Greco el amable y el chocolatico sexy de Moussa

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—¡Huracius! —gritó una voz entre aguada y cantada su nombre, todo esto junto con un movimiento un poco brusco por su cuerpo— ¡Huracius, despierta!

—Como un tronco, tío —soltó una suave risa el hombre a su lado.

—¿Crees que esté muertus, Greco? —preguntó el hombre de piel oscura con preocupación, moviendo con sus manos el cuerpo que descansaba sobre la banca de los vestidores.

—¿Cómo crees? —pregunta negando entre risas, para luego quedarse en silencio y fingir miedo para asustar a su compañero— O tal vez...

—¡No, no, no! ¡HURACIUUUUS! —grita el hombre sin camisa, ahora moviendo con más fuerza el cuerpo ajeno.

—¡hOsTiA! —fue la primera palabra que dijo el de cresta esa mañana a las 5AM, al momento de caer del banco hacia el suelo con nada de gracia y chocando su rostro contra el frío suelo.

—¿Estas bien, Huracius?

—Perfectamente —finje, intentado recuperar el aire perdido por el golpe dado.

—Menudo hostión —la suave risa del barbudo de Greco ameniza el ambiente— Buenos días, Horacio. Usted duerme como una pierda, eh.

—Sueños duros como piedra —intenta burlarse el de cresta ahora levantándose del suelo, sacudiendo su ropa y volviendo a sentarse en la banca a restregar sus ojos con lagañas— ¿Qué sucede? ¿Por qué me habeis despertado? —toma un par de segundos para acostumbrarse al la luz blanca— ¿UN QRR? —pregunta levantándose rápidamente y corriendo a tropezones hacia su taquilla, ahora completamente mareado.

—No, no, Horacio —negó Greco yendo a su lado y sentandolo con suavidad en la banca— Tranquilo, hombre. Acabamos de entrar de turno y pensamos que te habías quedado dormido, ¿cuando entras a trabajar?

—¿Yo...? —frunce su ceño intentando recordar, pasa su mano por su rostro y restriega este en un intento de aliviar su ahora dolor de cabeza— En la tarde...

—Deberias ir a casa, Huracius —recomendó el negro con sus brazos cruzados— Te ves muy cansado.

—¿A casa? —repitió un poco alarmado, para luego bajar su mirada y reír nerviosamente— No, no os preocupeís, estaba pensando en empezar mi turno antes.

—Horacio —llamó con suavidad Greco, quien se sentó a su lado y colocó su mano sobre el hombro contrario para que lo mirara a los ojos—¿Estas bien, compi?

—S-si, ¿por qué-por qué preguntas?

—Mmm... —muerde el interior de su labio con duda y ladea su cabeza— No quiero sonar como un metiche, pero anoche tuve que revisar las cámaras de seguridad de Comisaría porque al parecer hay un chivatazo —comentó en susurros— Y he visto que duermes aquí todas las noche, desde hace un mes para acá...

Los ojos de Horacio se abrieron de par en par, denotando asombro al pensar que jamás sería descubierto, incluso cuando estrategicamente cambiaba de "cama" cada noche. Un día en los vestidores, otro en el baño, otro en armería y así sucesivamente.

—Creo entender que ya no vives en el edificio de Bahamas, ¿no? —pregunta con lentitud el barbudo, con intenciones de no asustar al de cresta y ser lo más amable posible.

—¿Eso es porque el loco de Volkov te rechazó cuando te confensaste, Huracius? —interfiere el Chocolatico Sexy sin ninguna muestra de empatia, solo curiosidad.

—Moussa, por favor, se un poco más suave —voltea Greco hacia el contrario, frunciendo un poco su ceño— ¿No ves que tiene el corazón roto?

—Lo sientus, lo sientus —niega este avergonzado, sentándose a un lado del de cresta y colocando su mano sobre el hombro contrario— Lo sientus, Huracius...

—No os preocupeis, compis —observa a ambos hombres y les regala una pequeña sonrisa formada por sus finos labios— Estoy... —suspira cerrando sus ojos— Estoy bien, y sí, ya no vivo en el Bahamas porque no es rentable para mí. Además, no creo que Volkov quiera verme después de yo haberle confesado mis sentimientos —restriega su cara con sus manos, frustrado y avergonzado— Soy un idiota...

—Calma, calma, compi —palmea Greco su espalda, acariciando luego esta— Escucha, —toma su cuello y lo obliga a verlo— Volkov no te odia, ni nada por el estilo, te lo digo por si has llegado a pensar eso. Él solo está un poco... digamos que tiene muchos conflictos internos, y sabemos a la perfección que no la está pasando del todo bien por la muerte de los demás agentes y el peligro que está corriendo los policías, sólo... Dale un poco de tiempo.

—Puede que hasta se enamore de usted —añade el de piel oscura, codeando un poco el cuerpo ajeno y sonriendo.

—No, no —niega con suavidad el de cresta— Sé que el momento en que me confesé no fue el correcto y creo que nunca lo será. Volkov no va a llegar a sentir lo mismo por mi...

—¡Oh, por favur! ¿Como usted puede decir esu?

—Rechazó a Paola también, y por lo que me he enterado a otras chicas más, y a mí igual. No debo seguir engañandome con idioteces —suspira levantándose de la banca— Iré a tomar una ducha.

—Huracius —llama en voz baja Moussa— No quiero darle expectativas, sólo quiero que no se sienta mal, pero Volkov siempre está preocupado por usted. Así que pur favur, no se sienta mal consigo mismo.

—Dale tiempo a Volkov —aconsejó Greco levantándose de la banca y colocándose delante del de cresta, tomando sus hombros para hacerlo ver a sus ojos— Te pido que no te rindas con Volkov, eres alguien realmente especial, Horacio.

Esas palabras llegaron al corazón ajeno, realmente lo hicieron. Impactaron tan profundo como las espinas de una rosa, pero esta espina era dulce y parecía curar cualquier dolencia que tuvieras.

Una espina dulce, tranquilizante y llena de esperanzas. Posiblemente esa era su señal del Universo diciéndole lo que debía de hacer, le gustaba pensar de esa manera porque a su corazón le encantaba la idea de poder estar junto a Volkov en algún momento.

Sin embargo, su mente lo mandaba directo a tierra de un jalón, obligándolo a recordar cada segundo en que fue rechazado, y en como su corazón se rompió en pedazos y estos cayeron al suelo en silencio.

Pedazos de cristal que con el paso del tiempo fue recolectando, y aunque haya pasado muy poco tiempo desde entonces, él ya tenía todas las piezas de su corazón a su disposición. Todas a su alcance listas para ser unidas.

Gustabo ayudó con las primeras piezas, Conway también lo hizo, incluso Paola en la cena que habían tenido la noche anterior que entre risas y una charla amena ayudó, y ahora Greco y Moussa estaban ayudando a colocar las piezas más pesadas.

Aún quedaban piezas sin poder pegar, pequeños cristales que al ser tocados podían lastimarte más de lo que estabas. Necesitaba un poco más de tiempo para decidir cuando tomarlos y finalizar su obra.

—¿Qué es ésto? —preguntó al abrir su taquilla del vestidor luego de haber tomado una ducha. Dentro yacía un pequeño sobre el cual tomó confundido— Espero te sea útil. G&M —decía el sobre por un lado.

No había nadie en los vestidores, aún era un poco temprano para que acabara el turno de la noche y empezara el de la mañana. Abrió cuidadosamente el sobre y dentro encontró 600$ en efectivo.

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Me siento como Karchez modo Admin/Dios estresado con la vida cuando me doy cuenta que tengo mis otras historias abandonadas😂

Es muy gracioso ver el contraste de Greco el Amable y Karchez el estresado en GTA.

Dato extra: ¿Sabían que el chico que da vida a Moussa es de piel blanca? 🤯 Su performance lo hace increíble, mis respetos.

El Volkacio pa' miWhere stories live. Discover now