Caítulo 18.

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Bajó del auto de su madre con la mochila colgándole de un hombro. Volteó y mientras su madre retomaba el camino al trabajo ella miró en todas direcciones intentando localizar al chico de cabello semilargo y vestido de negro que le había jodido la cabeza. No lo vio, tampoco vio su auto. Entró en el gran edificio del colegio y caminó por el pasillo haciendo lo mismo que en la entrada. Llegó a su salón y en lugar de mirar a su amiga que ya estaba en su lugar miró al asiento vacío en el fondo. Recién en ese momento pudo tranquilizarse un poco.

-¿Cómo estás?- preguntó Maddi.

-Bien, solo un poco cansada.

-¿Te quedaste hasta muy tarde hablando con Gerard?- su amiga la miraba con una mirada coqueta llena de ilusión.

-¡No! Y deja de hacer esas suposiciones de mierda, que haya dormido como la mierda no quiere decir que me desvelé hablando con un imbécil.

-Bueno, perdón.- no esperaba para nada esa contestación. -¿Qué pasó?

Lily respiró profundo, no quería contarle. Quería que todo quedara en el olvido.

-Nada, solo estoy cansada. No dormí bien en todo el fin de semana desde que mamá me dijo que sale con un tipo.

-Uh, no me habías contado- la miró harta. –Ahora entiendo esa cara. ¿Cómo es el tipo?

-Ni idea, solo me dijo que es de su trabajo y se llama Johnny. Tampoco me interesa conocerlo.

-Claro, para qué ¿no? Por ahí solo es algo pasajero. No podemos pensar que vaya a ser una relación seria.

La miró y por primera vez desde que salió de casa de Gerard pudo sonreír. Sonó la campana y todos sus compañeros entraron. Gerard no apareció. Pudo tranquilizarse y pensar que al menos tenía la decencia de no molestarla.

Al día siguiente se sentía mejor, logró dormir y ya no temía que Gerard fuera a aparecer en el colegio montando toda su mentira. Subió los escalones del edificio y en la puerta no llegó a ver que un chico se acercaba en dirección contraria. Chocaron, ella se sobresaltó y el chico tiró la carpeta de cartulina llena de papeles. Tanto ella como el chico se agacharon a levantarlos. Mientras que a unos metros Gerard los miraba desde lejos, las ojeras decoraban sus ojos como producto de no haber salido ni dormido nada las noches anteriores. Lily con una mano sostenía el teléfono y con la otra juntaba papeles de varios tamaños y colores. Ni se había detenido en mirar al chico que había chocado.

-¡Ay!

Levantó la vista asustada, vio al chico sosteniéndose la mano y a Gerard unos pasos delante de ellos mirándolos con desdén. Resopló y se levantó con los papeles en la mano.

-Discúlpame, no te vi.

El chico agarró los papeles y los juntó con los que él había levantado.

-Fue mi culpa, venía distraído. ¿Estudias acá?

-Sí, estoy en último año. ¿Y tú? No te había visto.

-Terminé de inscribirme hace unos minutos, mañana comienzo el último año.

-Tal vez compartamos salón.- le sonrió por amabilidad.

-Me gustaría, si son todas las chicas tan lindas voy a estar en el cielo.

Ella sonrió y se sonrojó, a él se le dibujó una gran y perfecta sonrisa. Lo miró bien, era un chico de buen cuerpo con el cabello rubio claro enrulado. Con los ojos negros, la piel pálida y se le formaban unos hermosos ojuelos cuando sonreía. Parecía sencillo con su suéter a rayas negras y verdes y jean holgado, le alegraba no haberse chocado con una copia de los chicos que le caían mal.

Going to Pasalacqua TERMINADAWhere stories live. Discover now