Capítulo 40: La Gran Batalla de Escalón y Jacques.

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El sol todavía no salía cuando Jacques montó su semental negro. El caballo encabritó cuando el muchacho se subió, Jacques todavía no se acostumbraba a pelear con armadura puesta. El muchacho entonces marchó con el resto de su unidad. Todos eran soldados en caballería ligera. Jacques hizo marchar su caballo, Jacques miró sobre su hombro, Selene estaba montando su caballo blanco y se dirigía hacia el frente. Hacia la batalla, Jacques hubiese querido estar con Selene, cada vez que se alejaba de ella sentía que su estómago se revolvía, tenía un mal presentimiento de que algo terrible iba a pasar en esta batalla que algo iba a pasarle a Selene.

Pero tenía que ser fuerte y estoico, la misión dependía del éxito de Jacques. Hairam Balik había dispuesto de 300 arqueros a caballos y 200 jinetes de Enrico y 150 de la milicia judía de Escalón. Ellos comenzaron a cabalgar lejos de la ciudad, aún acobijados por la penumbra. Cabalgaron varios kilómetros hacia un paso montañoso culto desde donde podían ver todo el campo de batalla, pudo ver las primeras explosiones de fuego de las balistas. Y luego la trampa de las arenas movedizas, así mismo vio cuando el ejército entró en combate.

--Debería estar allá abajo.—respondió Jacques.

--Yo también.—respondió Ser Sterlink.—Pero ya oíste a La Doncella de Hierro, tenemos que cumplir con nuestra misión. Los hombres siguieron caminando junto con sus caballos en aquel peligroso y pequeño sendero entre las montañas. Cuando avanzaron los suficiente pudieron ver el campo de batalla enemigo. Jacques tomó el catalejo que guardaba en sus alforjas y lo mismo hizo Ser Sterlink, los dos miraron hacia el campo de batalla.

Las tropas estaban horrorizadas con lo que pasaba más adelante en el campo de batalla, había un hombre con armadura dorada que se movía ansioso de un lado a otro junto con su caballería y camellería. Y más atrás sobre una pendiente estaba un hombre de largo cabello azabache con una barba bien recortada, el hombre vestía con una armadura simple de escamas de cobre y a su lado había dos jinetes con estandartes del halcón rojo.

--Ese de ahí es Al Mutah Alim. —dijo Ser Sterlink.

--¿Estás seguro? —preguntó Jacques. –El hombre con la armadura dorada tiene toda la pinta de ser un comandante.

--No, Al Mutah Alim no usaría armadura brillante en el campo de batalla, lo haría un blanco evidente. Además, los estandartes del Halcón lo delatan. —respondió Ser Sterlink. Comenzaron a descender por la pendiente y luego se acomodaron sobre una loma.

Con el catalejo Jacques pudo ver como Al Mutah Alim y el hombre con la armadura dorada comenzaron a discutir, Al Mutah Alim continuaba estoico mientras que el hombre de la armadura dorada agitaba los brazos en ira, el hombre entonces llamó a uno de sus caballerangos para que le trajese su caballo. El hombre lo montó y se unió a las filas de los jinetes que descendieron por el flanco derecho. Cuando los dardos de las balistas y los escorpiones explotaron sobre el cuerpo de caballería, fue cuando Al Mutah Alim hizo un leve movimiento y subió a su caballo. El hombre habló con otro de sus hombres y ordenó la retirada, el hombre comenzó a cabalgar con los demás jinetes.

--¡Es nuestra señal!—exclamó Jacques. E hizo trotar a su montura al golpearlo con las espuelas en el vientre, el caballo relinchó y comenzó a correr hacia la partida de jinetes sarracenos, tras Jacques el resto de los jinetes de su unidad. Los arqueros a caballos comenzaron a superar a Jacques y a apuntar con sus arcos hacia los sarracenos, Jacques no podía creer la fuerza que tenían aquellos hombres con las piernas para poder sostenerse de sus monturas mientras tensaban el arco. Una lluvia de flechas cayó en la retaguardia de los sarracenos.

--¡A por ellos! —exclamó Jacques, el muchacho desenfundó el hacha y comenzó a atacar con ella, enterrando el filo del arma en la espalda de los sarracenos. Los hombres gritaban y se caían de sus caballos.

La Doncella de Hierro IIIWhere stories live. Discover now