Capítulo 39: La Gran Batalla de Escalón y Selene.

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Desde antes de salir el sol, los hombres comenzaron a moverse, tomaron las armas de los barriles, los escudos, y las espadas, los arcos y las flechas, las lanzas y los sables. Los jinetes comenzaron a montar sus caballos y camellos. Hairam Balik se juntó con sus fuerzas y comenzaron a orar, pidiéndole a su dios que les diera fuerza y valentía en la batalla por acontecer. El duque Enrico pasó al lado de ellos, a su lado el capitán Pietro y sus demás capitanes. Ser Sterlink y sus caballeros templarios estarían guiando la caballería. Hairam y sus tropas estarían peleando en el centro junto al duque Enrico y en los costados estaría Sarah Ades y sus tropas en los flancos.

Selene se apresuró a ponerse la armadura, al igual que Jacques. Era extraño el silencio dentro de la tienda, Selene entendía que casi no había nada que decirse antes de la batalla, pero en esta ocasión había mucho que decirse.

- ¿Ya te sientes mejor Selene? —preguntó Jacques.

--Sí, mucho mejor. —respondió la chica. –Jacques en la batalla de hoy...

--Lo sé, lo sé. —dijo Jacques. —No fallaré Selene, no te defraudaré.

--No Jacques, esto es serio...tienes que prometerme que sobrevivirás sin importar el desenlace de esta batalla y yo trataré de hacer lo mismo, sin importar lo que pase tienes que vivir, incluso si fallas y no puedes cumplir con tu objetivo, tienes que prometerme que abandonarás el campo de batalla y que harás lo posible por regresar a Montreal.

--¿Por qué? ¿Qué ocurre Selene?

--Hay algo muy importante que tengo que decirte, pero solo te lo podré decir una vez que la batalla haya terminado. Tranquilo es una buena noticia, pero necesito que hagas lo que te digo. —dijo Selene. —Tienes que prometerlo Jacques, ante todo.

--Te lo prometo. —respondió Jacques.

Los dos se abrazaron y se dieron un beso.

Selene salió de la tienda y montó su caballo blanco, un muchachillo le pasó su estandarte y la espada. Selene entonces se dirigió con la caballería. La mujer miró hacia la tienda, Jacques salió de ella y se fue con su grupo designado.

Comenzaron a movilizar a las tropas hacia las afueras de la ciudad.

Sobre una plataforma de madera en la duna colocaron las balistas, las 24 de ellas, los jinetes corrían de un lado a otro gritando ordenes los unos a los otros. El Ejercito cristiano fue el primero en llegar. Los hombres de Enrico se formaron en el mero centro. Eran los que mejor estaban equipados, sin embargo, el ejercito de soldados de Hairam Balik rápidamente los superó, lanceros musulmanes, infantería y arqueros. Hairam Balik montaba un caballo árabe negro como la noche. Se reunió con el Duque Enrico y con el resto de los comandantes.

Luego llegó la milicia de Palestina. Miles de ellos se formaron en los flancos del ejercito. Los estandartes de ellos eran inusuales era un águila negra y las siglas en latín. Selene estaba intrigada por esos estandartes.

--¿Por qué esos estandartes? —le preguntó Selene a Sarah.

--Hace mucho tiempo, Escalón fue fundada por los romanos, estás banderas son legado de la fuerza de Escalón, pensé que sería bueno usarlas como el estandarte de nuestro ejército. —respondió Sarah Ades. Selene sonrió.

Las cornetas del enemigo comenzaron a sonar en la lejanía, un mar de estandartes rojos y dorados cubrieron el otro lado del campo de batalla enemigo, miles de ellos, hombres, caballos, camellos y ¿Elefantes?, Selene jamás había visto una bestia como aquella, una criatura inmensa de grandes orejas y larga trompa, de largos colmillos. De pieles gris con armadura sobre su cabeza y brazaletes de púas en sus colmillos. Sobre las espaldas de estas bestias había pequeñas tiendas de donde yacían sentados arqueros y lanceros. Selene había visto representaciones de aquellos animales en los murales, pero era una cosa ver azulejos con ilustraciones y otra muy diferente ver a la criatura. Los hombres en toda la línea del frente comenzaron a murmurar y temblar ante aquellas bestias.

La Doncella de Hierro IIIWhere stories live. Discover now