Capítulo 10.

31 3 2
                                    

Eran las tres de la tarde cuando salió de su casa. El cielo estaba totalmente cubierto y soplaba el viento bastante fuerte y frío. Se cerró la campera de algodón grueso hasta arriba y se acomodó el gorro color crema para que no se le volara. Por muchas nubes que hubiera en el cielo de todas formas se puso los lentes de sol de su madre para que no se notaran las ojeras. Eran el resultado de haber dormido muy poco la noche anterior. Esta vez no llamó a Gerard para que calmara su insomnio. Ya habían compartido mucho tiempo juntos y no quería molestarlo. Esperó el colectivo diez minutos junto a otras personas. El viaje tardó alrededor de treinta minutos hasta que se detuvo frente al cementerio. Su parada. Cruzó la calle y pasó de largo el puesto de flores que ese día tenía mucho trabajo por el entierro que se llevaba a cabo adentro. Se quedó en la puerta. Ya desde ahí podía ver a las personas amontonadas cerca del centro de ese lugar gigantesco y lúgubre. A unos quince metros más adelante de donde ella iba a dejar flores con frecuencia. Esperó. Cinco, diez, veinte minutos. Esperó hasta que terminaron con la ceremonia y vio a las tres chicas caminar a la par hacia la salida. La primera en notar a la chica en la puerta fue la chica de cabello castaño que llevaba puesto un vestido negro que casi rosaba el suelo. La reconoció al instante, soltó a sus acompañantes y se aferró a ella en un abrazo.

-Viniste.- le susurró al oído y Lily la abrazó fuerte.

Se soltaron y saludó a sus otras dos amigas con un beso en la mejilla y un abrazo mucho menos breve que el que le dio a la primera.

-Tenía que acompañarte así como lo hiciste ¿no?- su mejor amiga asintió y la agarró de la mano entrelazando sus dedos. -¿Cómo fue?

-A cajón cerrado- contestó Annie. –Y lleno de gente.

-Vino gente de todos lados, muchos de sus amigos no vinieron- comentó Giselle.

-Hay personas que no les gusta que el último recuerdo de un ser querido sea de su muerte, tal vez por eso faltaron.

-¿No te vas a acercar?- preguntó Annie, tan oportuna como siempre.

-No hace falta, estoy hace un rato acá. Eso debe contar como una despedida- Lily se encogió de hombros. -¿Qué van a hacer ahora?

-Cada una iba a ir a su casa- contestó Maddi. -¿Quieres venir a la mía?

-Claro.

Salieron del cementerio tomadas de la mano. Con Annie a un lado y Giselle al otro. No hablaron del tema y se separaron cuando llegó el Uber que se dirigía a casa de Maddi.

-¿Por qué los lentes?- preguntó en el viaje Maddi.

-Porque anoche no dormí pensando en que hoy vendría al cementerio.

-¿Cómo convenciste a tu madre?

-Ella no dijo nada de ir a la puerta del cementerio.

-Bien jugado- Maddi se limpió una lágrima. –Fue tan raro ese momento en la iglesia, no lo vi pero desde que entré imaginaba el momento que el cajón se abría y él se sentaba diciendo "se la creyeron".

-Todos esperamos ese momento, supongo que es parte del duelo.

-Puede ser.- suspiró. –Solo falta que encuentren a quien lo hizo para que descanse en paz.

-¿No piensas que ya lo hace?- su amiga la miró confundida. –Digo, él ya tuvo el funeral y toda esa ceremonia para que descanse en paz. Creo que si agarran a quien le disparó es para que su familia se quede tranquila con que se hizo justicia. No tiene que ver directamente con él. Por eso nosotras no insistimos en las demandas contra la aerolínea.

-Puede ser- Maddi se apoyó en su hombro. –Me alegra que hayas venido, quiero a las chicas pero ellas no me entienden como tú.

-Ya sé, yo siento lo mismo. ¿Viste el vestido que tenía Giselle? ¿Pensaba que iba a conquistar a alguien en ese lugar?

Going to Pasalacqua TERMINADADonde viven las historias. Descúbrelo ahora