse en el movimiento de sus labios al estirarse hasta hacer encoger sus dulces ojitos.

Carraspeó antes de agitar la cabeza y alargar el brazo para tomar el cuenco con sus largos dedos.

-Gracias...— musitó con poca voz, todavía confundida por el cambio de actitud tan repentino que había tenido.

Osea, hacía diez minutos la había echado prácticamente de la cocina, víctima de un hetero-ataque.

Con ojos todavía incrédulos, siguió sus movimientos hasta que se sentó justo a su lado para compartir el recipiente con María, quien estaba sentada justo al otro lado y toqueteaba el mando de la televisión para buscar la película que iban a ver.

Rapport // AlbaliaWhere stories live. Discover now