Prólogo.

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Efímero: Se le nombra de esta manera a aquello que dura poco tiempo, algo pasajero... De breve duración... Algo efímero tiene poca vida y desaparece en un instante...


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Como una respiración lenta... Llegaste y entraste a mi alma, te entregué mi vida y así como estuviste la dejaste desierta.

Fue efímero aquel amor, pero tan bello... Cada vez más se hizo corto el tiempo de esos momentos...
Dentro de mi corazón te amé... Pero callé mi voz...

Anhelaba un “para siempre”... Pero fuiste fugaz como un suspiro...
Fue equivalente a perder mil vidas el día que me olvidaste... Cuándo mas te amé... Marchaste.

Recuerdo y olvido, duele cuándo veo las lagunas azules que son los ojos de nuestro fruto...

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—¡Espera...!... No te vayas...
...Quédate conmigo... Solo...
un poco más...— Susurró el rubio con suavidad en el oído del pelinegro, apretándolo en aquel abrazo lleno de tantos sentimientos, abrazo que el azabache aceptó, también presionandolo contra su cuerpo desnudo, abrazo que ninguno de los dos amantes quería que terminara.

—...Si... Aún.. hay algo de tiempo...— Le dijo en respuesta el azabache también en un susurro, con su rostro posado sobre su cuello, respirando el aroma dulce, fresco y adictivo del rubio menor, mientras este estaba sentado sobre su regazo, con sus piernas abiertas, rodeando y apretando la cadera del moreno, y este sentado con las piernas cruzadas una con la otra sobre la cama del kitsune.

—Sasu..ke...— Susurró el ojiazul con cierta tristeza, pasando sus dedos por la espalda pálida del azabache, asta terminar en su cabeza, comenzando a acariciar su cabello brillante y oscuro, tal y como el cuervo acariciaba el suyo desde hacía rato, el contacto del otro era lo único que querían, el ojiazul tembló estremecido al sentir como los labios del moreno se deslizaban por su piel, subiendo a su cuello aún más, mientras el ojinegro miró fijamente la nuca del kitsune, deseaba posar sus dientes sobre ella fuertemente, deseaba reclamar aquello que sabía que le pertenecía, lentamente besó con suavidad el costado del cuello del rubio, demasiado serca de su nuca... Sin embargo se detuvo, aquel orgullo que tanto lo caracterizaba se lo impidió, aunque su corazón deseaba poner aquella marca, no podía hacerlo...
Poco a poco pequeñas gotas de agua salada se deslizaron por las mejillas del ojiazul, las cuales calleron suavemente en el hombro del moreno, este al sentir aquella cálida sensación se quedó quieto, sin querer separase al temer por aquello que iba a ver, el kitsune lloraba de impotencia al no ser capaz de pronunciar aquellas dos simples palabras, entonces el cuervo reunió todo el valor que pudo y se separó un poco, apenas para ver el rostro del rubio.

—No llores...— Le susurró comprensivo, poniendo su mano derecha sobre la mejilla rojiza de su amante, limpiando suavemente sus lágrimas con las yemas de sus dedos, la imagen del menor con sus ojos celestes llenos de tristeza, dolor e impotencia le estaba partiendo el corazón, se vio reflejado en ellos de muchas maneras, pues también se sentía igual, apenas pudo contener sus lágrimas para no llorar como su kitsune... Mirándose fijamente pegaron sus frentes una con la otra y de nuevo los amantes volvieron a abrazarse, con sus manos sobre la espalda del otro, pegando sus pieles una con la otra, a ambos les dolía el pecho, morían por gritar ese sentimiento que durante tanto tiempo había estado creciendo en sus corazónes, sabían que dicho sentimiento era correspondido, pero ese orgullo estaba presente en ambos, recordaron aquel estúpido trato, y ahora ambos habían perdido... Y.. Ambos lo sabían...

Fragmento del capítulo **

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Por ahora... No diré nada...
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Efímero (EN PAUSA) Tahanan ng mga kuwento. Tumuklas ngayon