Capitulo 59

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Villamil se despertó poco a poco, no tenía ganas de levantarse y tener que enfrentarse a todas las preguntas o los intentos de ánimos de sus amigos, cuando por fin se dignó a abrir los ojos tardó un par de segundos en asimilar donde se encontraba, recorrió su habitación con la mirada y recordó que el día anterior había llegado de Madrid. Después de unos minutos decidió levantarse y bajó a la cocina donde se encontraba su madre preparando el desayuno.

Clemencia: Hola hijo –Dijo con aquella sonrisa que todo el mundo atribuía a Villamil-.

Villamil: Hola –Dijo de mala gana-.

Clemencia: ¿Cómo amaneciste hoy?

Villamil: ¿Isaza les contó todo? –Dijo mientras se sentaba en una de las sillas-.

Clemencia: Si –Dijo con una mueca mientras se acercaba a él-.

Villamil: Pues ya sabes cómo me siento –Dijo mientras se tapaba la cara con las manos-.

Clemencia: Ya verás como todo se soluciona pronto Juan Pablo, Laura te quiere y un amor que es de verdad no se separa tan fácilmente. A lo mejor un descanso os viene bien a ambos –Dijo mientras me acariciaba el hombro con cariño-.

Villamil: Laura no me quiere ver, le hice daño y todo esto es por mi culpa, no supe ayudarla como se merecía –Dijo mientras notaba como las lágrimas amenazaban con aparecer de nuevo-.

Clemencia: Te aseguro que Laura no te odia y no es culpa tuya cariño, no te eches la culpa de algo que no hiciste –Dijo mientras miraba con dolor a su hijo-.

Villamil: Yo debería haber evitado eso, haber hecho que paren de dañarla y nunca lo hice. La estaba dañando y como un imbécil no hice nada –Dijo mirando a su madre con los ojos cristalizados para después desviar la mirada a la mesa en un intento de que las lágrimas no salieran-.

Clemencia: Escúchame –Dijo haciendo que Villa levantara la mirada- Todas las parejas pelean, ya verás que dentro de unos días todo está solucionado y si no son días son meses, pero Laura y tú estáis predestinados a estar juntos. El destino los volverá a unir –Dijo para después acariciar con ternura la cara de Villa-.

Villamil: Ojalá sea cierto mamá, ahora que no la tengo me doy cuenta de la falta que me hace en mi vida, desde que se fue dejó en mí un gran vacío que solo ella puede llenar –Dijo haciendo así que todos los recuerdos de aquella dolieran más que nunca-.

La madre le puso el desayuno delante a Villa y este empezó a desayunar de mala gana mientras su madre le daba todos los ánimos que podía. Cuando terminó ayudo un poco a su madre y se dirigió a su habitación, se sentó en su cama, sin saber exactamente qué hacer tomó su guitarra y comenzó a tocar la melodía de a dónde vamos. Cada acorde hacía que un recuerdo con Laura pasara por su cabeza, disfruto de aquel momento dejando que la canción lo invadiera de la misma manera que lo hacía los recuerdos, cuando terminó tomó su teléfono e inconscientemente terminó entrando en el chat de Laura.

Por unos segundos se quedó pensativo, pensando de dónde sacaría el valor de escribirle, de preguntarle, de decirle la falta que le hacía su sonrisa en esos momentos, pero no pudo, apago la pantalla de su teléfono dejándolo a su lado y suspiro pesadamente. Sabía que ella lo estaba pasando mal, no quería agobiarla ni molestarla, simplemente no pudo protegerla de todo y ahora no podía ayudarla a sonreír. Le tocaba cargar con esa consecuencia.

*Narra Laura*

Me estaba acabando de preparar, había hablado con mi madre para poder pasar la tarde con Ángel, necesitaba verlo y de paso me ayudaba a distraerme de todo lo ocurrido un poco para así volver de cierta manera a la normalidad poco a poco. Tomé el coche y en lo que me quise dar cuenta ya estaba en casa de mis padres, cuando mi madre abrió la salude, en cuestión de segundos pude escuchar rápidas pisadas que se dirigían a la entrada a toda velocidad para después abalanzarse sobre mí. Cuando lo tomé en brazo y pude ver en su mirada aquel brillo de felicidad sentí como mi roto corazón se recuperará poco a poco dejando uno nuevo.

El chico del corazón de cristalWhere stories live. Discover now