Capítulo 21: Allys y William.

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"En ese momento había vuelto a chocar espadas contra Edward; mi tío, el hombre sonreirá mientras todos los guardias en el patio de armas miraban ansiosos. Mi hermano Astolf estaba sobre un tonel de vinagre comiendo una manzana. Riendo y burlándose de mis débiles brazos ya cansados por estar practicando toda la mañana."

--No le prestes atención Will. —dijo Edward. —Eres más fuerte de lo que crees. Ahora presta atención a esta forma.

Edward Lanfield entonces levantó la espada por arriba de su cabeza.

--La pose del halcón.—respondió William Lanfield.—Esta es una pose que de dominarla, te hará imparable en el campo de batalla Will."

Los recuerdos de William se disiparon cuando el muchacho deslizó la piedra de amolar sobre la hoja de su espada. El joven señor entonces alzó la mirada. El patio de armas se hallaba lleno de gente frente a él estaba el bastardo de Harald Webster. El hombre se colocaba la armadura, tras él estaba dos de sus abanderados ayudándole a poner el peto. Y sentados yacía Lord Friso Merrybound y sus dos hijos. Quienes habían venido a ver el juicio por combate como si fuese un duelo de demostración en alguna feria.

William no se dignó a verle a la cara. El joven señor se amarró las grebas a sus piernas y se aseguró que las hombreras estuvieran en su posición. Había pasado un tiempo desde que había usado armadura. Entonces su madre se levantó del asiento y caminó hacia William.

--Will, por favor piensa bien las cosas, aún no es tarde para frenar esto.—dijo la madre.

--Ya tomé una decisión.—respondió William. Y se levantó el joven señor dio un paso y su madre le tomó por el brazo.

--Will, si tú pierdes y mueres aquí, es el final. Para todos, el final de la casa Lanfield, el final de la niña, y el final de tu esposa. Piensa en Ekaterina.

William alzó la vista, Ekaterina se encontraba en un palco especial que habían construido. Con los dedos de sus manos cruzadas en señal de oración. Ciertamente William no podía simplemente abandonarla, a su suerte. Su boda había sido recientemente, y la comida sobrante todavía estaba fermentándose en los corrales de los cerdos. Pero luego William descendió la mirada de su esposa a la pequeña Dama, quien miraba horrorizada hacia su esposo.

--No puedo madre. —respondió William.—No puedo simplemente dejar a Allys sola en este mundo, sobre todo con alguien como Webster.

--¡Dile algo a este muchacho! —exclamó Helena al padre de William, el joven señor se acercó a William y puso su mano sobre el hombro del joven señor.

--William es Señor de Yarmouth, y ya ha tomado su decisión. —respondió el padre de William. —Nos corresponde a nosotros vivir con las consecuencias de sus decisiones. Sea cual sea el resultado de este juicio.

--Sabias palabras de aliento. —dijo William con un tono de ironía. El muchacho se levantó de su asiento al fin y se dirigió hacia el circulo. en el otro extremo también Harald Webster comenzó a caminar al círculo de petalos de rosas, cuando llegaron al centro el fraile un hombre viejo con una cruz de madera en su hábito sencillo caminó con dificultad al centro del círculo.

--Mis señores, mis señoras, y gente del vulgo, estamos aquí reunidos para ver la justicia de Dios sobre la potestad de Lady Allys Merrybound. Entre su señor esposo Harald Webster Conde de Sussex y señor del castillo y tierras de Kent. Y Lord William Lanfield Conde de Norfolk, señor de Yarmouth quien recibió por juramento ante el anterior cuidador de la joven dama, Beric Ursa de La Ciudad del Cruce en Normandía, la responsabilidad de ver por la seguridad de la susodicha. –respondió el fraile.—Que la justicia de Dios se rápida y certera y que no quede duda de....

La Doncella de Hierro IIIWhere stories live. Discover now