Epílogo

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IMPORTANTE LEER LA NOTA FINAL

Superar los peores temores de cada uno nunca es fácil. El ser humano tiende a huir en lugar de enfrentar a la primera de cambio y les supone un esfuerzo sobrenatural plantar cara a este tipo de situaciones, y eso era algo que Alba había tenido que aprender por las malas.

Su relación con Natalia nunca fue fácil, había estado llena de altibajos por los que ambas habían tenido que pasar para llegar adonde estaban ahora, cuatro años después pero más felices que ocho felices, como diría la pelinegra de la pareja.

Por supuesto que sus miedos le volvieron a plantar cara en más de una ocasión, pero supo pararse a pensar y premeditar sus acciones, analizando la situación y sabiendo hacerles frente de cara, siendo su fuerte la visualización de la sonrisa de cierta morena en su mente.

Ya la había perdido una vez y no le gustó el resultado, no iban a ser dos veces.

Además que la navarra finalmente había terminado por convencerla para buscar ayuda profesional, ya no para superar nada, sino para desahogarse y soltar todo lo que llevara en su interior.

-Albi, yo creo que deberías hablar con alguien— le había dicho con la cabeza apoyada en su estómago desnudo y las manos recorriendo su abdomen en aquella cama en la que se echaron a descansar—. En plan, ya has conseguido curar tu fobia, pero es obvio que todavía hace falta pulir algunas cosas, mi amor— se adelantó a especificar antes de que ella pudiese decir nada.

Y había aceptado, tras una intensa y larga conversación con ella había aceptado. Lo mejor que pudo hacer, porque desde entonces les iba mucho mejor, su relación se había vuelto mucho más estable y prometedora. Estaba consolidada.

Incluso había conseguido llegar a enfrentar esa aversión a comerse las bolitas amarillas que tanto repudiaba.

-¿Eres capaz de comerte una?— le preguntó la pelinegra aquel día, mientras atacaban un paquete de M&M's frente a la televisión después de haber terminado con el bol de palomitas— Venga, inténtalo— la animó su novia con aquel cacahuete amarillo entre sus dedos, acercándolo a su boca a propósito.

Alba abrió los ojos en grande, y Natalia se vio reflejada a sí misma en aquella mueca, rechazando así la oferta de la pelinegra pero acompañando su evidente gesto de rechazo con una negación frenética de cabeza.

La navarra terminó haciendo desaparecer la chocolatina entre sus labios, masticándola con sus pequeños dientes y removiéndose su flequillo puntiagudo al tiempo que la observaba con ojos entrecerrados pero brillando por ella.

No obstante, volvió a agarrar una de nuevo y, sin perder la sonrisa que mostraban sus ojos con la que también lo hacían sus labios, empezó a hacer sonidos extraños con la boca, intentado simular el de un tren, antes de acercar la golosina a sus labios y haciéndola salir entre carcajadas fuertes en el acto.

Natalia y sus tonterías.

-Para, Nat— le pidió entre carcajadas y huyendo de ella para cobijarse en la esquina opuesta del sofá a la que estaba la más alta, que seguía persiguiéndola con la chuchería en la mano.

-¿Has sido capaz de superar tu miedo a las relaciones sexuales y no eres capaz de comerte una bolita de estas?— exageró ella abriendo los ojos en grande y adoptando esa mueca que la caracterizaba que también había esbozado la más baja que se escondía detrás de su camiseta de Metallica unos minutos antes.

La morena giró la cabeza para observar el caramelo con sus soles curiosos, poniendo los ojos bizcos en el acto y haciendo reír a la otra más fuerte todavía, retorciéndose entre risas allí sentada.

Rapport // AlbaliaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora