Capítulo 2.

57 5 0
                                    

-¿Dónde está Gerard?

-No sé, salió antes de que me levantara, pero no se llevó ninguno de los autos. Ya vendrá- contestó el chico de anteojos sin despegar la mirada de la pantalla de su teléfono.

-¿No te dijo nada?- se sentó a su lado.

-Frank- lo miró. –Ya va a venir, en el mejor de los casos se fue a conseguir trabajo y en el peor se está drogando hasta no entender quién es. De cualquier forma va a volver.

No siguió con las preguntas. Pero eso no lo dejó más tranquilo. Era raro que Gerard se levantara temprano y no volviera en toda la mañana. No tenía trabajo ni alguna ocupación. A menos que la tuviera y no se la hubiera comentado. Pero para Frank eso es más raro aún. Se contaban todo. Excepto esto. Pero no es de ahora, hace un tiempo que nota a Gerard raro, pareciera que estaba planeando algo. Solo esperaba que no fuera nada que lo ponga en peligro a él o al grupo. Ya habían pasado muchas cosas y por fin podían estar tranquilos.

Para cuando Gerard llegó, Frank estaba distraído tocando una canción con la guitarra. Apenas intercambiaron una mirada pero verlo de pie, sin signos de estar afectado por alguna sustancia terminó de calmarlo.

-¿Dónde estabas?- preguntó Ray saliendo de la cocina.

-Fui a conseguir trabajo y lo hice- todos lo miraron sorprendidos.

-¿De qué?- preguntó Frank.

-Profesor de arte en un colegio no muy lejos de acá.

Mikey, su hermano, lo miró por encima de los anteojos y sonrió. Él sabía que su hermano podía conseguir trabajo de lo que sea. ¿Pero enseñar? Había algo más detrás de esa noticia y sospechaba lo que era.

-Qué bueno, vas a dejar de ser un mantenido de nosotros.

-¿Profesor?- Frank parece el más sorprendido. –Si dijiste que no te gustaba enseñar.

-Lo sé, pero lo quiero intentar- se sentó en un sillón individual que lo dejaba entre sus amigos y su hermano. –Tengo que hacer valer un poco ese diploma en la pared ¿no?

-Por fin un trabajo honesto- comentó Ray. –Tengo que irme, en la cocina está la comida para Bob. Te toca llevarla, Gee.

-Estoy cansado, acabo de llegar ¿Por qué yo?

-Porque tu hermano viene conmigo y no confío en Frank para llevarle la comida.

-¡Solo fue una vez!- protestó el más bajo del grupo.

-Qué le dejaste un poco- terminó el chico de rizos mientras se ponía la chaqueta de cuero. Todos menos Frank se rieron.

Ray y Mikey fueron los primeros en salir. Frank volvió a tocar la guitarra desde el inicio de la canción y Gerard se quedó escuchando unos minutos mientras pensaba en lo que acababa de decir. No iba a poder sostener mucho la mentira del profesor con sus amigos. Más que nada porque en algún momento tendría que aportar dinero. Ya se le iba a ocurrir algo. Su día estaba yendo bastante bien como para preocuparse por el futuro.

Tardó veinte minutos en llegar a la tienda de discos e instrumentos en la que trabajaba Bob, un compañero se ofreció en alcanzarle la comida al depósito pero Gerard no confió en la manera deseosa con la que miró el recipiente y prefirió esperarlo. Eso le daba tiempo de mirar un poco los discos y encontrar alguno de su interés. Pero lo más interesante para él entró en ese momento a la tienda. La chica ni lo miró. Se sacó los lentes oscuros, se los acomodó sobre la cabeza y fue directo a uno de los pasillos con bandas de rock. Se veía diferente a como Gerard la había visto antes. Los ojos delineados, la camiseta negra de talle grande, los pantalones negros ajustados y los borcegos de charol bordo. Le recordaba más a la primera vez que la vio. Él se acercó sin hacer ruido, haciendo de cuenta que miraba los discos de la misma sección pero no dejaba de mirar sus manos pasando un disco tras otro. Dejó de mirarla cuando vio uno que le interesaba, con tanta suerte que era el mismo que ella buscaba y sus manos se encontraron agarrando la misma cajita de plástico.

Sus miradas también se encontraron y ella al darse cuenta que era el mismo chico de ojos verdes con el que ahora compartía las clases no pudo evitar sonrojarse.

-Yo lo vi primero- dijo mirando la cajita que le sacó de las manos a Gerard.

-Creo que yo lo hice, estaba en la fila que yo estaba buscando.

-Mala suerte, lo voy a comprar-

Pasó a su lado para ir a la caja y él la agarró del brazo. Giró la cabeza y lo miró.

-¿Segura? ¿Viste lo que cuesta?- la soltó y ella giró por completo a él.

Miró el precio y sin soltar el disco buscó su billetera para fijarse cuanto tenía. No le alcanzaba. Volvió a guardarse la billetera en la cartera y miró el disco, ahora con pena, se lo dio a Gerard.

-¿Tienes cómo pagarlo?

-Tengo mis maneras- ella ladeó la cabeza sin entender, tampoco preguntó. –Tienes buen gusto.

-Gracias, creo que lo heredé de mi papá.

-¿Es el de la foto?

Ella tardó en ubicar mentalmente de que foto le hablaba. La descolocaba bastante hablar con él. Tal vez porque era el primer chico en mucho tiempo que no le molestaba que le hable.

-Sí, el mismo. Bueno, me tengo que ir. Lo único bueno que vi es ese –lo señaló –pero es tuyo así que... seguiré buscando- sentía los cachetes con temperatura. –Nos vemos mañana supongo.

-Si mañana. Fue bueno verte- ella pasó a su lado y se estaba yendo -Lily- lo miró. –Te ves mejor así.

Le dio la espalda y se dirigió a la salida antes de que él se diera cuenta que su comentario había hecho que se sonrojara muchísimo. No entendía por qué le afectaba tanto lo que una persona que acababa de conocer le decía. Respiró hondo cuando llegó a la esquina y esperaba que el semáforo cambie de color. Una parte de ella quería que le moleste ese tipo de comentario pero otra parte más grande lo tomaba como lo que era, un cumplido de un chico aparentemente simpático.

Going to Pasalacqua TERMINADAWhere stories live. Discover now