Capítulo 55: En el nombre de la expiación y Jacques.

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El muchacho comenzó a tallarse los ojos con fuerza, siluetas de personas que no estaban ahí presente en el campamento caminaban alrededor de él. Desde la batalla de Escalón no se había sentido del todo bien, y aunque aquel hashashin y Ambra le habían dicho que Jacques había activado un sexto sentido conocido como Agnosia. Jacques se perdía más y más con el paso de los días. El muchacho había comenzado a pensar que tal vez se estaría volviendo loco, Selene no estaba mucho mejor que él. Desde que habían regresado de la reunión con Ser William, Selene se había encerrado en su tienda de mando, ni siquiera Jacques había sido bienvenido durante la noche anterior. Su hermano Edric había mandado a matar a los mensajeros que Selene envió el día anterior bajo una lluvia de flechas y otro fue asesinado cuando le cortaron la cabeza de un tajo.

No pasaría mucho tiempo antes de que el ejército sarraceno llegase y tuviesen que enfrentarlo. El Duque Enrico y el Sultán Hairam ya estaban seleccionando el campo de batalla. Los sarracenos habían sido enviados con la única razón de exterminar al ejército de Selene. La Doncella de Hierro se había vuelto un peligro para los sarracenos y al parecer también para el ejército de los Cruzados. Sarah había considerado que tal vez regresar a Escalón sería una mejor opción, otros que a Montreal en Antioquia. Sin embargo, los primeros sondeos que se hicieron por los exploradores al observar el ejército de Karnak era que lo conformaban alrededor de 20,000 hombres, Selene tenía más. Podría presentar batalla contra él.

--¿Qué ocurre Jacques?, ¿Por qué esa cara tan larga? —le preguntó Ambra. La mujer se sentó al lado de Jacques en la fogata. Jacques tenía recargada sobre sus piernas el hacha de guerra de Alou, y había comenzado a afilar la hoja con una piedra de amolar. Cualquier cosa para no tener que hablar con Ambra, una mujer por la que sentía odio y terror al mismo tiempo.

--Así es mi cara. —respondió el muchacho, Jacques escupió sobre el filo del hacha y comenzó a mover la piedra sobre el filo del hacha. Ambra hizo una mueca de desagrado con aquel gesto.

--Mi padre también solía afilar así su espada. —respondió Ambra.

--Ajá. —respondió Jacques. El muchacho tenía mucho en la cabeza en ese momento como para prestarle atención a Ambra, la mujer había dejado en claro sus intenciones, y cada palabra que ella decía tenía un aire de autosatisfacción en ella. Cada una de ellas eran profecías de cuidado.

--Siento que te encuentras triste, cuando no deberías. Pronto Selene se reunirá con su hermano y cumplirá con su promesa.

--Solo que él no quiere reunirse con ella, o lo que representa. —respondió Jacques. —Tú sabes la clase de hombre el hermano de Selene es, la mujer pirata Pía, me dijo lo que Edric Bardo hizo.

--Sí, Pía me lo dijo también a mi antes de abandonar Chipre, La clase de hombre que Edric Bardo se ha convertido.—respondió Ambra.

--Entonces ¿Por qué no se lo dijiste a Selene?, ¿Por qué le has hecho a creer a Selene que su hermano es un buen hombre?, ¿Por qué le has mentido?—Respondió Jacques enojado.

--Es una larga y muy complicada histo...

--Al diablo con eso, por primera vez Ambra, di la verdad. ¡Dila por el amor de Dios! —exclamó Jacques. El muchacho entonces arrojó el hacha de guerra a la arena, la hoja se enterró en ella. Ambra cerró los ojos y dio una respiración profunda luego miró a Jacques a los ojos y comenzó a hablar.

--Los hombres...los humanos son juguetes de entidades a las que consideramos Dioses. Ellos juegan susurrando algunas palabras en la cabeza de una persona para que hagan cosas o no hagan cosas, ellos les hilan sus destinos, su vida y su muerte porque para ellos no somos más que juguetes. Antiguamente tenían nombres, Zeus, Odín, Amaterasu, Quetzalcoatl, Horus... pero con el tiempo fueron despojados de su nombre cuando entidades como Alá, Jehová o Buda los eclipsaron. Un Dios solo puede morir cuando ya no creen en él. Además de los Dioses existen algo a lo que me gusta llamar el Id en el mundo del Inconsciente Colectivo. donde todas las mentes de los hombres y las mujeres que viven y mueren se almacenan, una masa etérea inteligente de conocimiento de toda la humanidad. Esta masa Etérea a veces desprende extensiones de ella misma. Tu agnosia es una de estas extensiones, una llave que te permite el acceso al mundo del inconsciente colectivo. Los fantasmas que ves, son memorias de hombres y mujeres que vivieron antes que tú. Y sus experiencias yacen en tu mente. Otros receptáculos somos las personas como yo, nos hacemos llamar Los Descendientes del inconsciente, podemos vivir largos periodos de tiempo, algo así como semidioses. Por otro lado El Id del Inconsciente Colectivo a veces pierde el control del conocimiento y este adquiere forma propia y su propia identidad. Algunas representan conductas de vida o de muerte, de justicia, de felicidad y amor y del odio. Ya conociste a una de ellas en Alejandría Jacques, La Dama del Humo que representa las pulsiones de muerte en los hombres.

Jacques recordó, la batalla de Alejandría y como una mujer de piel gris con cabello humeante caminó entre los cuerpos de los hombres.

-- Y en algún punto de la historia, tres de estas entidades se reunieron para realizar un juego, Selene es parte de este juego, Solo que aún no sé cuál es su papel en esto. —Respondió Ambra. —Es mi deber terminar con este juego...es mi deber ayudar a Selene cumplir su promesa.

--Pensé que hacías esto por un hombre. —Respondió Jacques.

--Lo hago, todo lo que hago, lo hago por él, para evitar el cruel destino al que está ligado, y debo ser yo la que hile otro destino para él.

-- Osea, ¿vienes del futuro o algo así? —Preguntó Jacques.

--No Jacques, no vengo del futuro. —respondió Ambra.

--Suena tan irreal, pero de nuevo, te vi morir y revivir. He visto brujas y profecías cumplirse, así que, que tan difícil sería creer en esto.—dijo Jacques.

--El mundo es mucho más complejo de lo que se ve a plena vista. —Respondió Ambra.

--Entonces ¿Qué esperas conseguir al reunir a Selene con su hermano? —preguntó Jacques.

--Edric Bardo, su corazón se ha corrompido, creo yo que Selene es la única que puede curar su corazón ahora. —Respondió Ambra. —Si alguien puede regresarlo al camino de la redención esa deberá ser Selene, Ella y Edric juntarán sus ejércitos y marcharán hacia Jerusalén donde desterrarán al Rey Sarraceno, Saladino. Terminando así la tercera Cruzada. Pero tú Jacques tienes que encargarte de otro asunto. —respondió Ambra.

--¿Qué asunto?

--Hay alguien a quien debes enfrentarte cara a cara una última vez. —respondió Ambra.

--¿Quién? —preguntó Jacques.

Ambra se levantó de su asiento y se alejó. El muchacho se quedó ahí un rato más y luego se dirigió hacia la tienda de Selene, pero no se atrevió a entrar. Selene aún debía estar ahí dentro, debía estar ahí todavía pensando en qué hacer con su situación. Debía ser algo muy difícil tener que cargar con todas las responsabilidades de guiar un ejército ella sola, y a pesar de lo que Jacques le había dicho, sobre no pelear sola esta guerra, Selene estaba sola. Jacques fue entonces a la tienda que su unidad le había armado. El muchacho entró, dejó el hacha de guerra sobre su camastro y sacó uno de los mapas donde se supondría que se llevaría a cabo la batalla.

--¿Jacques? —preguntó un hombre. El muchacho se dio media vuelta, un hombre encapuchado se hallaba en la entrada de su tienda, el muchacho se acercó a él, como llevaba una túnica, no se podía ver a que facción pertenecía, o si tan siquiera era del mismo ejército de Selene, Jacques tomó el hacha de guerra.

--¿Quién quiere saber? —preguntó el muchacho. y levantó el hacha.

--Tengo un mensaje para usted. —dijo el hombre mientras sacó de su bolso de cuero en el interior de su capa un pergamino enrollado. –Solo para usted de Lord William Lanfield.

Luego el hombre se alejó y se perdió entre los millares de hombres que habían en el campamento. Jacques abrió el pergamino, se forzó a leer lo que decía...

"Supongo que tengo que agradecerle a Nicole por enseñarme a leer" pensó Jacques. El muchacho leyó el contenido, sabía lo que tenía que hacer. El muchacho se levantó de la mesa donde había leído previamente la carta y tomó el hacha de guerra y su espada, se dirigió hacia su caballo que estaba amarrado a un poste y le dijo a los hombres que saldría por unas horas y que lo cubrieran.

Jacques cabalgó en el crepúsculo, preparándose para lo que podía suceder. 

La Doncella de Hierro IIIWhere stories live. Discover now