XXVIII. Su salvavidas

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Dificultades de aprendizaje era una asignatura que la había enamorado desde el momento de presentación de la misma. No obstante, no había sido sólo porque los trastornos— manifestados por dificultades significativas en la adquisición y uso de la capacidad para entender, hablar, leer, escribir, razonar o para las matemáticas— fuera un tema que le apasionara, sino porque se trataba de una asignatura que impartía Noemí Galera.

Pero aquella tarde de viernes, su móvil no dejaba de vibrar en el bolsillo lateral de su chándal Kappa, por lo que tuvo que hacer a un lado sus apuntes y comprobar quién era la persona que no dejaba de mandarle mensajes.

Descubrió que se trataba del grupo, recordando y discutiendo sobre varios asuntos relacionados con la fiesta que tendría lugar esa misma noche en casa de María.

"Yo voy a bbr con Joan"

"Negrita"

"Albiwi tu q vas a bbr???"

Ese era Carlos, ni siquiera lo tenía agregado, pero el "Carlitoss" que aparecía junto a su número de móvil era inconfundible.

Continuó leyendo los mensajes por encima, en busca de encontrar algo importante entre tantas notificaciones. Sin embargo, entre más de doscientos mensajes, lo único que le sirvió fue leer a Álvaro y Marta avisar de que al final podrían asistir a la reunión.

Finalmente, salió del chat para contestar varios mensajes individuales que tenía acumulados de hacía ya unos días y, sólo entonces, hizo el teléfono a un lado para intentar concentrarse de nuevo en apreciar los distintos tipos de transtornos que reflejaba el tema uno de la propia asignatura.

No obstante, ya había perdido la concentración, así que optó por cerrar el libro y dar por terminada su sesión de estudio de la semana. Ciertamente ya iba al día y sólo estaba repasando lo ya anteriormente machacado.

Decidió agarrar un libro de su estantería para matar el tiempo hasta que Alba volviera de la oficina. Se sentó en el sofá del salón con El Lazarillo de Tormes entre las manos y se dispuso  a continuar por donde lo había dejado, mientras iba picando del plato con donuts de chocolate y el batido del mismo sabor que había preparado.

Kion descansaba a su lado con la cabeza encima de las dos patas delanteras, Alba había ido a recogerlo a casa del catalán hacía ya unos días.

Y hablando de la reina de Roma...

-¡Hola, pequeñín!— la escuchó entrar por la puerta y recibir al animal entre mimos, que había salido disparado en su encuentro.

Se giró y verla encajada en el traje azul marino que habitualmente se ponía para ir a la empresa le hizo morderse el labio sin siquiera pararse a disimularlo.

Dios, Alba Reche.

-Hola— la saludó con un beso en la mejilla al llegar a su lado—, ¿me has robado los M&M's?— preguntó con una sonrisa pequeña al divisar el paquete que descansaba encima de la mesa de centro.

-Sí— rió la pamplonica revolviéndose el flequillo con una sola mano—, pero sólo me he comido los amarillos, no te rayes.

-Me da igual, Nat— se sentó a su lado al mismo tiempo que emitía un suspiro de alivio y se quitaba los zapatos junto a la chaqueta, aflojándose la corbata que colgaba de su cuello en el proceso—, como si te quieres comer la bolsa entera tú sola.

Su comentario la hizo reír, pero tras ello, un silencio cómodo las envolvió hasta que Alba se levantó con la excusa de ir a ducharse, pues ya se iba acercando la hora de acudir a la casa de María.

Natalia la imitó poco después, terminando la rubia por hacer la cena que había empezado la navarra para finalmente acabar comiendo las dos justo antes de partir en moto hacia la casa adosada en la que su novia de pega le había indicado que vivía su compañera de trabajo.

Rapport // AlbaliaWhere stories live. Discover now