Capítulo 45: La Desidia y Selene.

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Ambra retiró uno a uno los parches que tenía Selene en el rostro, aquella pomada de hiervas parecía estar funcionando, con cada parche que se ponía reducía la quemadura, reducía también el dolor que Selene sufría, la chica miró hacia el espejo que tenía en su tienda, pudo ver su mejilla en carne viva, Selene sabía que si sobrevivía le dejaría una cicatriz de por vida, no es que ella fuese una mujer bella para empezar, solo que ahora tendría un recordatorio de que ella no ere intocable en el campo de batalla. Había peleado en Orleans y había salido sin secuelas, había peleado en el bosque de Aquitania y en La Batalla de Versalles sin grandes secuelas, había peleado en Malta y en Alejandría sin problemas y ni siquiera había sido un enemigo quien le hizo aquella herida, había sido uno de los propios escorpiones que ella había mandado a construir antes de la batalla.

--No te preocupes. —dijo Ambra.—Mejorará con el tiempo.

--No me preocupa esto...—dijo Selene y llevó sus dedos hacia la herida.

--No te toques la herida, podrías infectarla. —dijo Ambra.

Ambra entonces tomó una botellita de alcohol y lo echó sobre la piel de Selene, la chica dio un grito ahogado a medida que la carne viva de su mejilla comenzó a sudar gotas de sangre. Ambra con mucho cuidado limpió con un pedazo de tela de lino, y luego untó un poco de pomada que tenía en un mortero sobre la venda, aquella pomada era de color verde y viscosa, pero Selene no podía negar que la llevaba en el parche, refrescaba su herida y no sentía tanto dolor. La maga entonces aplicó con delicadeza los parches sobre la mejilla y cuello de Selene. Selene sintió una frescura y una paz inmensa.

--Tengo que saber, ¿Qué es lo que lleva ese parche? Me hace sentir tan relajada y me ha ayudado a ir cerrando la herida. —dijo la chica. --¿Qué magia es la que aplicaste?

--No es ninguna magia, Doncella de Hierro, algunas plantas tienen simplemente propiedades curativas impresionantes.

--No, en serio Ambra, nunca antes había olfateado una planta como esta ni sentido algo como esto, me da una sensación fría como la menta, pero refrescante al mismo tiempo.

--Se llama Aloe.

--Aloe... ¿De dónde es? —preguntó Selene.

--Es de una planta que crece en estrella, los árabes la usan para tratar las quemaduras. —respondió Ambra.

--Selene... ¿puedo preguntarte algo? —La maga dijo su pregunta, su tono de voz había cambiado, usualmente hablaba con un tono armonioso y seguro, pero esta vez el tono era cuidado y casi inaudible.

--Por supuesto Ambra, tratare de responder a tu pregunta. —dijo Selene.

--¿Qué soy para ti Selene?, más allá de que te he servido, ¿Qué soy para ti personalmente?

--Pero qué clase de pregunta es esa Ambra, eres mi amiga. —dijo Selene. –Me recuerdas mucho a una amiga que tuve en Francia, sabía muchas cosas porque leía mucho, pero luego...se aburrió de viajar conmigo y con Jacques y decidió regresar a su casa. —dijo Selene.

Ambra sonrió y miro a Selene a los ojos.

--Gracias Selene, yo también he llegado a considerarte una amiga. —dijo Ambra. —Es por eso que no es fácil decirte lo que te tengo que decir.

--¿Qué pasó? ¿Qué ocurre Ambra? —le preguntó Selene.

--Siento miedo Selene, temó que alguien me quiera hacer daño. Hay gente en este gran ejército a los que no les agrado y buscarán cualquier forma de deshacerse de mí. —respondió Ambra. Las manos de la maga comenzaron a temblar, Selene las tomó en las suyas.

La Doncella de Hierro IIIWhere stories live. Discover now