Capitulo 2

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Aquel día me desperté por mi propia cuenta, sin prisas. Sonreí al darme cuenta de que no había un despertador o una lluvia de mensajes intentando despertarme. Decidí levantarme y vi a Martín enfrente de un portátil.

Villa con voz ronca: No se separa del portátil ni aunque le pagarán.

Martín sonrió y se giró a verlo: Buenos días a ti también Villaco.

Sonreí y me dirigí al baño, me duche y me vestí. Salí y Martín estaba peinándose, cuando terminó decidimos bajar a desayunar. Al llegar al buffet nos encontramos con Isa y Simón arrasando con toda la comida que se les interponía por delante.

Tomamos un plato cada uno, Martín tomó algunos bollos y un zumo de naranja, yo en cambio cogí un poco de todo y una taza de café para terminar de despertarme. Ya sentados los cuatros Isa decidió empezar a hablar.

Isa: ¿Qué tienen pensado hacer hoy?

Ninguno supo qué decir y al pasar 2 largos minutos muy incómodos Simón dijo:

Simón: Cuando veníamos vi un aquarium aquí cerca, podríamos ir a ver qué tal.

Todos se miraron y asintieron. Cuando terminaron se levantaron, subieron a los cuartos para coger las carteras y los móviles para reencontrarse en la recepción.

Tomaron dos motos. Villa conducía con Isa detrás y los Vargas en otra.

Nunca habíamos usado esas motos y nos costaba mucho saber cómo usarlas. Yo empecé a buscar dónde meter la llave mientras que escuchaba una discusión entre Martín y Simón sobre quién conduciría y sobre cómo arrancarla.

Encontré la ranura y cuando pensaba que la moto arrancaría no lo hizo, miré a Simón extrañado y este me señaló un botón que apretó. Vi como Simón le dio al acelerador y salieron para delante hasta que frenó, casi se caen de la moto, Isa y yo no pudimos aguantar la risa y estallamos a carcajadas.

Vi como Martín se bajó de la moto asustado y miraba a Simón.

Martín: ¡¡TÚ ESTÁS LOCO SIMÓN!!

Simón: Perdón perro! No sabía que sería tan brusco.

Martín: Tu te quieres deshacer de tu hermano pequeño.

Isa reía muchísimo y yo sonreía al ver la escena.

Simón: Si, no tenía nada más pensando para hoy.

Martín se giró a vernos y nos dijo: Os cambio el sitio.

Nosotros negamos y arranque la moto.

Villa: Nos vemos en el aquarium si no morís por el camino -reí-.

Nos dirigimos hacia el aquarium con unas pocas dificultades que casi nos cuesta una multa.

Cuando bajamos vimos a Simón llegando al aparcamiento y casi se choca contra un pilar. Martín casi salta de la moto y cuánto tocó suelo sonrió.

Martín: Estoy vivo!!

No pude evitar la carcajada y Isa se apoyó en el pilar riendo sin parar. Cuando nos tranquilizamos un poco pagamos la entrada y pasamos al aquarium. Había que aceptar que era bonito de ver. Pasamos por las zonas de lo peces pequeños, las mantarraya, etc. Llegamos a una sala donde las paredes eran parte del acuario, no había más luz que la que proporcionaba el acuario.

Los chicos observaban con mucha felicidad a un tiburón y muchos otros peces, yo iba algo distanciado. Una risa de un niño me hizo desviar la vista. Mis ojos se toparon con una chica sonriente y con un niño de unos 4 años en sus brazos, la chica sonreía con ternura al ver la ilusión del niño.

No pude evitar fijarme en los ojos verdes que iluminaban las luces del acuario, tenía una sonrisa preciosa y no pude evitar mantener la mirada fija en ella, quería analizarla y grabar esa cara en mi mente.

Martín se acercó a mi lado pero estaba tan embobado mirándola que ni me di cuenta hasta que su voz me trajo de nuevo al mundo.

Martín: ¿Qué tanto miras Villaco?

Villa: Nada, es bonito -dije intentando cambiar el tema-.

Martín asintió: Vámonos, Isa ya tiene hambre y aquí cerca hay un buen restaurante.

Asentí y salí el último, lance una última mirada a la chica que explicaba algo al niño que estaba pegado al cristal del acuario. Sonreí y me dirige con los chicos.

Pasé toda la tarde con la imagen de aquella chica en la mente, de aquellos ojos, de aquella sonrisa... Estaba tan metido en mi mundo que cuando me quise dar cuenta ya estábamos cenando. Terminamos y todos subimos a nuestros respectivos cuartos.
No podía descansar así que me levanté y me dirigí a la puerta, Martín salió del baño.

Martín: ¿Donde vas a estas horas?

Villa: Voy a dar una vuelta, a despejarme un poco.

Salí del cuarto y comencé a dar una vuelta por Madrid. No sé porque sentía que Madrid tenía una belleza particular de noche, era algo parecido a una sensación mágica. Suspiraba, no tenía una explicación de porque aquella chica se había quedado en mi mente durante toda la tarde y simplemente quería despejarme.

Entré en una calle bonita, algunas personas paseaban camino a una discoteca o simplemente paseando. Sin darme cuenta me choque con alguien que terminó en el suelo.

Villa: Lo siento muchísimo, de verdad.

Le ofrecí la mano y cuando me miro vi aquel rostro, aquella cara que llevaba toda la tarde rondando en mi cabeza.

El chico del corazón de cristalWhere stories live. Discover now