Capítulo 13: Los viñedos y Edric.

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"Los días en Karnak eran soleados y frescos, la brisa salina refrescaba en las mañanas y en las noches. Sin embargo, cada mañana era despertado por el sonido del choque de las espadas, cuando estaba al servicio de Martin DuPont, cada vez que escuchaba el choque de las hojas de las espadas, sabía que se trataba de vida o muerte, era matar o morir en el intento. Sin embargo, en Karnak cuando escuchaba el sonido de las espadas, era usualmente Ser Orlando, quien practicaba esgrima con los niños, enseñándoles el camino del caballero. El caballero era de buen ver, alto de espalda ancha y abdomen plano y esculpido, de brazos fuertes y torneados por una vida usando la espada, tenía cabello negro corto y ojos azules. Con una barba de candado. Y dientes sospechosamente blancos y sanos para su edad. En Normandía, los hombres tenían que buscar casarse a partir de los 14 para tener una vida de trabajo hasta los cuarentas o bien a los cincuentas. Pero Ser Orlando tendría 35 años en ese momento. Era el caballero más noble que había visto jamás y por un tiempo quise ser como él..." pensó Edric, entonces el sol cayó en los ojos del muchacho, cuando el joven señor se tapó la cara con su mano. Pudo reconocer que el hombre que yacía practicando bajo la terraza no era ningún Ser Orlando, sino DeBois quien se encontraba entrenando a los granjeros escuálidos, para formar una nueva guardia.

Aunque a decir verdad DeBois no tenía interés en entrenarlos, era más bien que se sentía aburrido y golpear a hombres muertos de hambre simulando que estaba en la batalla era aquello que le sacaba una sonrisa en el rostro. Sin embargo, no era todo tan malo, si esos hombres lograban sobrevivir a DeBois, un enfrentamiento con las tropas rebeldes de Hairam Balik sería pan comido.

--Mi señor...--dijo un hombre de cabellera rizada castaña y ojos verdes, el hombre era de tez bronceada por el sol. El hombre hizo una reverencia ante Edric. El muchacho lo volteó a ver.

--Amid, ¿que se te ofrece? —preguntó Edric.

--Es sobre la parcela que ordenó construir...--respondió Amid

--¿Qué con ella?

--No, yo que sé de agricultura, pero necesitamos que venga a ver esto. —respondió el hombre. Edric se mostró preocupado ya que esperaba sacar una vida de ese viñedo que había mandado a construir. Había ordenado que se trajeran arbustos de vid, desde Bizancio y había tratado de cultivarlos con diferentes tipos de uvas, ya que alguna de todas ellas tenía que darse en aquel árido lugar, y era una suerte, Después de que los Turcos saquearon la ciudad de Alessia, no sabían qué hacer con todas las viñas, ellos bien pudieron haberlas quemado como todo dentro de los muros de la ciudad, pero no fue así, fue una fortuna que Jussef conociese a uno de los generales y en cambio trajeran las viñas a Karnak.

Los dos hombres comenzaron a cabalgar por los senderos de tierra que los siervos de Edric habían construido, mientras ellos continuaban trabajando, arando la tierra y preparando la tierra para la próxima cosecha. Fertilizando las tierras trabajadas con las menudencias y tripas de pescado. Para reactivar la tierra, Al mirar a una familia donde un hombre de mediana edad con dos niños estaba enseñándoles a trabajar la tierra, Edric recordó a su padre y su vida en Normandía, En Normandía solían quemar la tierra para prepararla para la siguiente cosecha, pero las cosas parecían ser muy diferentes en Karnak y era por esa razón que Edric amaba ese lugar. Sin toda la pobreza que Francia le recordaba.

Sobre una meseta cerca del mar estaba el viñedo, los arbustos habían sido replantados en largas hileras. Cuando Lord Eisenbach estaba con vida, el hombre quería utilizar ese lugar para construir mejores casas para los siervos. Pero una cosa era Karnak durante el dominio de Eisenbach y otra muy diferente bajo el dominio de Bardo. Edric descendió de su caballo y caminó hacia el mozo de cuadra y le dio su caballo.

La Doncella de Hierro IIIWhere stories live. Discover now