XLVII. Quiero hacer el amor contigo

30K 1K 1.1K
                                    

Este cap va dedicado a una personita muy especial experta en comerse todas mis ralladas, aconsejarme como nunca nadie lo ha hecho y, bueno, no voy a ponerme cursi por aquí, tú ya lo sabes todo. Yo no he escrito una canción, como dice Coldplay, pero espero que el capítulo esté a la altura porque, para ti pa' quien si no:


A tan sólo media hora de que el taxi que habían pedido las recogiese en la puerta de casa, Alba no conseguía terminar de aplicarse el eyeliner con la suficiente precisión, motivo por el que terminó por lanzar un gruñido al aire con el que apagó parte de su frustración.

¡¿Tan difícil era que ambos lados saliesen igual de simétricos?! Nunca había odiado con tantas ganas su trémulo pulso.

-¿Qué te pasa, baby?— apareció la que iba a ser su salvadora por la puerta, con el maquillaje al punto, como no.

Un rugido es lo que le dio en respuesta, antes de volver a extenderse el maquillaje del ojo con la toallita para empezar de cero otra vez sobre su párpado izquierdo. Porque siempre era el izquierdo, puto lado del demonio.

Se apoyó encima de la encimera del cuarto de baño y con el fino pincel volvió a delinear la raya oscura justo encima de sus párpados, protestando de nuevo al obtener otro resultado fallido más.

Se cagaba en la puta.

-Trae anda— el murmuro que soltó la morena antes de arrebatarle el delineador de la mano le hizo pegar un respingo, pues se encontraba tan ensimismada en ello que ni siquiera se llegó a percatar de que se había posicionado a su lado—, si te estresas no va a salirte bien nunca— continuó diciendo tras sentarla sobre el retrete para pintarle ella misma aquella raya del demonio.

Se dejó hacer bajo las manos expertas de la pamplonica, que con una maestría innata prosiguió a marcar aquella línea a la perfección, ahorrándole todos sus problemas de inmediato.

-Gracias— le dijo al inspeccionarse en el espejo y notar que evidentemente había hecho magia—, algún día vas a tener que enseñarme cómo lo haces.

La morena se encogió de hombros.

-Es simple práctica— le restó importancia segundos antes de que un silencio sepulcral se instalara entre ellas de manera que la valenciana se vio absorbida por la belleza que enmascaraba aquel ángel oscuro.

Con aquel traje vino tinto que parecía haber sido hecho a la medida únicamente para ella, la camisa blanca que se ceñía a su musculoso torso y la corbata color azabache que iba a juego con el tono de sus mechones negros.

Que nunca se quitara los trajes por favor.

-Eres guapísima— musitaron al unísono tras una inspección mutua que acabó en risas tras el piropo tan espontáneo por parte de ambas. Se acercó a ella sin poder evitarlo y la rodeó con los brazos con cuidado de no manchar aquella vestimenta divina.

Natalia terminó por depositar un suave beso sobre su cabeza y la apremió dándole la mano para esperar al taxi que no tardaría demasiado en llegar para llevarlas directamente hasta el evento al que habían sido invitadas por la empresa de la rubia.

Cada año, a finales, la empresa de Alba organizaba un evento de etiqueta para todos los trabajadores de la misma con el fin de agradecer el arduo trabajo a todos los empresarios de ella. Ese año se adelantó unas semanas, por lo que en pleno noviembre las chicas se preparaban para asistir a dicha ceremonia.

-Voy a sacar al perro, baja tú las persianas y ve apagando las luces, pero deja el televisor encendido por si acaso— le indicó la más alta mientras llamaba al animal para pasarlo al jardín en donde le acarició las orejas con cariño antes de volver al interior, mientras tanto, la valenciana obedeció las palabras de la pelinegra— ¿Nos vamos?

Rapport // AlbaliaNơi câu chuyện tồn tại. Hãy khám phá bây giờ