Capítulo 23.

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El sábado Lily se quedó en la cama hasta que juntó las ganas suficientes de levantarse y meterse en la ducha. Estaba nerviosa por lo que le esperaba fuera de casa. Salió del baño con una toalla envolviéndole el cuerpo y otra el cabello. Volvió a su habitación y se sentó en el borde de la cama. Miró los dos vestidos que colgaban en las puertas del armario.

El de la izquierda se lo había comprado Evan ayer después de insistirle para que fuera de vestido para dar una primera impresión excelente. Era largo, suelto, de manga larga y color marrón. El de la derecha era totalmente diferente, corto, delicado y de uno de sus colores favoritos, bordó. Lo miró con mejor cara y sonrió al recordar como Maddi le dio la bolsa como si estuviera dándole algo ilegal. No tenía ganas de usar un vestido, nunca se sintió cómoda usándolos pero si estaba obligada a hacerlo al menos quería que fuera uno que le gustara. Agarró el regalo de Maddi y se paró delante del espejo con el vestido sobre ella. Las mangas le llegaban a los codos y eran de encaje. Tenía tantos detalles que podría mirarlo por horas. Suspiró, esperaba que a Evan le guste tanto como a ella.

Buscó unos zapatos de taco bajísimo. Casi no sentía la diferencia con el calzado que usaba todos los días. Volvió al espejo y se recogió el cabello en una trenza. A mitad del peinado su teléfono comenzó a vibrar, tenía una llamada entrante de un número que no tenía registrado. Dejó que sonara y terminó de peinarse. El maquillaje no era muy complicado, se delineó sobre el parpado, un poco de rímel y brillo labial rojo en los labios. El teléfono comenzó a vibrar otra vez. El mismo número. Atendió.

-Hola.

-¿Lily?- era un chico.

-Sí ¿quién habla?

-Gracias a Dios- hubo una pausa. –Soy Mikey, el hermano de Gerard.

-Te recuerdo. ¿Qué necesitas?

-Es por Gerard, es algo grave.

-Si te convenció que me llamaras, desde ya te digo que...

-Estamos camino al hospital- la interrumpió. –No responde.

Lily quedó congelada.

-¿Qué pasó?- dijo en voz baja.

-Es largo de explicar, por favor ven al hospital, te necesita.

-No puedo, tengo algo importante que hacer.

-Por favor.- la voz de Mikey dejaba al descubierto la angustia que lo invadía.

-No puedo hacer nada para ayudarlo, lo que sea que pasó los doctores lo van a ayudar.

-Te necesita.

-Mucha suerte- alejó el teléfono y cortó.

Quedó mirando la pantalla. Tuvo que sentarse en la cama para tranquilizarse. Temía lo peor pero no podía hacer nada. Ya se lo dijo a Mikey, los médicos harían su trabajo. Respiró hondo, agarró el blazer negro de su madre que estaba colgado en el perchero de la puerta de entrada y salió rumbo a casa de Evan. Contempló la enorme casa de estilo colonial y colores oscuros cuando llegó. Cruzó las rejas de la entrada, caminó lentamente hasta la puerta y tocó el timbre. Sentía el corazón en la garganta y las manos sudorosas. Abrió una mujer con uniforme blanco y negro, parecía la empleada doméstica salida de una película.

-Debes ser la novia de Evan. Pase.- se hizo a un lado y entró, por dentro la casa tenía el mismo estilo. -Evan ya viene ¿guardo su abrigo?

-Gracias- sacó el teléfono del bolsillo y le dio el blazer.

La mujer fue hasta una puerta donde había un armario, colgó el abrigo y después subió al primer piso de la casa desde donde llamó a Evan.

-¿Quién era querida?- dijo una mujer de unos cincuenta años que apareció por la entrada a la sala de estar. –Que sorpresa, estaba en el jardín y perdí la noción del tiempo. Liliana ¿no?

Going to Pasalacqua TERMINADAWhere stories live. Discover now