Capítulo 22.

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AC: este capítulo tiene escenas sexuales explícitas.

El reloj de pared que estaba en la sala de estar marcaba las diez en punto de la noche. No había nadie en la planta baja de la casa, tampoco en el sótano que había quedado desordenado después del ensayo. Todavía estaban las latas de cerveza y el cenicero lleno de colillas y cenizas sobre la mesita. En el primer piso se encontraba Ray en su cuarto mirando una película. Mikey y Bob no estaban en la casa. Frank cruzó la puerta principal cuando el reloj marcó las diez y cinco, llevaba una bolsa de papel madera. Subió las escaleras y se metió al baño. Gerard estaba en su cuarto, recostado en la cama, solo llevaba puesto una camiseta y un bóxer a rayas negras y azules.

Apenas podía mantener los ojos entreabiertos. Sobre la mesita de luz a su izquierda descasaban su teléfono y una jeringa. En la otra mesita estaba la lata vacía y algunos restos de las flores que cayeron mientras armaba. Miraba un punto a la nada en dirección a la ventana. Tenía la boca seca y entreabierta. Movió una mano con torpeza buscando la botella de whisky que descansaba con un sorbo sobre la cama a su derecha. Desistió de su búsqueda. Pensó que tal vez alguna de las latas tiradas en el suelo tendría cerveza pero el cuerpo le pesaba demasiado para poder levantarse. Miró la computadora, el reproductor de música seguía activado desde hace tres horas. En la esquina superior izquierda de la pantalla había abierta una ventana de la galería de fotos con una de las fotos que descargó de Lily.

Escuchó como a lo lejos los golpes en una puerta que resultó ser la suya. Tragó saliva y lentamente dijo que pasen. Intentó aclarar su visión abriendo más los ojos pero seguía viendo borroso. Además la luz tenue de la lámpara no ayudaba. Decidió cerrar los ojos y agudizar el oído. Escuchaba la canción a un volumen muy bajo. Escuchó el picaporte girar y el quejido de la puerta al abrirse despacio.

-¿Gerard?

Era una voz suave y aguda que provenía de la persona que dio un paso dentro la habitación. Él abrió los ojos, giró la cabeza y la vio, mitad dentro de la habitación mitad afuera, con el cabello negro y largo. No podía verle la cara con claridad. Tomó aire y un perfume dulce, parecido al jazmín, le llenó los pulmones.

-¿Lily?- preguntó en voz muy baja.

La persona asintió y terminó de entrar a la habitación dando otro paso y cerró la puerta con cuidado. Lentamente se acercó a la cama y con la mano izquierda apagó la lámpara. Ahora la habitación solo era iluminada por la luz de la luna que entraba por la ventana.

-¿De verdad?- preguntó él estirando la mano para tocar la suya.

-Sí- contestó.

Se quitó la campera de algodón negra que llevaba puesta y la tiró al suelo. Primero puso las manos sobre la cama y con cuidado fue acercándose a Gerard hasta que sus rostros estaban muy cerca.

-Viniste- dijo él con una gran sonrisa.

Levantó la mano izquierda, le acarició el cabello y se besaron apasionadamente. Sus lenguas se movían como si bailaran primero en una boca, después en la otra. La persona sobre él le acarició el cuello y la mejilla mientras lo besaba. Él levantó su mano derecha y quiso acariciarle la cintura. Entonces el beso se detuvo, esta persona se alejó saliendo de la cama y caminó muy lento alrededor hasta detenerse frente a Gerard que no tenía fuerzas para levantarse y tampoco podía verle el rostro. Solo le daba seguridad pensar que esos labios suaves y esas manos delicadas eran las de ella.

-¿Qué quieres?- preguntó mirando a la persona con una sonrisa.

No obtuvo respuesta. La silueta humana que tenía frente a él se puso de rodillas y escaló por sus pálidas piernas entre besos y caricias. Llegó a los muslos, subió más levantándole la camiseta, besó su estómago y lamió el ombligo. La excitación recorrió el cuerpo de Gerard como un cosquilleo eléctrico. Intentó acariciarle la cabeza pero no lo dejó. Cerró los ojos y sintió como usaba ambas manos para bajarle el bóxer dejando al descubierto su erección. Sintió el roce de sus labios en la punta de su miembro y se mordió el labio inferior, cuando sintió la caricia de arriba abajo apretó el colchón con ambas manos. Abrió los ojos cuando comenzó a darle placer con la boca. Bajó la mirada y veía un montón de pelo negro subir y bajar. Suspiró al sentirse cada vez más excitado. Sentía que toda la sangre de su cuerpo viajaba hasta esa zona. Los movimientos se hacían más rápidos y bruscos. Soltó un gemido que apenas se escuchó y tuvo el orgasmo más intenso de su vida. En parte porque hace mucho no vivía algo así y otra parte por todo lo que había consumido. Sintió el cuerpo tan relajado que le cosquilleaba.

-Te amo- dijo con los ojos cerrados a su visitante.

Este volvió a acomodarle el bóxer y se limpió la boca con una camiseta que encontró debajo de la cama. Antes de ponerse de pie se acomodó el cabello que había quedado desparejo. Ya de pie estaba a punto de irse.

-Quédate.- le pidió Gerard en su susurro.

-Nos vemos- dijo en un tono diferente, ahora le había parecido a Gerard que sonó más grave.

Su visitante abrió la puerta pero volteó a mirarlo una vez. Él estaba con un brazo sobre los ojos y la boca entreabierta intentando recuperar el aliento. Tenía ganas de volver a la cama y besarlo pero no lo hizo. Salió de la habitación y cerró la puerta. Entonces escuchó la puerta de uno de los cuartos abrirse, con rapidez agarró el frente del cabello y se quitó la peluca de un tirón para ocultarla tras su espalda. Ray salió y no pudo evitar sorprenderse.

-¿Cuándo llegaste, enano?

-Hace cinco minutos. ¿Qué hacías?

-Vi una película- notó que estaba parado justo en la puerta del cuarto de Gerard. -¿Te abrió?

-Estaba abierto, revisé que estuviera bien.

-¿Y?

-Está dormido, pero es un basurero ahí dentro.

-Lo imaginaba, lo veo entrar con muchas cosas pero sale sin nada. Espero que se le pase pronto.

-Seguro. Lo estoy ayudando.

-Genial.

Ray entró al baño y cerró la puerta. Por fin Frank pudo tranquilizarse, respiró aliviado y entró a su habitación lo más rápido que pudo. Hizo un bollo la peluca y volvió a meterla en la bolsa de papel madera que luego metió en el armario entre otras bolsas. Prendió un cigarrillo, se recostó en la cama y con la mano que tenía libre se abrió el pantalón. Sin dejar de fumar fue recordando lo que acababa de hacer mientras su mano subía y bajaba por su miembro. 

Going to Pasalacqua TERMINADAWhere stories live. Discover now