Capítulo 44.

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Salieron de la casa en silencio, una enganchada al brazo de la otra para conservar el calor y sentirse seguras en su caminata nocturna a la parada de colectivo. Pero por más silencio que hubiera no estaban tranquilas. Sus cabezas no paraban un segundo en pensar sobre lo que había pasado. Maddi miraba de reojo a su amiga que estaba cabizbaja. Verla era lo único que la hacía dejar de pensar en Mikey y sus ganas de quedarse a cuidarlo por miedo a que tuviera alguna herida interna o en la cabeza.

-¿En verdad vas a huir con ellos?- preguntó Maddi luego de dos minutos en la parada y asegurarse que nadie las pudiera oír.

-Sí.- contestó sin apartar su mirada de la calle. –No quiero alejarme de Gerard.- se sorprendió a si misma diciendo esas palabras.

Nunca había pensado que las diría, jamás se consideró una chica cursi o romántica pero ahí estaba. Dándose cuenta que estaba completamente enamorada del hombre más raro que había conocido en el mundo. Con el sentimiento de que no soportaría ni un día alejada de él y que moriría si llegara a pasarle algo y no tuviera la mínima posibilidad de ayudarlo.

-Además también corro riesgo quedándome.- continuó. -Si no es Evan y su padre. Será Johnny que manipulará a mi madre para que me convenza de volver a casa.

Era la única excusa que se le ocurría y no solo la decía para convencer a su amiga. Quería creérselo para sentirse menos culpable de lo que sentiría su madre cuando estuviera al tanto. Pensando que en ese momento las separarían muchos kilómetros y ninguna forma de contactarse.

Su amiga suspiró sin saber que decir a esa explicación que no parecía tener forma de refutar. Miró hacia la calle y el colectivo se acercaba. Dejó que Lily subiera primero y se sentaron al fondo, alejadas de los pocos pasajeros que ya había sentados.

-¿Cuándo irás a buscar tus cosas?- Por primera vez desde que salieron Lily la miró a la cara. -¿Habías pensado en eso?- negó apenada.

-No lo sé. Va a ser complicado con ese tipo metido en mi casa.

Volvieron a hacer silencio y pensar en una solución. En casa de Maddi no tenía más que algunas prendas que le había mandado Emma con la madre de su amiga. Rebuscó en los bolsillos de la chaqueta y los pocos dólares que había en uno de ellos era todo el dinero con el que contaba para mañana. A Lily se le llenaron los ojos de lágrimas, no quería ser una carga para ellos.

-Tal vez sea una locura pero...- se acercó al oído de Lily para que la mujer que acababa de sentarse cerca de ellas no escuchara. -¿Si le pides a Gerard irse más tarde? Creo que una hora será suficiente para que entres a tu casa luego de que ellos se vayan a trabajar, hagas el bolso y salgas. Yo te puedo llevar en mi auto para ahorrarnos tiempo.

Los ojos de Lily se iluminaron y alzó ambas cejas mientras observaba asombrada a su amiga.

-Eres un maldito genio- la abrazó, rieron y un par de lágrimas saltaron de los ojos de Lily por la emoción. -¿En verdad harías eso?

-Claro- contestó con una sonrisa forzada. –Pregúntale a Gee, sino habrá que pensar en otra cosa.

En el trecho que había desde la parada donde bajaron y la casa de Maddi, le envió el mensaje. La única idea que se le venía a la mente en el caso de que se negara era meterse de madrugada por la ventana de su cuarto, como él había hecho, y eso la aterraba aún más por lo complicado que sería. Cada minuto en el que miraba la pantalla de su teléfono sin nuevos mensajes la ponía más nerviosa y le dificultaba disimular delante de los padres de su amiga que todo estaba bien.

-¿Qué tal está Mikey, hija?- preguntó su padre durante la cena y Maddi intercambió una mirada con Lily antes de contestar.

-Bien, un poco estresado por un problema de su hermano pero no es nada.- contestó sin apartar la mirada de su plato.

Going to Pasalacqua TERMINADAWhere stories live. Discover now