Mamá, el niño asustado me está asustando

11K 1.3K 2.2K
                                    

Los días habían pasado cómo una ráfaga de viento para los ojos de Gustabo y tan lentos como un caracol para Horacio y sus pensamientos tortuosos, los cuales no paraban de recordarles que fue participe de una muerte que pudo haber evitado.

Además de eso, seguía teniendo en mente a Volkov que por más extraño que suene, lo hacía despejarse de todo mal proyectado en su mente. Recordar su rostro lo hacía sonreír, su voz lo hacía temblar de buena manera y el tacto de su piel le cosquilleaba el vientre.

Conway les dio vacaciones del CNP a ambos hombres por una semana entera, para que se enfocaran en la mafia y ahora en aprender a como moverse en el CNI, donde el de cresta se desmayó más de una vez cuando su superior los nombró "Inspector Jefe".

Obviamente con la noticia, Horacio no se hizo esperar más y corrió junto con Gustabo hacia Comisaría, haciendo un poco el parguela con su rango -más que todo Dan- y currando como Reborn manda.

Sin Embargo, sólo lo hicieron el primer día ya que Conway les pidió que se esforzaran más estando de infiltrados. Un poco disgustados, ambos hombres asintieron y dejaron de largo por unos días más el CNP.

Lo que nadie sabía era que de un momento para otro, la ausencia de Dan y Fred hizo cambiar internamente y crear preocupaciones a un ser confuso y con barreras en su rubí.

Ding Dong

—¡Yo voy! —gritó Horacio levantándose del sofa rápidamente, siendo perseguido por su nueva amiga Perla, un lindo caniche esponjoso y blanco que movía coquetamente la cola detrás de su dueño que abría la puerta de la casa, quedándose congelado al instante.

Sus movimientos quedaron estáticos, como si el cerebro hubiera ordenado a quedarse así hasta que procesará toda la información obtenida y reflejada por sus ojos marrones que no le quitaban la mirada al de cabello grisáceo, y viceversa.

El ruso bajó levemente la mirada para observar a la perra que lo miraba animado, incluso parecía estar sonriendo aunque eso fuera casi imposible. Acuclilló su cuerpo entre acciones suaves y comenzó a acariciar a la mascota feliz.

—Buenos días, D- Horacio —saluda subiendo la mirada y congelandose nuevamente, observando la ropa que usaba el contrario, la cual lo obligaba a sentir su rostro arder por consecuencia.

—Bue-Buenos días, Volkov, ¿Cómo se encuentra usted? —traga en seco el mayor sin aun darse cuenta el rostro del contrario, pensando si debía o no agacharse junto con él, sin embargo eso cambió cuando detalló que no había ningún auto frente a su casa— ¿Vino caminando?

—Eh —a gran velocidad baja su mirada fija y prosigue a seguir acariciando el estómago del caniche— Oculté el patrulla en los arbustos, sé que está de incógnito.

—Ah, es verdad… ¡ES VERDAD, VOLKOV! —gritó Horacio tomando el brazo del contrario, halandolo dentro de la casa, metiendo a Perla junto con ellos y cerrando de golpe, respirando sin ritmo por el susto— Pueden estar vigilandonos —susurró para el Comisario mientras corría a asomarse por la ventana cerrada con Perla en brazos.

—Lo lamento, Horacio —de golpe lo recordó, negando y frunciendo su ceño con malestar— No pensé en eso, mi cabeza estaba en otras cosas. Lo lamento, si quiere mando a hacer perímetro por la zona.

Ante eso, Horacio voltea un poco alarmado, viéndose realmente adorable y gracioso al tener a Perla sentada sobre su musculoso brazo izquierdo como una estatua. Volkov detalló aquello y esbozo una sonrisa mientras inconscientemente baja la mirada por su cuerpo.

—No se preocupe, sólo diré que haga perímetro el Comisario Carlos.

—10-4 —asintió bajando a Perla al suelo, quien corrió hacia el otro lado de la sala donde yacía Pablito durmiendo en una esquina sobre su cama, acostandose a su lado.

El Volkacio pa' miWhere stories live. Discover now