Capitulo 4

1.9K 106 35
                                    

Laura cerró la puerta de casa de sus padres, acababa de dejar a su hermanito Ángel después de una maravillosa tarde con él en el aquarium. Laura sentía un amor infinito hacia Ángel y con el poco tiempo que tenía con la universidad decidió que sería mejor aprovechar y pasar tiempo con él.

Iba casi corriendo, tenía que tomar un taxi para volver a casa. Intentaba ir lo más rápido que podía pero estaba tan metida en mis pensamientos que cuando me quise dar cuenta me choqué contra alguien.

Al momento levanté la mirada mientras él chico se disculpaba. Levanté la vista y me encontré con un chico de ojos verdes, barba y pelo negro. Este me ofrecía su mano para levantarme la cual acepté. No podía despegar mi vista de su cara, era realmente guapo y su voz me sacó de mi trance.

Villa: Soy Juan Pablo -dijo mostrándome una sonrisa perfecta-.

Laura: Soy Laura -dije mirándolo fijamente a los ojos-.

En ese momento de silencio vi como él también recorría mi rostro con sus ojos y me preguntó de la nada si quería acompañarlo a dar una vuelta. Sinceramente me asusté un poco, era un completo desconocido que no hacía ni 20 segundos había conocido. Estaba a punto de rechazar y retomar mi camino, pero algo dentro de mi me impulsó a aceptar y con un simple movimiento de cabeza le comencé a seguir.

Estuvimos caminando por las calles de Madrid algunas más abarrotadas que otras y para mí sorpresa fue muy divertido. Villa, que es como le llamaban sus amigos, era un chico con un gran sentido de humor y descubrí que era colombiano que estaba en Madrid por trabajo.

Villa: Entonces ¿Probaste la comida colombiana?

Laura negó con la cabeza: No

Villa abrió los ojos exageradamente: ¡¡¿Y TU TE HACES LLAMAR SER HUMANO?!!

Laura comenzó a reír ante el drama del chico y suspiro intentando tranquilizarse.

Laura: Pues sí eso creo, mi amiga sí que suele comer pero nunca me ha llamado la atención.

Villa le miró: Todavía me pregunto cómo duermes tranquila -dijo con un tono de disgusto-.

Laura reía sin parar, sin duda se lo estaba pasando en grande.

Laura: Vale, mira, para compensar mi gran pecado -dijo recalcando esas palabras como si fuera algo imperdonable- te haré un tour nocturno por Madrid, ya te digo yo a ti que de esos no hay.

Villa río ante el comentario de la chica y asintió. Laura guió a Villa por callejuelas de Madrid entre risas y conversaciones.

Laura cogió el móvil y se dio cuenta que ya era la una y media de la noche. El tiempo al lado de Villamil se había pasado como a cámara rápida.

Laura: ¡¡Por dios!! Ya son más de la una. Me tengo que ir yendo -dijo Laura mirando a Villa.

Villa: Por favor, deja que te acerque yo. Tengo el coche aquí al lado y no es seguro que vayas sola.

Laura aceptó gustosamente, ya que en el fondo no quería separarse de él todavía y en el coche continuaron con alguna que otra discusión sobre temas cada vez más raros que terminaban con Villa intentarle dar una explicación y Laura riendo por sus datos sin sentido.

Cuando llegaron Villamil miró a Laura y le preguntó:

Villa: Oye ¿Y si intercambiamos los números para no perder el contacto? Digo si a ti te parece bien -dijo muy rápido, sonreí ante sus nervios-.

Laura le pidió su teléfono para apuntarlo. Cuando agrego su número en el teléfono de Villamil se despidió de él.

Mientras subía no podía quitarse una sonrisa tonta de su cara y en cuanto abrió la puerta dejó su bolso a un lado y se lanzó directa a un sillón.

Por su mente pasaron todas las imágenes de hoy, desde su mañana con su hermanito cómo esa noche tan extrañamente especial con Villa. Sin duda reviviría ese día tantas veces como le permitiera la vida.

Y al pensar en Villa, en sus bonitos ojos verdes, en su sonrisa que le transmitía tanta paz y amor, en su alborotado pelo, sonrió y algo dentro de ella despertó, algo que llevaba dormido mucho tiempo y ella simplemente sonrió.

El chico del corazón de cristalWhere stories live. Discover now