Capítulo 34: La Guerra Santa y Selene.

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Los jinetes fueron los primeros en llegar esa mañana. Eran comerciantes judíos que habían corrido sobre sus monturas una doble jornada y cuyos caballos ahora yacían apunto de desfallecer por el cansancio. Pero habían venido trayendo un mensaje fúnebre. Los carretones de suministros no habían sido completamente cargados cuando estos hombres después de caer de sus monturas corrieron a gran velocidad con la señora Ades.

--¿Qué ocurre? –le preguntó Sarah Ades.

--Mi señora. —dijo el hombre con falta de respiración. —Ya vienen...

--¿Quiénes vienen? —preguntó Sarah.

--Al Mutah Alim y el Sha de Persia. Comandan un gran ejército. Los vimos cruzar por Jerusalén hacia Jordania.

--Tienen pensado atacar Montreal. —respondió Selene.

--No.—Dijo el comerciante. —Los vimos seguir el camino del oeste...

--Vienen hacia aquí. —respondió Sarah Ades.

--Mi señora el rey Saladino sabe que le has traicionado, y a encarcelado a vuestro padre el señor Isaac en la prisión de Jerusalén. —respondió el comerciante. Sarah giró la cabeza hacia Selene esperando a que ella tuviese la respuesta. Jacques descendió del carro y se reunió con Selene. Los dos intercambiaron una mirada. Jacques asintió con la cabeza.

--Sarah, reúne a todos los hombres que puedas y dales armas, es hora de llamar al ejército de Palestina, mientras tanto yo enviaré mensajeros a Montreal. para que movilicen al resto del ejército. —respondió Selene.

--Doncella de Hierro, ¿está segura de esto? —preguntó Ser Sterlink.

--Sí, pelearemos aquí. —respondió Selene.—No conozco a Al Mutah Alim, pero estoy segura que podemos hacerle frente aquí.

--Doncella de Hierro me siento obligado a informarle que fue Al Mutah Alim quien planeó la batalla del Rio Jordán.

--Y fue el hombre que conquistó el Crac de los Caballeros en Siria. —respondió Sarah Ades.

--Lo se. —respondió Selene, pero si abandono Palestina, Sarah, tu reino caerá, tú caerás y tu gente caerá. Y después seguiremos nosotros. Si logramos detener a este Al Mutah Alim aquí...Daremos un mensaje claro a Saladino y a los sarracenos en Jerusalén.

--Planificar una batalla, lleva tiempo. —respondió Ser Sterlink.—Nuestras posibilidades son mejores si nos retiramos a Montreal y resistimos desde ahí. He escuchado que el Sha no pelea una guerra con hombres solamente sino con elefantes de guerra también.

--No tuvimos mucho tiempo de planificar durante el asedio del Cario, y tampoco cuando tomamos Montreal, y aun así pudimos planificar un plan de batalla.—respondió Selene.

--¿Qué son elefantes? —preguntó Jacques.

--No se. —respondió Selene.

--Son bestias grandes y tontas. —respondió Ser Sterlink. –Y que hacen mucho daño e infringen temor en los ojos del enemigo.

Entonces Selene miró hacia los carros más al frente, y como la arena parecía estarse comiendo las ruedas. Los hombres entonces comenzaron a quitar todos los suministros que estaba en el carro antes de que se hundiese en la arena. La chica entonces tuvo una idea.

--Sarah, las arenas movedizas...

--¿Qué con ellas? —Preguntó Sarah Ades.

--¿Qué tan profundas son? —preguntó Selene.

La Doncella de Hierro IIIWhere stories live. Discover now