Capítulo 19.

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El primer sábado que Gerard ya no hablaba con Lily se pasó gran parte del día en el sótano con una de las guitarras y un cuaderno frente a él. Cuando el resto del grupo estuvo en casa practicaron y bebieron, lo usual en su rutina de fin de semana. Solo que Mikey se preocupó cuando vio que su hermano vaciaba las latas de cerveza como si fueran agua. Terminaron de perfeccionar algunas de las canciones nuevas que había hecho Gerard esos días. Después tocaron las de siempre pero al tocar la canción con la que habían arrancado el día que Lily fue a verlos Gerard enfureció y se encerró en su cuarto con música a todo volumen. Su hermano y sus amigos no hicieron nada. Acomodaron todo y siguieron con sus cosas hasta que se hizo la noche y a mitad de la cena Gerard apareció por la escalera; bañado, peinado y vestido con sus mejores prendas.

-¿A dónde vas?- le preguntó Mikey

-Vamos querrás decir ¿Quién tiene ganas de salir?

Los cuatro chicos se miraron y miraron de nuevo a Gerard que sonreía. Ray y Bob eran quienes menos ganas de salir tenían pero cuando Mikey les lanzó una mirada suplicante dijeron que sí. Frank fue el primero en aceptar.

-Bert me dijo que iban a tocar unas bandas en el centro- agarró las llaves del auto colgadas de un gancho. –Yo manejo.

El lugar ya estaba repleto de gente cuando llegaron. Fueron hasta la barra y Gerard pidió lo más fuerte que tuvieran.

-¿Estás seguro?- le dijo Mikey al oído.

-Yo sé lo que hago- notó que su hermano estaba preocupado. –Sé lo que estás pensando. Estoy bien. Solo quiero divertirme.

La chica que preparaba los tragos le dio el suyo y le sonrió muy coqueta. Gerard le devolvió la sonrisa. Su hermano no estaba muy seguro de dejarlo solo pero fue arrastrado por Frank al tumulto de gente que estaba frente al escenario para participar del pogo.

En la madrugada Gerard ya no tenía a ninguno de sus amigos cerca. Solo saltaba o se movía al ritmo de la música entre la gente que hacía lo mismo que él. Miraba las luces de colores y sentía que se movían con él. La pastilla que le había vendido Bert había hecho efecto más rápido de lo que pensaba. Lo buscó entre las personas para comprarle un par más pero no lo encontró. De repente llegó a la barra y unos metros a su derecha había una chica de espaldas a él. Vestía con unas botas negras, minifalda y tenía el cabello ondulado, largo y negro. Se acercó desesperado creyendo que era Lily y la agarró del hombro. La chica se volteó, primero asustada pero luego le sonrió. Tenía el mismo color de ojos pero no era. Sin embargo, Gerard comenzó a charlar con ella y después bailaron muy cerca. Para él era ella. Era Lily. Se la había encontrado y ahora todo estaba bien.

La mañana siguiente se despertó con las campanadas de una iglesia que estaba a unas cuadras de su casa. El sonido le partía la cabeza. Levantó la mano hasta la mesita de luz y buscó su teléfono. Miró la hora y se quejó de que eran las diez de la mañana. El sol ya entraba por la ventana y le molestaba. Se giró en la cama y notó el roce excesivo de la sábana contra su piel. La levantó y se dio cuenta que estaba desnudo. Miró a su lado debajo de la sábana y había una chica con solo una tanga roja puesta. Bajó la sábana y miró a la chica. Estaba de espaldas a él. Su corazón comenzó a latir con fuerza por el parecido que tenía ese cabello al de Lily. La giró lentamente agarrándola del hombro. No era nada parecida a ella. La chica en su cama aparentaba unos treinta años, tenía los ojos como un mapache por el maquillaje corrido, los labios enormes y la piel bronceada. Se sentó en la cama y bufó. Las campanas en la calle volvieron a sonar y le recordaron el dolor de cabeza.

-Buen día- giró un poco la cabeza y la chica se estaba desperezando y le sonreía. -¿Cómo despertaste?

-Con resaca.

Going to Pasalacqua TERMINADAWhere stories live. Discover now