Capitulo 3

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Mary escrutó todo el lugar intentando buscar a "Caroline". Sonrió al verla salir del agua.

Elizabeth pasó las manos por su cabello. Realmente siempre se sintió bien con su cuerpo, nunca tuvo tiempo para reclamarse que su cuerpo era feo. Pues sus padres siempre ocupaban su tiempo. La pastelería y su escuela, pero ver a todas las chicas surfistas de cuerpo delgado, la hacía sentir mal.

Una vez llegó a tierra tomó una toalla. Se tapó para llegar con Mary.

—¡Aloha! —saludó la pelinegra—. Llegas tarde.

—Aloha… —Se rascó la nuca—. Lo siento.

—No hay problema —dijo con una sonrisa.

—Espero que no haya ningún problema.
La azabache frunció el ceño.

Mary señaló por detrás de ella. Steve McGarrett. Ella fingió asustarse. Y aún más Danny Williams venía detrás de él.

—Yo…

—¡No! —detuvo Mary—. Steve, apresúrate…

Él asintió caminando de manera casi infantil. Danno se reía detrás de él.

—Yo… —intentó escapar, pero Danny lo regreso—. Quería disculparme por haberte arrestado siguiendo una conclusión vaga. Lamento hacerte llorar gritándote en la sala de interrogatorios —aclaró la garganta—. ¿Me perdonas?

Elizabeth hizo una mueca. Lo meditó con tranquilidad, pero al final mostró una sonrisa alegre.

—Por supuesto —contesté encogiéndose de hombros—. ¿Por qué no desayunamos? Me muero de hambre.

Mary saltó alegre mientras caminaba a un restaurante. Elizabeth se secó sin tomar en cuenta de que Steve y Danny aún le veían.
Se puso un short y una blusa holgada. Se sacudió la arena de los pies y tomó unas sandalias. Caminó alcanzando a Mary. Danny golpeó a Steve en la cabeza. Este se regresó a él con molestia.

—Toma una foto, dura más —se burló el rubio.

Steve rodó los ojos.

—No la estaba viendo —aseguró caminando hacia donde las dos chicas se dirigían.

—¡Oh, sí! ¡Perdón! ¡Admitir verla es como perder el orgullo de SEAL! —se burló—. ¡Claro!

—¡Cállate, Danno! —le dijo cuando ambas chicas los miraron.

El detective comenzó a reírse sin control. Los cuatro llegaron a un restaurante y pidieron sus respectivas cosas. Elizabeth sonrió forzadamente mientras recargaba su cabeza en su mano.

—Y… ¿qué te parece Hawaii? —preguntó Mary con una sonrisa.

—Creo que estaba tomándole el encanto cuando tú hermano me arrestó —Hizo una mueca—, pero todo fuera de eso, es muy lindo.

Mary sonrió más interesada.

—¿Y tienes novio? —Elizabeth se sorprendió.

De inmediato ambos compañeros se interesaron en su conversación.

—No —Se rascó la nuca—. Mi última relación terminó mal —Desvío la mirada apenada.

—¿Por qué? —preguntó ella insistiendo.

Elizabeth buscó una excusa.

—Mary —advirtió Steve sabiendo que era un tema personal.

—Tuvimos conflictos —aseguró—. Llegué al hospital y ahora tiene una orden de restricción, pero —Después de decirlo con naturalidad, sonrió—, por lo menos, me quedé con Chad.

—¿Chad? —preguntó Danno.

—Sí, mi perrita —Sonrió dulcemente—. Es una cruce, pero es la cosa más hermosa del mundo —Sacó su teléfono del bolso—. La tuve que dejar por situaciones personales.

Mostró la foto de una hermosa perra de color negro combinado con café. Era alta por lo que se veía. Estaba sacando su lengua.

—Es hermosa —Se derritió la McGarrett—. Steve no tiene novia tampoco.

—Mary —reclamó su hermano mayor haciendo reír a Elizabeth.

(...)

El desayuno había pasado muy rápido. Los dos hombres eran como un matrimonio. Eso hizo que Elizabeth supiera más sobre ellos.
Habían pasado el día en la playa. Mary era un encanto de persona.

Los chicos se habían ido porque habían encontrado el cuerpo de Doran Martin. Exactamente colgando en un letrero. Lo que le había costado a la pelinegra subirlo.
Una vez se despidió de Mary dejándola en su casa, arrancó su auto. Llegó al hotel. Tomó una larga ducha y se vistió con unos jeans, una blusa negra sin manga y una sudadera azul con gorro.

Bajó con sus maletas, agradeciendo el gran hospedaje. Ahora había conseguido una pequeña casa en un lugar un poco alejado. Ahí estaría en lo que la CIA investigaba el caso sobre aquellas personas. Sin querer levantar sospechas.

Una vez se instaló en ese lugar, salió de inmediato. Tomó el auto que necesitaba para poder hacer el penúltimo golpe. Lo estaba haciendo rápido, sí. Pero es que no soportaba el hecho de quién asesinó a su familia estuviera respirando.

Sabía cuántas consecuencias traería seguir haciendo eso. Perdería el juicio y el trabajo. Pero no es como que le importará mucho. Bajó del auto en un edificio abandonado cerca Waikiki. Entró rápidamente, y se hizo pasar por una de las combatientes. Lográndolo con éxito.

Había personas millonarias que estaban ahí. Todas partes de la mafia. Qué importaba si los mataba. Un problema menos para Hawaii y todos los países.

Los gritos eufóricos llenaban el eco de todo el lugar. Había otra chica que saltaba por su nombre. Al parecer es la invicta. Elizabeth suspiró. Colocó los puños al frente, separó las piernas y comenzó a caminar con cautela.

—¡HAZLO, PELEA! —Un grito de un hombre repugnante la hace distraerse.

Sintió un fuerte puñetazo. Su cabeza se hizo a un lado ante la fuerza. Sintió el sabor metálico en su boca. Limpió con su manga la comisura de sus labios y tomó su cabello haciendo que Elizabeth se levantará. La mujer volvió a intentar golpearla.

Elizabeth la esquivó haciendo que pasara de largo cuando se dio cuenta. Saltó para lograr una patada en la espalda de su contrincante, quien cayó inmediatamente al suelo. Todos le gritaban acrecentando la presión en la joven peleadora, quien se levantó.

Elizabeth la tacleó con rudeza haciendo que ella volviera al suelo. La chica hizo todo lo que pudo para subirse arriba de Elizabeth, cosa que logró. Comenzó a golpearla. La pelinegra no tuvo más remedio que tirarle un cabezazo haciendo que la joven estuviera aún más aturdida.

Para ese punto, ellos estaban descubriendo que nadie gritaba por Elizabeth, nadie la había traído para pelear. Si tan solo lo hubieran hecho tarde. Elizabeth pateó el cuerpo de la chica.

Tomó impulso para salir de la piscina vieja y vacía en la que se llevó a cabo todo eso. Tomó la pistola de uno de lo guardias de su objetivo, logrando terminar a todos ellos. Los mafiosos nuevos se quedaron en shock. Ni siquiera sabían qué hacer. La chica enredó su antebrazo en el cuello de su objetivo, comenzando a arrastrarlo. Fuera del lugar.

—¿Eres tú? —preguntó con rabia—. La que ha acabado con todo el cártel. ¿Me equivoco?

—No, señor Smith —dijo mientras salían del lugar—. Ay, ¡por Dios! Soy tan maleducada —Lo introdujo en el auto—. Déjeme presentarme. Soy Elizabeth D'Angelo y seré su peor pesadilla.

Lo esposó para volver al lugar. Tomó antes una máscara. Había cerrado todas las salidas. Colocó el cargador. Todos se asustaron de inmediato.

Comenzó a disparar, asustando a todos, quienes ayudaron a los caídos. Pero ya no había a quién ayudar. Afortunadamente nadie le había visto completamente la cara.
Se escondió mientras volvía a recargar su arma. Había acabado limpiamente con la mayoría. No iba a arriesgarse a ser descubierta. Cuando terminó, se lamió los labios. Entonces escuchó un fuerte golpe.

—¡Alto! —La imponente voz de Steve McGarrett entró por sus oídos.

Comenzó a correr a la salida. La lluvia de disparos inició. Se ocultó detrás de la pared de concreto. Disparó para retenerlos. Cuando lo hizo, porque las balas se les había acabado, cerró la puerta y echó a correr a su auto.

Dejó la M16 a un lado de ella, arrancando de inmediato. Pisó el acelerador.

Danno y Steve corrieron a la puerta. Una vez que la abrieron, se encontraron con la no grata sorpresa de que se les había escapado. Hizo una mueca. Chin hizo una señal. Sus compañeros se acercaron.

—No hay persona que entre sin tener un peleador —informó—. Así que, o están aquí, o ella fue quien dejó a la chica así.

Señaló el cuerpo de la joven que había dejado inconsciente. La que curiosamente tenía unos cabellos en sus vestimentas. Steve sonrió.

—No toquen nada. Necesitamos la mínima muestra de ADN —les informo—. Llámame a Max.

(...)

Elizabeth terminó de desayunar. Había sido tan estúpida. Oía las noticias, quienes vendían la historia de sus asesinatos como pan caliente haciendo que los pobladores estuvieran paranoicos.

No salía desde que había capturado a Magnus Smith. Sabía que había dejado ADN. Lo entendía porque no podía hacer algo para limpiar antes de que el 5.0 llegara a la escena.

Todo se estaba yendo al caño. Había hecho todo limpio. ¿Por qué no simplemente había entrado y asesinado a todos?

Cerró los ojos aturdida. El teléfono resonó por toda la casa. Dudó un poco temiendo que fuera Mary. No quería verla. No podía entrometerla en sus asuntos. Pero cuando vio el número, lo atendió de inmediato. Mordió su labio.

—¿Bueno?

—¡JODER, ME TENÍAS PREOCUPADO! ¡HICISTE QUE MI LLAMADA EXPLOTARA UN JODIDO ALMACÉN! —gritó la voz.

—Lo siento, Robert —susurró.

—¿Lo siento? ¡LO SIENTO! —repitió—. ¡Dios santo, Lizzie! ¿En qué estás metida?

—Sabes muy bien en qué estoy metida —se resignó—. No te preocupes, ya casi termina.

—¿Casi? ¡Has convocado una guerra! ¡Esos malditos no pararán hasta tenerte! ¡Y Donovan está más que molesta!

—Eso es lo que quiero más que nada en el mundo —Su voz estaba fuera de sí—. No me importa lo que Donovan piense.

—Lizzie... No, hablamos de esto. Te puedo ayudar. Iremos al psicólogo. El juez... El juez te absolvió —informó. La pelinegra tragó con amargura—. Eres inocente.

—Eres un imbécil —habló dolida—. ¡Yo siempre fui inocente! —Las lágrimas inundaron sus ojos—. ¡Amaba a mi familia! ¿De qué me sirve que un jodido juez me dé la inocencia cuando ya mi nombre y el de mi familia está manchado? ¿Eh?

—Elizabeth... Escucha.

—¡No, tú escucha! —gritó con impotencia—. ¡Juré vengar a mi familia y lo haré! No me importa si me crees o no —Las lágrimas rodaron por sus mejillas—. Soy la única sobreviviente. Tengo ese peso en mi espalda, y lo voy a llevar siempre…

—Liz… Liz…

—Ten una buena vida, Robert —dijo con una sonrisa.

Cuelga. Apretó los ojos con dolor.

Steven entró al laboratorio. Charlie sonrió.

—¿Buenas noticias? —dedujo.

—Buenas y malas —Se rascó la nuca.

—¿Las buenas? —preguntó Danny entrando también.

—Que pasamos el ADN en el sistema y hay una coincidencia —informó.

—¿Y la mala?

—Que es un archivo clasificado.

Steve frunció el ceño.

—¿Clasificado? —repitió. Charlie asintió mostrando un letrero en la pantalla que decía: “Una coincidencia” en un fondo negro. Intentó ingresar al archivo de la persona a la cual le pertenecía el ADN, pero fueron sacados del sistema de nuevo—. ¿Qué?

—Por el logo de la página se puede deducir que la organización gubernamental es… —Danny alzó las cejas ansioso por una respuesta—. La CIA.

Ambos sonrieron.

—Creo que hay que ir con el gobernador para que mueva a sus contactos —Sonrió de lado Danny.

Ellos no solo estaban cerca de descubrir a Elizabeth, sino también a la personas a la cuales había molestado. Y eso era un gran problema.

ミSurvivorミ [Hawaii 5.0]Where stories live. Discover now