Capitulo 14

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Elizabeth abrió los ojos viendo como el helicóptero salía de su campo visual. Su cuerpo tembló duramente, respiro hondo mientras se arrastraba por el suelo para bajar las escaleras. Fue a la sala de armas. No faltaba mucho para que ellos penetraran el complejo buscando al embajador y a Gaby. O bueno a la mujer que había orquestado todo este infierno. Estaba amaneciendo, por la rendijas entraba la luz persistente, término de armarse. ¿Cómo salir de ahí sin morir en el intento? Era una pregunta que retumba por toda su mente sin dejarla pensar bien. Fue al baño, se lavo la cara mientras conectaba sus ojos con su propio reflejo. Respiró hondo, su mente trabajaba constantemente. Hasta que idealizo algo que posiblemente ayude. Boom tenía mucho explosivo en sus casilleros. Armaría todo un sistema que se activará cuando se abriera la puerta. Afortunadamente era más rápido, ya que Boom lo tenía medio hecho, y solo era darle los toques.

—Debes hacerlo , Elizabeth, te están esperando— se dijo a si misma.

Volvió a la habitación del embajador, tomó una sábana negra, la corto para darle figura a sus ojos. Tomó un pantalón holgado negro que había dejado Nym. Se dirigió a la cochera. Había conseguido que un arma estuviera en una de sus piernas sin que hiciera bulto. El chaleco antibalas era cubierto por la manta negra dejando que ella viera por el hoyo que había hecho. Rompió un palo, le hizo un nudo mientras tomaba una base. Ponía el GPS para el desierto. Tomó las llaves. Se sentó en la habitación de seguridad, esperando que todo valiera la pena. Y que fuera un maldito éxito. Espero pacientemente mientras colocaba el cañón de la pistola corta en su frente, tenía el seguro puesto. Por lo que no se le saldría un disparo. No tenía una divinidad a la cual rezar o pedir que de verdad saliera bien. Si tan solo le hubiera hecho caso a su madre sobre ser católica. Ahorita mismo no estaría perdiendo la fe. El complejo retumbó hasta los cimientos. Su corazón se aceleró. Se puso de pie en el momento en el que escuchaba los gritos. Había causado daños en la estructura. Abrió la cochera con el botón. En lo que el fuego se sofocaba, tomó un paño mojado para ponérselo y no morir por el humo. Fueron horas, hasta que los atacantes lograron disminuir el fuego. Entrando. Era el momento. Activo el auto. Movió el palo para que acelerará de inmediato. Llamando la atención de los hombres. Quienes siguieron el auto disparando a diestra y siniestra pero no sé detuvo. Elizabeth salió sigilosamente. Se mezcló con la mujeres que buscaban el cuerpo de sus hijos entre los cadáveres hechos cenizas era imposible, pero aún lo hacían. Fingió llorar mientras tomaba un pedazo de tela chamuscada. Se alejó llorando desconsoladamente. Perdió un enorme peso en los hombros mientras se alejaba sin que nadie sospechará. Lo había logrado y se sentía tan orgullosa. Ahora el problema sería ir a la otra base. Y eso sí no estaba abandonada.

(...)

Jack corrió por todo el complejo, mientras apartaba a todos de un grito. La noticia de que una mujer había llegado a las puertas del complejo, lo hizo sentir vivo. Elizabeth se había sacrificado. Rogaba a todo lo que existiera que en realidad fuera ella. Abrió la puerta de la enfermería. Elizabeth estaba un poco incómoda por el suero. Llevo sus ojos a su compañero. Sonrió dulcemente.

—¡Jack!— ella sonrió con dulzura. Su sonrisa iluminaba el mundo entero—. Me alegro que estés bien.

—¡Elizabeth!— el se acercó a ella ,quiso abrazarla pero el yeso en su brazo —. De no ser por ti...

—No digas nada, Jack— le dijo ella—. Eres importante para mí, las personas que me importan tienden a morir, no podía dejar que tu lo hicieras también...

Elizabeth bajo la mirada. Jack tomó su mentón.

—Ahora solo preocúpate por estar bien, debes volver, ya te has tardado mucho, Lizzie— le dejo en claro depositando un beso en su coronilla.

—¿Podrías traerme un poco de coca cola? — hizo un puchero—. Llevo días en el desierto, quiero algo para vivir por siempre.

El comenzó a reírse. Asintió mientras corría a traerla. Sus demás compañeros de equipo Delta llegaron con una sonrisa.

—¡Romi!— exclamaron todos con una sonrisa—. ¡Nos alegramos de que estés bien!

—¿Cómo es que pueden hablar al mismo tiempo? ¿Son hermanos perdidos o algo así?— Pregunto confundida—. ¿O tal vez el desierto me ha vuelto loca?

—Posiblemente las tres— opino Dom.

—¿Y el embajador? Quiero golpear a alguien— hizo una mueca.

—El embajador volvió a Estados Unidos ,al parecer se va a retirar, ahora estamos a cargo de un grupo secreto de la CIA— Elizabeth hizo una mueca.

—¡Elizabeth Romina D'Angelo!— la voz de Robert llegó a sus oídos. Guío su mirada hasta la puerta. Entonces se confirmó la presencia de su ex compañero de equipo. Sonrió inocente—. ¡Estúpida, terca!

— Me alegro de verte también, Robbie— le dijo ella.

—¡Dios santo! ¿Hasta cuándo entenderás? ¡No debes hacerlo sola! ¡Pero ahí vas! ¡Joder! ¡Si no fuera por qué realmente te quiero te hubiera matado!

—Estoy bien, la comida no es mala... La gelatina está un poco... Fea...

Robert no aguanto más. Se lanzó a ella mientras la envolvía en sus brazos.

—Me alegro que este bien, Elizabeth— le dijo al oído.

—Pronto estaré en casa, Robert— contestó Elizabeth con felicidad—. ¿Y tú qué haces aquí?

—Vine a verte.

—Pedazo de imbécil... Hablo de aquí en Afganistán...

—Estoy supervisando una operación — dió por terminada la conversación con eso.

Elizabeth les sonrió a todos. Era una de esas personas a las cuales le gustaba hacer amigos. Su madre solía decirle que era por sus genes mexicanos. Y que a dónde quiera que fuera , haría un amigo. Era parte de su encanto.

(...)

Elizabeth movió su maleta con cuidado. Sus pantalones verde militar, su blusa negra fajada entre sus pantalones. Su cabello estaba en una coleta alta. Tenía unas gafas negras. Caminó encontrándose con un cartel muy llamativo que decía:

Esperamos a Elizabeth D'Angelo, si no eres Elizabeth no nos prestes atención.

Ella sonrió divertida. Miró a los causantes. ¿Steve McGarrett? ¿Danny Williams? ¿Que hacían ellos ahí? Se acercó con rapidez quitándose las gafas. Los hombres le miraron.

—Buenas tardes— saludo ella.

—¡Bienvenida a Hawaii!— dijo Steve con una sonrisa amable. Dejo un collar de flores en el cuello de Elizabeth.

—Me alegro de volver... Pero verlos aquí me hace pensar que estoy arrestada, juro que no hice nada.

—No, no es nada de eso— le dijo Danny—. Aaron está en el recital de Crystal, y le debíamos un favor por lo que te llevaremos allá.

—Pues andando— dijo ella tomando sus maletas. Caminaron en conjunto. Luego miró a Steve—. ¿Eres un ex SEAL?

—Lo soy...

—Les decimos salvavidas— se burló ella. Se lo había dicho JJ.

Steve sonrió de lado mirando a Elizabeth reírse sin control. Danny se mantuvo incómodo ante la reciente química entre ambos. Elizabeth miro su collar ,y no el de flores. Había otro, uno con su nombre y una cobra al frente. Se lo había dado su equipo, Veneno. Todo para no olvidar que tenía personas a las cuales le importaba. Su mirada viajo a su muñeca ,había una pulsera de serpiente envolviéndose en su mano. Ese había sido un pequeño regalo de Jack. Y fue lo que más le emociono. Lastimosamente su equipo aún debía seguir en Afganistán. Y le preocupaba Jack. Aunque ahora estaba en familia en un lugar paradisíaco. Eran como vacaciones eternas.

—¿Que tal tu estancia en Afganistán?— Pregunto Steve una vez dentro en el auto.

—Nunca hice tanto ejercicio como en Afganistán... Después me iré a dormir como una semana— expreso ella con cansancio.

—¿Que piensas hacer de tu vida?¿Volverás a la CIA? — cuestionó Danny.

—No, creo que es tiempo de que abra una cafetería en Honolulu— suspiró—. Y están muy preguntones, digo no es como que me importe, pero no me gusta cuando me preguntan mucho— sonrió traviesa—. La última persona que hizo muchas preguntas termino en el océano Pacífico sin lengua...

Danny se quedó callado inmediatamente. Steve comenzó a reírse. Y Elizabeth mantuvo su expresión para hacerlo más creíble.

ミSurvivorミ [Hawaii 5.0]Where stories live. Discover now