ミSurvivorミ [Hawaii 5.0]

Capitulo 52

Sus ojos estaban llenos de tristeza. Temblaba queriendo evitar llorar. Sus rodillas chocaron el suelo. Sus manos tocaron con cierto dolor aquella lápida. En ese preciso su mente se aisló concentrándose completamente en el dolor que sentía y recorría cada parte de su cuerpo.

Acarició la inscripción del nombre de su madre. Con una dolorosa opresión en el pecho.

Comenzaron pequeños sollozos pausados y llenos de tristeza, melancolía y arrepentimiento. Eran una mezcla de sentimientos que no asimilaba por completo.

La garganta se hizo en un nudo tan abrumador que le dolía hasta tragar saliva.

Steve se arrodilló junto a ella, paso uno de sus brazos por sus hombros demostrando que estaba ahí, sin abrazarla. Ya que ella seguía encorvada mirando la inscripción.

Había llegado tarde. Casi tres años tarde.

Pudo verla, si tan solo. Su cuerpo se tenso. Pegó su frente contra la lápida, dejando caer una lágrima.

La mujer que más cuido de ella, la única capaz de alguna vez controlar todo lo que ella era. Le debía la vida.

Angela D'Angelo. Su madre.

-¡Apartense! ¡Levanten sus manos!- Steve se levantó para proteger a su novia.

Que aún seguía en un trance que la dejaba perpleja. No reaccionaba. No era conciente de que McGarrett y ella estaban en peligro.

-Lizzie... Lizzie, levántate, amor.

Más su voz parecía ser lejana ante la D'Angelo. Era un eco que no

Que solo reaccionó cuando sintió a dos personas para alejarla. Comenzó a moverse molesta para quitarselos de encima. Queriendo volver a la lápida.

Incluso los hombtes

-¡Sueltenme! ¡Joder! ¡Hijos de puta! ¡Déjenme! ¡Los mataré!

Jalo sus brazos para volver con lágrimas en sus ojos.

Se giró hacia ello, dió un puñetazo rompiendo la muñeca del otro que la sostenía. Rompió su cuello después del puñetazo. Mientras el otro se recuperaba del dolor de su muñeca sintió como el cuchillo de la azabache atravesaba su cuello.

Steve disparó dos veces con certeza acabando con los otros.

Elizabeth volvió a caminar torpemente.

-Lizzie...

McGarrett no bajo su arma apuntando ahora el mini ejército que se acercaba peligrosamente a ellos. Pero eran demasiados, y estando expuestos no sería fácil tener una posibilidad de ganar.

Antes de que la D'Angelo volviera a arrodillarse frente a la tumba de su madre. Escuchó una voz que hacía años no escuchaba.

Y no le gustaba del todo

-Cuando me dijeron que tenía intrusos, estaba dispuesta a matarlos- siseó con cierta elegancia-. Pero después me dijeron que esos intrusos estaban aquí- Steve abre los ojos-. No había nadie en el mundo, más osada y estúpida como para arriesgarse solo para llegar a la tumba.

Ante la pareja se presentó una mujer elegante con una vestimenta casual.

La espalda de Elizabeth se puso recta. Giró sobre sus talones. Esos ojos oscuros la analizaron por completo. Una sonrisa torcida le dió.

Steve podía sentir el aura de hostilidad.

-Un gusto volver a verte, Miroslava.

-El gusto es mío, D'Angelo.