Capítulo 40

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Las cosas no mejoraron. Incluso podían sentir que habían empeorado. Elizabeth no se presentó al trabajo con cinco-0. No respondió llamadas o mensajes y nunca abría la puerta de su casa. Eso era preocupante. Habían pensado en ir a la base de la CIA. Dónde estaban arrestados Andrés D'Angelo y Jackson Mcglaggen. Al aparcar el auto notaron como ella estaba recargada en el capo de su auto, podías notar la diferencia tan grande de la chica que conocieron hace unos años. Su rostro no estaba iluminado, el brillo se había opacado, sus ojos estaban entrecerrados como si sus párpados pesarán. No existía una sonrisa, incluso había algunas ojeras. Lo más sorprendente era el cigarro que tenía entre sus dedos. Liberaba el humo repetidas veces antes de terminarlo y pisarlo con cierta fuerza. Pudieron notar como sus gestos pasaban de una pasividad a unos completamente agresivos. Solo habían pasado unos cuantos días del arresto. El daño de la traición del hombre que empezó a amar la devastó.

—No deberías haces esto— habló Robert llegando a ella. Cruzándose de brazos.

Elizabeth apretó sus puños.

—Quiero esa información— respondió arisca—. Quiero darle fin.

—¿Que harás con esa información? No estás en servicio, ya no eres una agente activa. Por ahora solo tienes conexiones pero no eres parte— la morocha mordió el labio con fuerza logrando un hilillo de sangre.

Decidió evadir la pregunta mirando el artefacto de su muñeca.

—Tengo que trabajar— se alejó. Con esa frase dió a entender.

El permiso de uno de sus contactos logro que se involucra para obtener la información de ambos. Temían que algunas operaciones especiales de Jackson fueran reveladas. Incluso que la muerte de Mirza saliera a la luz. Camino por los pasillo hasta el sótano. La vigilancia era estricta. La revisaron antes de entrar. Abriendo con cuidado. Ya no había esperanza en Jack. Lo perdió todo. Añadiendo el hecho de que Elizabeth sabe hacer su trabajo. Derrumbar cada una de sus percepciones, ideologías y opiniones propias fue arrebatada. Tal vez esa era la razón por la que su equipo en el tiempo que estuvieron activos eran los mejores. Era un equipo equilibrado, pero entendían de todo.

—Veo que te portaste bien— dijo con suavidad sentándose frente a el. Más no hubo respuesta—. Ya sabes lo que debes darme, ¿Por qué dudas?— cuestionó—. Entre más tiempo guardes las cosas, peor será para ti.

—¿Lo disfrutas?— pregunto en voz baja. Tenía la cara entre sus manos.

—¿Tendría que disfrutarlo, Mcglaggen?

Lizzie decifro su mirada tan pronto la unió a la suya. Estaba cansado, dolido pero no había arrepentimiento. No sabía en qué no se sentía del todo culpable. Debía hacerle sentir lo que ella. Cuando vio esa pequeña niña agradeciendo haberle traído a su padre en una caja. A la viuda llorando desconsolada deseando saber más sobre la muerte del hombre que más amaba en el mundo. La familia y amigos que añoraban volver a verlo una vez más. Las miradas de sus compañeros Delta cuando informo que serían resguardados en casas de seguridad por un problema que causó ella. No la culpaban. Pero Elizabeth no dejaba. De repetirse, si tan solo hubiera matado al hombre que la creo. Nada de eso habría pasado.

—Claro que lo haces— rascó su muñeca mostrando las heridas que había hecho con sus propias uñas en sus brazos desde su supuesta muerte—. Me destruyes, por qué te rompí el corazón. De nuevo.

Marcus que veía todo desde la cámara apretó la mandíbula. Dándose la vuelta para ir y detener el interrogatorio. Ya habían pasado esa conversación, un día antes. De no ser por el. Elizabeth pudo matarlo a golpes. Jugaba con fuego.

—¿Eso aún mantiene tu orgullo a flote?— pregunto—. Romperle el corazón a una agente de la CIA— levantó las cejas sugestivamente—. Debes ser la sensación de todos tus amigos criminales, un logro más— le resto importancia.

ミSurvivorミ [Hawaii 5.0]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora