Horacio, el nuevo integrante de Ositos Cariñositos

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Desde aquel temible rechazo Horacio creyó imposible que podría quedar más enamorado del Comisario; debido que al darse cuenta de cómo poco a poco el trabajo en la Comisaría comenzaba a aburrirle, eso no podía pasar. 

Sin embargo, no había momento más incómodo cuando el de cresta miraba con detenimiento las acciones contrarias desde la lejanía, y repentinamente aparecieran Gustabo o Conway para sacarlo de su ensoñación. 

—Es que eres un osito amoroso, tío —comentó alguna vez el de cabellos rubios a su hermano, palmeando con un poco de fuerza su espalda. 

Le era un poco molesto su comentario al principio, pero se dio cuenta que en realidad sí lo era; desde que entendió que estaba enamorado de Volkov, su visión de la vida cambió. Creía tener más sentimientos y podía ser un poco más expresivo que la piedra de Gustabo, y eso, le gustaba. 

—¡Hey! Doctor Muerte, ¿que tal? —gritó en un saludo el bueno de Gustabo una vez que entró al hospital con un hombre desangradose en su hombro.

—Hola, hombre —volteó el nombrado con una sonrisa sincera, yendo a buscar una camilla para el herido— ¿Qué tal todo? —preparó la cama y junto con su amigo subieron al herido—¿Mucho trabajo? 

—Un día de mierda, Doc. De mierda putrefacta, cuidado y si no diarreico—comentó descriptivamente, logrando crear carcajadas sonoras al doctor. 

Doctor Muerte después de revisar al hombre, llamó a un par de alumnos para que se llevarán al herido al quirofano y que lo atendieran ahí. 

—¿Cómo está Horacio? —preguntó una vez quedaron ellos dos a solas. 

—Horacio está… —señaló la puerta del hospital y calló de golpe cuando el nombrado entró por esta misma con sus manos hacia arriba y un aire de orgullo hacia sí mismo. 

—¡Aquí está el PUTO héroe de la ciudad!  

Con aquella increíble presentación que despertó el interés de más de uno en voltear quién había sido el detonante de tal magnitud, entró el susodicho héroe en un andar de "chungo del barrio".

—Hombre, Horacio —saludó el doctor con una sonrisa al ver al contrario caminar hacia ellos y colocarse al lado de Gustabo— Ha pasado tiempo desde la última vez que nos vimos, ¿que tal está? 

—¡Doctor muerte! —exclamó con una blanca sonrisa al estar frente a él, casi dejando de lado a Gustabo— Tanto tiempo, me dijeron que estuvo fuera de la ciudad. 

—Si —asintió él sonriendo igualmente— Pero ya he vuelto, ¿cómo ha estado usted? 

El único en notar en cómo los dos chicos sonreían a más no poder y reían nerviosamente ante cada detalle y palabra que pudiera tener una connotación cariñosa o de preocupación, era Gustabo. 

Gustabo sencillamente quedó de pie a un lado de ellos, activando el modo planta. Incluso sacó su móvil y se dispuso a contestar mensajes que tenía desde la semana pasada sin ver, todo esto aun prestando un poco de atención a la conversación enfrente suya. 

—¿Me podría dar su número de móvil? —preguntó en un momento el Doctor, rascando su nuca con una nueva risa nerviosa y suave— Me cayó muy bien. 

—Cla-Claro, claro —asiente repetitivamente, viendo como el contrario sacaba su móvil y este ahora anotaba los dígitos correspondientes— Mandame un mensaje, o mejor llamame cuando quieras hablar porque casi no respondo. 

—Entiendo —afirma guardando el contacto y eleva la mirada hacia el de cresta— Me gustaría salir con usted. 

—Bueno, nos ve… 

El Volkacio pa' miHikayelerin yaşadığı yer. Şimdi keşfedin