Capítulo 30.

32 3 0
                                    

Se escuchó el timbre y Emma fue quien más se sobresaltó por el sonido.

-¡Lily! ¿Puedes abrir?- no movió un músculo hasta que escuchó la contestación de su hija.

-¡Ya voy!- se calzó los zapatos negros y bajó la escalera.

Antes de agarrar el pomo de la puerta revisó quien era por la mirilla. Pudo tranquilizarse un poco cuando vio los rizos rubios que ya conocía.

-¿Cómo está la chica más hermosa del mundo?- preguntó al entrar y le dio un beso en la mejilla.

-Muy bien- se dio cuenta que llevaba un ramo de rosas y una botella de vino. -¿Son para mí?

-Para tu madre, no quería llegar con las manos vacías. No te molesta ¿no?

-¡¿Quién es?!- escucharon ambos la voz que venía del primer piso.

-¡Es Evan!- gritó Lily en respuesta.

-¡Ya bajo!- los dos se miraron y rieron.

-Perdón por eso, está muy nerviosa por esta cena.

-Repetiste vestido.- la miró con atención.

-No iba a comprar uno para esto, con suerte que me lo puse.

Estaba por contestarle pero en ese momento apareció la madre de Lily en lo alto de la escalera. Tenía puesto un vestido negro con cuello bote, ajustado en todo el cuerpo y dejaba ver las piernas desde la rodilla. Estaba muy elegante y tanto Lily como Evan la miraron maravillados. Bajó los escalones con cuidado mirando cada paso que daba con los tacos de gamuza negros.

-No me habías dicho que tenías una hermana, amor.- comentó Evan. –Un placer conocerla- le pasó el vino a Lily y con la mano libre agarró la de Emma para besarla.

-Que chico tan caballero. Es un gusto para mí también conocerte Evan y espero que te sientas como en tu casa.

-Claro que sí, le traje estos regalos- le dio el ramo y señaló el vino. –Mis padres me dijeron que nunca es bueno llegar con las manos vacías.

-Son preciosas, muchas gracias- lo abrazó y le dio un beso en la mejilla. –Voy a ponerlas en agua. Lily ¿podrían con Evan preparar la mesa?

Ella asintió y su madre fue a la cocina a buscar un florero. Lily agarró de la mano a su novio y lo guió por la casa hasta el comedor, en comparación con la casa de Evan, su casa era mucho más pequeña y simple, no tenía vajilla de porcelana ni manteles de seda pero habían sacado los mejores platos, cubiertos y copas para esa ocasión.

-¿Puedo conocer tu cuarto?- le susurró él mientras acomodaban todo.

Soltó una risa nerviosa y las mejillas tomaron un color parecido al de su labial. Siguió con la mesa. Para su suerte, a él no les molestó que dejara pasar el comentario y siguió ayudándola. Evan sabía cómo acomodar cada cosa para que se viera muy elegante, incluso hizo grullas con las servilletas y en cinco minutos tenían la mesa preparada. Desde la cocina podía olerse la comida exquisita que había preparado su madre. Solo restaba un detalle, que acababa de tocar el timbre. Los tres se acercaron a la puerta, Emma estaba muy nerviosa y no paraba de tocar el vestido o su peinado.

-¿Quieren que abra?- preguntó Evan y las dos asintieron.

Abrió la puerta, revelando a un hombre de unos cincuenta años de buen cuerpo, con el cabello corto, lacio y castaño. Tenía bigote y una barba que le decoraba el mentón. Tenía una imagen elegante pero relajada a la vez, usaba camisa blanca con saco negro igual que el pantalón y los mocasines. El detalle que le llamó la atención a Lily fueron los aros en las orejas, dos en la izquierda y uno en la derecha, y los collares con cuentas de madera en el cuello. Tenía una mirada de hombre muy serio. En una mano llevaba un ramo de orquídeas moradas y en la otra una bolsa de una tienda famosa de joyas.

Going to Pasalacqua TERMINADADonde viven las historias. Descúbrelo ahora