Regresa, Claudio. Vuelve pronto a tu hogar

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❌PROHIBIDO LEER SIN MÚSICA ❌

Pd: Si no les carga, la canción se llama "Tom Odell - Another Love"

Ponganla cuando vean este emoji->🎶

-El número que usted marcó no puede ser localizado... -respondía la voz de la mujer en la línea, haciendo fruncir el ceño de Horacio y colgar con molestia.

-Tío, ¿donde estas? -pregunta en lo bajo el de cresta, completamente preocupado y volviendo a tocar el timbre de la casa repetidas veces- ¡Claudio! -comenzó a gritar, rodeando la casa e intentando ver tras las ventanas cerradas con cortinas- ¡Claudio!

Desde que Horacio había vuelto a la ciudad no había tenido algún tipo de contacto con el moreno. Aún cuando le mandaba mensajes todos los días y lo llamaba día y noche, no tenía ni la menor noticia sobre su vida.

-¿Kigryakos? -enarca una ceja con confusión la enfermera en recepción, viendo al de cresta sudoroso y jadeante- Él ya no trabaja aquí.

-¿C-cómo qué ya no trabaja aquí? -eleva la voz con preocupación- ¡P-pe-pero si es el hospital! -dice en voz alta señalando todo el lugar.

-Por favor, baje la voz -pide amablemente la señorita, bajando también su tono de voz para que la imitara- Escuche, Claudio ya no trabaja aquí desde hace un par de meses... -se coloca pensativa por unos segundos- Ni siquiera se despidió o algo, solo desapareció y ya.

-¿Cómo va solo a desaparecer, señorita? -abre sus ojos como platos al recordar que él también había "desaparecido" de la nada- A-acabo de llegar a la ciudad, llegué hace 3 días porque estaba en la cárcel después de 6 meses -comenta con su voz quebradiza, relamiendo sus labios y pidiendo clemencia a la mujer enfrente suya que le diera alguna respuesta.

-Lo lamento, de verdad lo lamento -responde con tristeza, viendo como a la lejanía traían a un herido- Tengo que trabajar, disculpeme -da la vuelta a la mesa de recepción y camina hacia el hombre con disparos de balas en el hombro. Un chico fue corriendo a auxiliarlo también.

Con un suspiro de angustia más un corazón asustado y realmente preocupado, Horacio apretó sus puños mientras se maldecía internamente por su falta de compañerismo hacia con Claudio.

Volvió a suspirar y emprendió el camino a casa, donde seguramente pasaría el día llorando y lamentándose, deseando que Gustabo nunca hubiera matado a un hombre en Comisaría.

-Espere, -lo detuvo la mujer cuando lo vio pasar a su lado- ¿Cómo dice que se llama?

-Horacio -voltea rápidamente, ilusionado.

-De acuerdo, -asiente ella sacando de su bata de enfermera una tarjeta con un número- Escríbame para guardar su número, si llego a saber de él será el primero en enterarse.

-Muchas gracias -toma tarjeta y la leyó- ¿Señorita Jeylin?

-Liz -corrige la castaña- Llámeme Liz.

-Vale, gracias, Liz -sonríe como puede y se despide de ella lo más animado posible.

Terminó visitando el hospital casi a diario, donde estuvo sentado después de su turno en el CNP en una banca frente al lugar. Sentado por horas hasta que la noche cubriera su cuerpo como un manto.

Incluso en ese mes que estuvo esperando alguna señal de vida del moreno, se terminó haciendo amiga de Liz como Horacio. La acompañó a casa más de una ocasión mientras conversaban y reían.

Internamente Liz tenía esa pesadumbre y dolor al saber que no podía hacer nada para el de cresta, es por ello que comenzó a hablar con él, contarle chistes, regalarle helados de vez en cuando y jugar con él a contar cuantos autos pasaban en media hora.

El Volkacio pa' miWo Geschichten leben. Entdecke jetzt