Capitulo 5.

43 5 0
                                    

-¿Todo bien?- no obtuvo respuesta, le tocó la mano y reaccionó.

-¿Qué?

-Te pregunté si estaba todo bien.

-Ah- no. –Sí, solo estoy cansada- Lily no había comido casi nada de lo que su madre había preparado.

-Se va a enfriar.

-No tengo hambre, antes de volver con las chicas fuimos a comer.

-¿Cómo están ellas? Hace rato que Maddi no viene a casa.

-Bien. Está ocupada.

Movía con el tenedor la ensalada en el plato mientras pensaba cómo le iba a decir a sus amigas lo que pasó. No estaba segura de contarles, qué iba a hacer si no le creían.

-Me voy a dormir.

-Bueno- ella se levantó y su madre la agarró de la mano. –Si alguien te dijo algo de tu cuerpo no es motivo para que dejes de comer. Esa no es la forma y eres hermosa.

-No es eso, solo estoy cansada. Si tuviera un problema te lo contaría.

Sin embargo no le había contado nada de esto. No quería que se preocupara, ya no había nada para hacer. Se acomodó en la cama y miró el teléfono que ya había prendido. Tenía un mensaje de Annie agradeciéndole por acompañarla. Un mensaje de Maddi preguntando cómo había salido todo. Y un mensaje de un número que no tenía registrado, fue el único chat que abrió, era Gerard recordándole otra vez que si necesitaba hablar podía contar con él. Bloqueó el celular, lo dejó en la mesita de luz y se giró para intentar dormir. 

Le dolía el golpe en la boca igual que el chichón en la cabeza que se rosaba contra la almohada y los raspones en la espalda. Pero más que todo eso le dolía el alma. Entre todas las preguntas que le daban vuelta por la cabeza una de las que más se repetía era ¿Y ahora que va a pasar? Alguien iba a encontrar el cuerpo de Andrew y la policía empezaría a investigar. ¿Iban a arrestar a Gerard? ¿Y a ella? Ella no le disparó. Pero si no se daba esa situación tampoco le hubieran disparado. Ahora tenía miedo. No quería que la policía la moleste. Que le tuviera que contar una y otra vez a distintas personas lo que había vivido. No quería que se enteraran que ella tuvo que ver en la muerte de uno de los chicos más conocidos en el colegio. Quería estar tranquila.

Se giró otra vez y agarró el teléfono, lo prendió y abrió el chat de Gerard. Su última conexión había sido hace media hora. Pensó en que podría estar durmiendo pero prefería que no la lea a quedarse con las dudas.

Lily: ¿Estás?

Lo mandó, una tilde, no le llegaba. Suspiró. Tal vez lo apagó. Dos tildes. Eso la dejó más tranquila. Necesitaba hablar con él. Que le dijera que pensaba que iba a pasar a partir de mañana. Le contestó.

Gerard: Sí, todavía estaba despierto.

                ¿Por?

Lily: No puedo dormir.

         ¿Qué va a pasar mañana?

Gerard: Creo que nada. Vamos a ir a clases y él no va a estar pero no creo que a nadie le llame la atención que falte.

Lily: ¿Y el resto de los días?

         Se va a saber en algún momento. Van a investigar.

         ¿Qué te va a pasar si saben que le disparaste?

Del otro lado de la conversación Gerard estaba sentado en una silla en su cuarto, con una mano sostenía el teléfono y con la otra agarraba un cigarrillo mentolado que ya había consumido por la mitad. No sabía que decirle exactamente sin preocuparla. Estaba seguro que había tomado todas las precauciones necesarias para que no supieran quién lo había hecho. Pero él sabía que nunca tuvo la mejor de las suertes.

Gerard: No lo van a saber.

                Estoy seguro.

                Pero si me detienen no voy a nombrarte. No tenes por qué pasar por ese momento.

Lily: Me sentiría horrible si te detienen por mi culpa.

Gerard: No voy a delatar a mi cómplice jajaja.

Lily: No es gracioso

Gerard: Perdón, pero si te sigues preocupando no vas a poder dormir.

Lily: Tienes razón. Pero todavía no puedo bromear con lo que pasó.

         ¿Qué hacías? Es tarde.

Gerard: Escribía.

Lily: ¿Eres escritor?

Gerard: Tengo una banda y escribo canciones.

                Tienes que escucharnos alguna vez, te gustaría.

En ese momento una idea afloró en la cabeza de Gerard. Esperaba que con eso pudiera calmarla.

Gerard: ¿Te puedo llamar?

No estaba segura, miró al escritorio del otro lado de la habitación y del monitor colgaban los auriculares grandes que usaba. Sabía que la ficha coincidía con la de su celular. Pensó en su madre pero su habitación estaba alejada por lo que no escucharía que ella hablaba con alguien.

Lily: Sí.

Gerard: Dame un minuto.

Se levantó de la cama y buscó los auriculares. Volvió a la cama y los conectó. Todo funcionaba perfecto. Se volvió a acostar. Le resultaba un poco incómodo estar acostada con esos auriculares. Gerard la llamó y atendió.

-¿Pasó algo?

-No, solo tuve una idea.

-¿Cuál?

-Soy mejor cantante que guitarrista pero se me ocurrió que podría cantarte algunas canciones hasta que te duermas.

A Lily se le escapó una sonrisa.

-Bueno, pero si eres muy malo voy a cortar. Ya tengo suficiente con mi cabeza.

-Perfecto.

Escuchó que dejó elteléfono y las cuerdas de una guitarra que estaba afinando. Cerró los ojos intentandoimaginárselo: sentado en su cama, en un cuarto con posters de bandas en lasparedes, un escritorio lleno de papeles de canciones e intentos de las mismas.Con ropa y algunas cosas tiradas por el piso. Respiró hondo mientras escuchabacomo arrancaba una canción. Se imaginó sentada a su lado, mirando cómo seconcentraba para no errarle a ninguna nota. Empezó a cantar. Cantaba en vozbaja, por momentos susurraba. Tenía un tipo de voz que no había escuchadoantes. Le gustaba. Cada verso la hipnotizaba más y más en esa combinación devoz y guitarra. Siguió respirando hondo. El cuerpo ya le pesaba. Se imaginó quemientras tocaba la única luz que lo iluminaba era la de un foco en la mesita deluz. Podía imaginar como la miraba mientras cantaba. Sonrió.

Going to Pasalacqua TERMINADADonde viven las historias. Descúbrelo ahora