Capítulo 29.

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El viernes por la tarde Gerard estaba estacionado a pocos metros del edificio de veinte pisos en el que lo atendería por primera vez la psiquiatra. Miró la tarjeta que le habían dado en el hospital repasando el nombre de esa mujer. No tenía idea si era buena o mala en su trabajo pero ahí estaba, detrás del volante terminando un cigarrillo mentolado totalmente solo. Miró el reloj de su teléfono. En cinco minutos tendría que decidir si iba a entrar o no y ella no aparecía.

-¿Listo para entrar?- lo sorprendió Lily metiendo la mitad del cuerpo por la ventanilla del acompañante. La miró espantado y ella comenzó a reírse a carcajadas. –Tu cara- y siguió riendo.

-Llegas tarde- apagó el cigarrillo en el cenicero y salió del auto.

-No- dijo mirando su teléfono. –Justo a tiempo- lo saludó con un beso en la mejilla.

-Esperaba otro saludo- arrugó la nariz.

-¿En serio? ¿Acá afuera?- alzó una ceja. –Entremos antes de que te llamen.- lo hicieron y se metieron al primer ascensor. -¿Estás nervioso?

-Un poco, no sé lo que pueda llegar a decir ¿y si me internan?

-No creo- agarró su mano entrelazando sus dedos. –Lo que sea que diga lo está haciendo para ayudarte. Ya te dije, eres un loco lindo. A parte, si te internan no podrías seguir con la banda y la mayoría de los profesionales siempre recomiendan la música como remedio.

-Lo acabas de inventar ¿no?

-Piensa lo que quieras- sonrió y miró al frente.

Llegaron al decimoséptimo piso y las puertas del ascensor se abrieron. Se encontraron con una señora que estaba secándose las lágrimas. Al salir estaban en la sala de espera, Gerard le avisó a la secretaria que tenía una cita programada mientras Lily miraba las vistas que tenían desde esa altura por la pared de cristal.

-Están por llamarme.

-No puedo creer esta vista, debe ser muy importante para atender acá.

-Supongo- agarró su mano como lo hizo ella en el ascensor. –Gracias por acompañarme.

Se acercó, ella le intentó acomodar el flequillo de él detrás de la oreja, cerró los ojos y le dio un dulce beso en los labios. Él no se esperaba eso.

-Todo va a salir bien.

Escucharon una puerta que se abría y ella retrocedió un par de pasos sin soltar su mano. Era la psiquiatra que había salido a buscar a Gerard. Lily tuvo la agradable sorpresa de reconocerla.

-Lily hace tiempo que no nos veíamos ¿Cómo estás?

-Bien, gracias por preguntar. Sí, bastante tiempo, por suerte después de que me diste el alta no hizo falta que regrese.- vio que Gerard no entendía. –Ella fue quien me ayudó a superar lo de mi padre.

-No le diría superar pero te ayudé mucho. Veo que se conocen- miró sus manos juntas. –Qué pequeño es el mundo en esta ciudad. Bueno, no perdamos tiempo. Después de ti, Gerard.

Tuvieron que soltarse la mano y él la miró una vez más antes de entrar, detrás entró la psiquiatra y cerró la puerta. Lily tomó asiento en la sala de espera y siguió admirando la vista. No quería irse sin saber con qué impresión había salido él, le intrigaba saber si podría ir a las sesiones por gusto y no porque su hermano y ella le insistían para que lo hiciera. Sacó su teléfono, tenía veinte mensajes de Evan que en su mayoría eran fotos de posible ropa que podría usar esa noche en la cena. Desde temprano que la estaba molestando con eso. Le había repetido varias veces que su madre y la de él en ese sentido eran distintas. A Emma no le interesaba como fueran vestidos, solo le interesaba que fuera buena persona y sobre todo educado. Lo único que le preocupaba a Lily de la cena era el hombre que conocería, quería saber cuánto antes cómo era, que intenciones tenía con su madre y cómo buscaría caerle bien.

Going to Pasalacqua TERMINADADonde viven las historias. Descúbrelo ahora